lunes, 14 de noviembre de 2016

LUPE MARÍN: BIOGRAFÍA Y FICCIÓN DE LA MUJER SALVAJE DE OJOS TAPATÍOS



Dos veces única
Elena Poniatowska
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2016, 414 páginas

   Como hiciera con Josefina Bórquez, Jesusa Palancares en Hasta no verte Jesús mío, con Tina Modotti en Tinísima, con Angelina Beloff en Querido Diego, te abraza  Quiela o con Leonora Carrington en Leonora, Elena Poniatowska, ella misma una leyenda en el México mítico post revolucionario, ha rescatado del olvido a personajes dejados de lado en el gran teatro de la Historia. En su última novela, Dos veces única, le presta su voz y sus fantásticas imposturas a otra mujer, Lupe Marín, esposa primero del pintor Diego Rivera y más adelante del químico y poeta Jorge Cuesta. En una novela apasionada, como suelen ser todas las suyas, la hija de un príncipe polaco y de una mujer mexicana rescata en efecto a esta mujer olvidada, dueña de una intensísima vida entre los personajes más relevantes de la intelectualidad mexicana del siglo XX, y no carente de voz porque ella misma publicó dos novelas literaturizando su relación con Diego Rivera y con su segunda pareja, el poeta suicida Jorge Cuesta.
   La novela, otra amalgama de géneros, de biografía y ficción, es a la vez el retrato de una mujer que se siente doblemente única, y la crónica de un país que respira  a través de las leyendas, un enorme mural literario de México en buena parte del pasado siglo. También otra intensa mitificación de una mujer mexicana de arrolladora personalidad, libre, pero ensombrecida y “tragada” por completo por Frida Kahlo. Retrato descarnado, sincero en lo bueno y en lo malo, y sobre todo, muy substancioso de  Lupe Marín, la indómita fiera de ojos tapatíos, la única, la dos veces única, porque solo ella y ninguna otra mujer de las cuatro, sin contar las amantes, que tuvo Diego Rivera se caso con el pintor por la ley civil y eclesiástica y la que le dio dos hijas.
   La imperiosa necesidad de escribir esta biografía-ficción de Lupe Marín y el fresco del rompecabezas mexicano, surge de una entrevista que Elena Poniatowska realizó en 1976 a Lupe Marín, mientras cosía con su máquina Singer para la alta sociedad mexicana. Antes y después, otras entrevistas con sus hijos, nietos y otras personas que la trataron y amaron. De esas conversaciones nace en la escritora la necesidad de documentar un país por medio de otro de sus personajes, en sí mismo, un “territorio florido y contradictorio”.
   En una trama que explota en mil direcciones, Elena Poniatowska no escribe la biografía de Guadalupe Marín, fabula la vida de una persona tan potente como paradójica, que se convierte en personaje protagónico de la novela. Pero, al contrario de lo que suele ocurrir, la escritora mexicana no solamente centra su interés en su mundo interior, en la percepción de la existencia de Lupe Marín. Recupera también su universo externo, hasta el punto de convertir Dos veces única en un grandioso mural de un país como México en buena parte de la pasada centuria. El debilitamiento de las barreras entre géneros hace posible que podamos considerar la novela de Elena Poniatowska historia más ficción, literatura  de hechos o “Nonfiction”, como se la ha denominado en Norteamérica.
   Ese personaje de arrolladora personalidad, rescatado del olvido, la guadalupense Lupe Marín había decidido, desde el primer encuentro con Diego Rivera, que viajaría a la capital del país para enamorar a la montaña alta y gruesa con manos diminutas y casarse con él. Y así lo hizo la jalisciense, logrando incluso casarse por la Iglesia, porque, por ser ateo el muralista, nada le importa. Ella, alta delgada, morena, con ojos de sulfato de cobre verdes-azules, les gana la partida a su madre y hermanas porque ha conquistado al hombre más famoso de México, el “Gran Panzón” como ella le llama. Pero muy pronto se da cuenta de que la vida junto a Diego Rivera está lejos de ser el paraíso soñado; y, aunque le gusta brillar con la luz refleja de la celebridad del marido con el que tiene dos hijas, muy pronto surgen los enojos, la quemazón de los celos. Diego, absorto en su pintura, solo le hace el amor al mural y además anda “pirujeteando” con cualquier mujer que se pone a su alcance, especialmente con la fotógrafa italiana Tina Modotti que se convierte en la gran pesadilla de Lupe. El viaje a Rusia de Diego Rivera en 1927 para celebrar el décimo aniversario de la Revolución, pone fin a la relación matrimonial. Lo abandona, mas pronto se siente halagada por el ingenio y la sagacidad del  químico y poeta Jorge Cuesta. Le importa saberse deseada por este hombre atormentado y, aunque le aterran sus cambios de humor, sus súbitos silencios, su sentido absoluto de la perfección, se une a él. Mas la vida con el químico, el Alquimista, es un pozo de tedio. Se siente sola y desplazada, especialmente en el campo de Potreros que devora ideas y sentimientos. Con Jorge Cuesta pronto será prieta y gritona. Pare un hijo al que no quiere, al que nunca querrá, del que nunca habla, hasta el punto de que Jorge Cuesta se pregunta si recordará que dio a luz. Una relación tormentosa que concluye de forma trágica y definitiva, cuando Jorge, en su desesperación, creyendo estarse convirtiendo en mujer, intenta con un picahielo reventar sus testículos. Poco después, internado en un sanatorio psiquiátrico, se suicida colgándose con las sábanas de los barrotes de la cama.
   La ficción de Lupe Marín no termina aquí. El libro recorre las vidas de de Diego Rivera, de Jorge Cuesta, incluso después de las separaciones; las de sus hijas, también la de su hijo al que siempre odió y rechazó. Y plasma, en una narración rica en detalles, el México del siglo XX, un hervidero de personajes como los Contemporáneos, los únicos que leen libros; el decreto de expropiación petrolera, firmado por el presidente Lázaro Cárdenas que devolvía a México el petróleo explotado por la Standard Oil y la Shell, disfrazadas con nombres mexicanos; el arribo a México de Trotski, su estancia y atentado en la Casa Azul; las experimentaciones que hace Jorge Cuesta en su cuerpo con una droga alucinógena en 1942 y que años más tarde se conocerá como LSD…, en fin, la masacre de estudiantes en Tlatelolco.
Retrato de Lupe Marín por Diego Rivera
  
 El perfil que Elena Poniatowska brinda de Lupe Marín, poco tiene de complaciente. Retrata sus luces y sus sombras. Jamás se amilanó, ni doblegó ante sus parejas; nunca aceptó el papel de la abnegada madrecita mexicana que aguanta las infidelidades del marido y también sus golpes. Al contrario, era ella la que le lanza porrazos y bofetadas a Diego Rivera. Pero al mismo tiempo es carne viva demandante de cariño, maternal con el muralista al que le lleva la comida al andamio. Nunca fue culta pero leyó mucho y siempre estuvo a la altura de sus parejas, especialmente del “Gran Panzón”. Llegó incluso a publicar dos novelas (La Única y Un día patrio). Mujer de arrolladora personalidad, una fiera de ojos verdes que, al contrario de Angelina Beloff (una “toalla mojada”), jamás se inmoló. Un amasijo de contradicciones que no conoce los remordimientos, ni el alcance de sus hechos y de sus palabras: fue capaz de levantar la enagua de Frida Kahlo en la celebración del matrimonio con el pintor y gritar: “miren por qué par de piernas me cambió Diego Rivera”. Y sin embargo, será asidua de la Casa Azul con sus antojitos culinarios para la pareja.
   Pero en lo que más insiste la escritora es en la carencia de instinto maternal de Lupe Marín: le estorbaba la vida que crece dentro de ella, y ocuparse de sus hijas y especialmente de su hijo, le parece falso. Lo hará, no obstante con sus nietos, con intensa dedicación. A lo largo de los años se apagan sus impulsos y la que era una bruta que enamora a Diego Rivera, terminará transformándose en una mujer de mundo, convencional.
   La técnica con la que Elena Poniatowska recrea acontecimientos y vidas, es una hibridación de realidad y ficción: narra acontecimientos reales o inventados, imaginándolos a partir de sus propias experiencias, o recuperados de numerosas entrevistas y de un minucioso trabajo de investigación bibliográfica, y después los rellena con diálogos, sostenidos, al igual que los textos descriptivos y narrativos, en una lengua fuerte, incontenible y con frecuencia arrebatadora, a la vez que maneja con absoluta soltura los registros del español de México. Altísima literatura, con grandes historias entre lo cotidiano y lo insólito, que no debería dejar de leer quien desee conocer la personalidad arrebatadora y tempestuosa de una mujer en el teatro de un país post revolucionario, tan legendario como tormentoso.

Francisco Martínez Bouzas

                                               
Elena Poniatowska
  
Fragmentos

“Adentrarse en la geografía de Lupe Marín es recuperar la Revolución y sus armas calientes, el costurero con su Singer, sus hilos y agujas, los arrayanes, el vértigo de los Contemporáneos, al gran Lázaro Cárdenas y su heroica expropiación petrolera. Es caminar por el mercado de la Merced e ir  a pie al Monte de Piedad del Zócalo y a la Secretaría de Educación en la calle de Argentina, en el centro histórico. Es abrir la puerta del impresionante despacho de Narciso Bassols y su educación socialista, asomarse al balcón del palacio Nacional bajo el estallido de los cohetes y los fuegos de artificio, esquirlas de luz en la noche del Grito cada 15 de septiembre. Inclinarse sobre Lupe es descifrar la biblia en los murales de los Tres Grandes pero también el dios mineral de Cuesta de la mano de José Gorostiza y el «torpe andar a tientas por el lodo» de su muerte sin fin. Lupe canjeó los brazos de un gigante subido en andamios por los de un desesperado poeta y alquimista que se movía -como el mismo escribe- en «raquítico medio intelectual».”

…..

“Al principio, Lupe le preguntaba cuántos metros cuadrados había pintado pero pronto abandonó su interrogatorio porque Diego llegaba exhausto y farfullaba: «Hoy pinté seis metros» y caía dormido apenas ponía la cabeza en la almohada. Al menos antes, cuando pintaba solo un metro, le ofrecía ir a ver a Carlos y Dalila Mérida o  a los gringos Tina y Edward Weston, pero ahora solo quiere dormir.
-¿Y cuándo vamos a hacer el amor?
-Por lo pronto solo le hago el amor al mural
(…)
Diego le cede en todo a Lupe. Angelina Beloff, la rusa se inmolaba, dispuesta al sacrificio; Diego, cuchillo en mano, le cortaba un dedo, una oreja; en cambio, Lupe busca lo suyo. No es solo la esposa ni la compañera ni la madre, sino una carne viva y demandante. Su pura subjetividad exige más que la de Angelina y la de la fogosa Marievna Vorobiev  Stebelska, rival de Angelina en París, que la de Rivas Cacho saciada por el público. La noche en blanco de los primeros días se prolonga y Diego se atemoriza ante la exigencia de su mujer. De ponto, al hacer una calca, se sorprende pintando a Lupe con un puñal. Lupe lo trastorna y el único trance en el que quiere vivir es en el de su pintura”

…..

“En la noche, sola en su cama, Lupe piensa que ese miembro que Jorge quiso cortarse estuvo dentro de ella, es parte de su cuerpo y que el sufrimiento debió ser terrible. Aunque no quiere visualizarlo atentando contra de  sí mismo, la hostiga la imagen de Jorge mutilándose. ¡Qué inmenso desorden es la vida! La sangre de Jorge la persigue y Lupe no comprende cómo Lafora le permitió salir de la clínica después de todo lo que le contó. A ella le consta que Jorge es una enciclopedia viviente, sabe más de los que hay en los libros, es superior a cualquier médico. Desde joven se la pasa inyectándose para el progreso de la ciencia. Huxley lo consulta, muchos extranjeros vienen a México a buscarlos y sus conocimientos son superiores a los de Lafora. Lupe es un amasijo de contradicciones y no tiene conciencia del efecto de su acusación. Insiste en que Jorge no solo sabe de enfermedades mentales, sino de la castración intelectual porque también su espíritu crítico lo castró.”

(Elena Poniatowska, Dos veces única. Páginas 11-12, 50-51, 235-236)

3 comentarios:

  1. Bueno, una aventura que sería un pecado no leer, siendo una mexicana, creo que la figura de Lupe en la historia de mi país, que aunque fue ensombrecida por Frida Kahlo, tiene mucho que decir, así que no me la perderé. Muchas gracias, conozco la obra de Elena Poniatowska y ya es garantía de que me encantará, un abrazo Francisco, gracias por el privilegio que me das al leerte. Excelente reseña.

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  2. Sería un imperdonable pecado que una mexicana o un mexicano, amantes de las letras y de la intrahistoria de México, se perdiera esta joya de Elena Poniatowska. Un canto tremendo y a la vez terrible y apasionante a la protagonista, Lupe Marín, a Diego Rivera,a Frida Kaholo,a Tina Modotti y a tantos otros y otras. Y a le vez un retrato de la geografía más mítica y más interesante del México post revolucionario. Elena Poniatowska narra y describe todo eso con mano maestra y llena de fuerza. Gracias por tu palabras Araceli.

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