Consuelo Sánchez Naranjo
Editorial Pasos Perdidos, Madrid, 2016, 187 páginas
Si algo pretende este libro es poner en
cuestión e incluso deconstruir el tabú de la infidelidad de las mujeres. La
autora acomete la empresa desde diferentes frentes: el ensayo, la biografía
histórica y el relato confesional. La idea generadora de esta publicación
miscelánea surgió con el relato rebosante de pasión y complicidades que cuenta
una mujer en vísperas de la vista de su divorcio. Esa pasión la había vivido
durante su matrimonio y el que la había suscitado, fue un hombre que no era su
marido. Es un caso entre los muchos que se producen a diario que contribuyen a
que la infidelidad femenina deje de ser negada, pierda la categoría de tabú. El
procedimiento que sigue Consuelo Sánchez Naranjo (Madrid, 1961) para hacerse
con el material confesional relativo a la infidelidad femenina, fue sacar el
tema en reuniones con sus compañeras de trabajo, mediante una estrategia
creativa que facilita la generación de ideas y el análisis del problema.
Pero esta parte del libro, sin duda la más
viva y sugestiva, en que la infidelidad es contada por las mismas mujeres, está
precedida por un capítulo ensayístico en
el que se analiza la significación poliédrica del término infidelidad.
Acotándolo desde las definiciones de los
diccionarios, pero centrándose en el hecho de que, teniendo una pareja que goza
de cierta estabilidad, se mantiene una relación no consentida con otra persona;
pudiendo adoptar diversas formas, si bien siempre con una relación sexual
incluida: desde el follamigo hasta el sexo contratado previo pago. La autora
comparte la idea de Daniel Tubao expuesta en una entrevista para Gleeden -una
página web especializada en encuentros adúlteros- de que la fidelidad es una
falsa virtud, cimentada en el “para siempre” o en el “hasta que la muerte nos
separe” de los ritos matrimoniales, de las canciones de amor, etc. Pero tampoco
lo contrario: la infidelidad no puede ser considerada comportamiento virtuoso,
aunque admite que el mundo pertenece a los infieles. Y aquí recurre a la tesis
de partida repetida a lo largo del libro: la infidelidad es un motor de cambio,
y, para demostrarlo, apela a ejemplos disímiles: estilos artísticos que nacen
de una infidelidad de los artistas con relación a los movimientos artísticos
precedentes. Lo mismo acontece con las revoluciones científicas, o en casos más
prosaicos: somos infieles a la compañía eléctrica o telefónica cuando la
cambiamos por otra. Con la pareja habitual a veces ocurre algo similar. En mi
opinión, sin embargo, no son casos comparables.
Añade la autora que, manteniendo la obligada
lealtad, la infidelidad puede acarrear beneficios para la pareja y sobre todo
para la mujer: a muchas mujeres sentirse queridas por otro hombre les ha
permitido recobrar la confianza en sí mismas y evadirse de la monotonía del
día a día. Todo ello seguramente es
verdad, pero sin ese requisito de la lealtad, la infidelidad es en sí
deshonesta, generadora además de daños colaterales en las parejas que, de forma
explícita o implícita, han aceptado la fidelidad. De ahí que en el título del
libro no estaría de más hacer igualmente mención al elogio de la lealtad.
Después de desgranar las vidas infieles de
cuatro mujeres de la historia -“Infieles en el poder”-: (Cleopatra, únicamente
fiel a sí misma, Mesalina la “meretrix Augusta”, Madame de Pompadour, la amante
preferida por la esposa de Luís XV, y María Antonieta, una de las primeras
mujeres que se consideraron dueñas absolutas de su cuerpo), la autora recoge
las opiniones de distintas mujeres de diferentes edades y profesiones,
obtenidas en dos reuniones. En la primera se fijan conceptos sobre cómo,
cuándo, dónde y por qué son infieles las mujeres. La segunda es una
reconstrucción del imaginario femenino, realizado por esas mismas mujeres. En
esta parte confesional surgen respuestas interesantes sobre los problemas a los
que se enfrenta una mujer infiel: ¿un amante fijo o muchos rollos?, ¿cuándo?,
¿dónde?, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿con quién? La autora extrae del material
confesional conclusiones oportunas que
no me corresponde revelar.
Un libro interesante, ajeno al morbo, a la frivolidad y al tono panfletario, que
pretende deconstruir y normalizar. Según las estadísticas, la mayoría de los
hombres y al menos un tercio de las mujeres han sido infieles alguna vez en su
matrimonio o relación de pareja. Un hecho fácilmente explicable porque ni la
monogamia ni la monandria están impresas
en los genes. Desdramatización pues de la infidelidad; un elogio de la libertad
bien entendida cuando va unida a la lealtad, que Consuelo Sánchez Naranjo
concluye con ciertos consejos: cómo hacer de la negación un arte, jugar al
despiste, no dejar rastros, evitar líos como enamorarse perdidamente del amante
a no ser que se tenga claro el propósito de romper la relación estable.
Finalmente: aprender a terminar cuando la historia no da más de sí.
Francisco
Martínez Bouzas
Consuelo Sánchez Naranjo |
Fragmentos
“Lo
que en el caso del hombre se ha consentido y estimulado, ha supuesto para las
mujeres un estigma, Esta consideración diametralmente opuesta del fenómeno de
la infidelidad tiene su origen en la desigualdad entre los géneros porque,
aunque la fidelidad no sea un valor, ni tampoco lo contrario, se traduce, como
antes señalaba, en un código de conducta. Este solo produce intercambios entre
iguales. Desde su origen, fidelidad se identifica con transacción y, por tanto,
se da a cambio de algo. En la época feudal, por ejemplo, los señores eran
fieles entre sí y a sus propios principios y sellaban alianzas voluntarias para
mantener y transferir sus privilegios.”
…..
“De
amantes fijos, ni hablar. Yo no será capaz de montar la « logística» para
dos relaciones sin volverme loca. Así que no. (Marisol)
“Un
amante fijo es como tener dos maridos, un calvario. Muchos rollos, un «banquillo».
(Reyes)
“Muchos
rollos, sin duda. Un amante fijo, en muy poco tiempo…¿no se convierte en un
marido? (Mandy)”
…..
“De
las opiniones volcadas en nuestras tertulias, entresaco una cuantas que
responden a la pregunta ¿Qué
recomendaciones harías a una amiga que se está planteando ser infiel?:
Más
que de recomendaciones, yo hablaría de precauciones, había puntualizado Irene
en su momento. Ante todo, normalidad. Nada de poner esa cara de felicidad todo
el día ni de comprarse cremas maravillosas. Tampoco te dediques, al mismo
tiempo, a renovar tu vestuario entero. Y esconde esa Epilady de última
generación que te ha costado una pasta y te hace hasta una depilación brasileña
que no te crees ni tú. Olvídate del móvil. Te sorprendería saber a qué distancia puede alguien
interesado leer un mensaje de WhatsApp. Y pon contraseñas. Bueno, eso hazlo ya,
porque si no la tienes y, de repente la pones, se te notaría mucho que tienes
algo que ocultar. Y ¿qué es eso de hacer dieta precisamente ahora? Tu hermana
va a empezar a decirte de un momento a otro que si te pasa algo…En fin, más que
hacerle recomendaciones, le diría que tomara precauciones; aunque, la verdad,
los chicos no se suelen enterar de casi nada…”
(Consuelo Sánchez Naranjo, Elogio de la infidelidad de las mujeres, páginas 21, 113, 161)
Tema interesante...
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