Rocío Acebal
Valparaíso Ediciones, Granada, 2016, 54 páginas
Es su primera botadura en
solitario. Un poemario que, más que promesa, es una gozosa realidad. Pero ha
participado en antologías, revistas y suplementos literarios. Es Rocío Acebal
(Oviedo, 1997) que, desde la frontera de los diecinueve años, es capaz de
fermentar en su cabeza versos llenos de magia y cocerlos en las ardientes
brasas de sus poros. Sumergidos en un mundo febril y alucinógeno en el que el
existir se convierte cada día en un ejercicio caótico, nos llegan los versos de
Rocío Acebal, no seguramente como remedio para esta época, como declaraba a
principios de siglo el pensador francés Philippe Sollers refiriéndose a la
poesía, pero sí como promesa y esperanza: porque la poesía está viva, la poesía
resistió y resiste y se abre camino entre las generaciones más jóvenes. Una
gozosa prueba, estos treinta y seis poemas con los que Rocío Acebal le da
cuerpo y forma a un poemario cuya mágica significación de alguna manera se
convierte en laboratorio de la literatura.
La poesía de Rocío Acebal es una muestra
paradigmática de la interrelación entre
poesía e identidad femenina, creatividad poética y género. Sus versos abordan
el deseo y su relación con la construcción de la identidad en torno a un
sujeto-mujer, no tanto objeto de deseo, sino sujeto activo. Con miradas
plurales y quizás subversivas para ciertos constructos sociales. Sus versos,
teñidos con frescores juveniles, nos acercan una mirada atenta y al mismo
tiempo explosiva y melancólica sobre la construcción de dicho sujeto que se
hace tal también en el amor y en el deseo. La tendencia hacia la universalidad,
rasgo distintivo de la poesía, tiene una nefasta consecuencia: la imposibilidad
del pensamiento heterosexual de concebir una cultura y una sociedad en las que
el cisgénero y la cisexualidad no ordenen y encaucen todas las relaciones
humanas. Lo hacen, muchas veces, por acaparamiento de metáforas seductoras que
suelen tener como función poetizar el
carácter imperativo y exclusivo de la heterosexualidad. Una trampa más del
patriarcado. Pero hay sujetos humanos a
lo largo de la historia, sobre todo mujeres, que se han rebelado contra esas
trampas. Y hacerlo desde la poesía, como se hace en los versos de Memorias del mar, aunque sea
con el lenguaje heredado de los amos, tiene una resonancia
universalizadora, capaz de convertir en ley la ley del deseo, como gritaba el
lema de la pancarta que encabezaba el bloque rosa en la manifestación del Foro
Social Europeo celebrado en Florencia en el año 2002.
Treinta y seis poemas rompen las barricadas
del silencio y lo hacen a través de una arquitectura poética tripartita, Una
primera parte que es una explosiva alborada en femenino: un canto al
sentimiento erótico-amatorio de las mentes y de los cuerpos juveniles,
rebosantes de amor y de pasión, porque como afirma la poeta, “es posible el
gozo todavía”. El gozo que reciben las amantes en “los contornos de sal” que
acarician. O que permiten descubrir el amor entre las olas con tan solo un
universo de testigo “de aquella rendición de la hermosura”; y la “dignidad
furtiva de aquel beso”.
Es otra la tonalidad de los poemas de las
partes segunda y tercera. Acierta la sinopsis de la presentación editorial de Memorias del mar, firmada por José Luis García Martín: “cuerpos
que se cruzan como cuerpos encendidos en la noche y luego se alejan para
siempre”. En ese alejarse definitivo y concluyente aparece el recuerdo de los
instantes finales, de los que solamente sobrevive una brumosa oscuridad. Con la
muerte acunando el cadáver amado, “asida a todo lo que ya no existe”. Pervive
únicamente el recuerdo de la imagen del cuerpo amado y deseado, “guardada para
siempre en la memoria de los últimos besos”. Porque, como escribió André
Malraux, solamente existe un acto sobre el que no prevalecen ni la negligencia
de las constelaciones ni el eterno murmullo de los ríos: el acto mediante el cual
el hombre arranca algo de la muerte. Los versos y poemas de Rocío Abascal
tienen esa capacidad de hacernos presente, a través del recuerdo amoroso, la
conjura contra esos instantes del tiempo rescatado a la muerte, que regresa
desde la frontera del silencio y es capaz de activar el fuego de las ausencias.
Una tercera parte más híbrida poetiza al ser
humano derrotado cuando el deseo ya se ha quemado y consumido en el interior
del sujeto amante. Con gritos de melancólica protesta, la voz poética se rebela
contra la falsedad de la memoria, no remediada ni por el llanto ni por la
afonía.
El lenguaje se convierte en la poesía de
Rocío Acebal en un ceremonial de conjuros a favor del hechizo. Con una
reconciliación con la rima y, en ocasiones, con la métrica. Mas sin ser una
poeta formalista, ni sentirse constreñida por los moldes rítmicos que obliguen
a la poeta a decir lo que no quiere, sabe usar la escritora, con libérrima
maestría, el reto de la rima. Un poema, el verdadero poema, siempre tiene forma.
Dotarle de ella significa un absoluto dominio de la lengua. El ritmo interior
de la mayoría de los poemas de Memorias
del mar nos permite gozar con sus seductora musicalidad, y a la vez forma
un cuidado entramado de belleza que multiplica la fuerza expresiva del arte de
la palabra, con la que que los poemas de Rocío
Acebal rinden, con hambre antigua, inmemoriales aunque perecederos
acatamientos a los dioses amorosos de los deseos.
Francisco
Martínez Bouzas
Selección de
poemas
MEMORIAS DEL MAR
“Recuerdo, congeladas, las
estrellas
en las primeras horas de
mi vida;
la oscuridad nos separaba
sobre la arena blanca.
La memoria retorna
vagamente,
como la playa al
desnudarnos, solas,
una vez regresamos a este
mundo;
descanso ante mi oreja
caracolas
y en el rumor del mar oigo
tu voz”
(página 18)
.....
“TE MUESTRAS SOBRE EL LECHO DE LA MUERTE
sórdida elongación del
horizonte:
has cerrado los ojos y la
mar
acuna tu cadáver con gesto
descuidado,
asida a todo lo que ya no
existe.
No habrá solemnidad que te
devuelva
a la arena -a mis brazos-,
a la vida.
En alto, buitres níveos,
las cigüeñas
sobrevuelan los restos del
naufragio.”
(página 29)
…..
EL CÍRCULO
A Mario Vega
“La sábana escarchada de
la arena
en tu mirar refleja el
desgastado
recuerdo de otra aurora:
el verde prado
testigo de pasión, la luna
llena.
un cigarro, los gritos, tu
melena,
su aliento de caballo
desbocado;
de pronto, la tormenta del
pasado
y su rostro teñido por la
pena.
Entonces -sin ti- al paso
de los años
un venturoso idilio en
otra orilla,
una radio de fondo, el
mismo tema;
el antiguo deseo, un gesto
huraño,
los restos de salitre en
mi mejilla,
la memoria del mar y este
poema”
(página 34)
…..
EN RESUMIDAS CUENTAS
“La sinuosa imagen de
Afrodita,
el tiempo y su insultante
ligereza,
las estatuas, Venecia, los
jardines,
llanto de senectute, “a la manera…”,
y el irritante asunto de
la rosa:
siempre este falso
asombro, la emoción
vacía de unos versos
predecibles.”
(página 54)
Un poemario precioso, de un corte poético elegante, rítmico y existencial. Me ha encantado leer a esta autora que logra sacudir las entrañas. Mis felicitaciones Francisco por siempre apoyar la buena lectura, me voy muy complacida con tu magistral crítica, te dejo un fuerte abrazo.
ResponderEliminarCiertamente original...
ResponderEliminarSaludos
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