jueves, 9 de octubre de 2014

PATRICK MODIANO, PREMIO NOBEL DE LITERATURA



  
   
   Que octubre es por excelencia un mes galardonístico  en el terreno de la literatura lo pone en evidencia la concesión de Premio Nacional de Narrativa otorgado el pasado día 7 a Rafael Chirbes por su novela En la orilla y sobre todo la concesión del Nobel de Literatura. La Academia sueca acaba de hacer público que el elegido este año es el escritor francés Patrick Modiano, argumentando la concesión del Premio a Modiano “por su arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y desvelado el mundo de la ocupación” (la ocupación nazi de Francia). Patrick Modiano, nacido precisamente al final de la II Guerra Mundial, de padre italiano y madre belga, publicó su primera novela, La plaza de la estrella en 1968. Otras cuatro novelas salieron de su pluma hasta 1978 en que recibió el Premio Goncourt por La calle de las Tiendas Oscuras.

   Autor de una amplísima obra narrativa, por lo general de paginación mediana y ambientada en la época de la ocupación nazi de Francia, que él no vivió personalmente, pero a la que considera  un “período confuso y vergonzoso” de la historia francesa que constituye su propia prehistoria personal. El último libro de Modiano publicado en Francia hace apenas una semana, Pour que tu ne te perdes pas dans de le quartier (Para que no te pierdas en el barrio) hace el número veintiocho    de una obra narrativa que se desarrolla en buena medida en el barrio XVI de París, un barrio burgués y anodino, no bloqueado por la historia.

   Veinticuatro títulos de esa extensa obra narrativa están traducidos al español y publicados por distintos sellos editoriales (Monte Ávila, Alfaguara, Martínez Roca, Espasa Calpe, Seix Barral, Debate, Cabaret Voltaire, El Aleph), aunque desde 2007 es Editorial Anagrama la que ha editado o reeditado buena parte de sus obras. Un pedigrí (2007), En el café de la juventud perdida (2008), Trilogía de la Ocupación (2012) que reúne en un solo volumen sus tres primeras novelas: El lugar de las estrellas, La ronda nocturna y Los pasos perdidos. Vendrían más tarde dos novelas nunca publicadas en España, aunque sí en español por la venezolana Monte Ávila: Calle de las Tiendas Oscuras y Villa Triste. Y finalmente en mayo de este año La hierba de las noches.

   Cuatro de sus novelas han sido llevadas al cine: Une jeunesse por el realizador Moshé Mizrahi (1981); Villa triste adaptada por Patrice Leconte en la película El perfume de Yvonne  (1994); Dimanches d’août que inspiró el filme  Te quiero dirigido por Manuel Poirier en 2001. Finalmente en 2006 Mikhaël Hers adaptó De si braves garçons en Charell

   Personalmente en este Cuaderno de crítica literaria he tenido la oportunidad de comentar y valorar el pasado 24 de agosto la última novela de Modiano publicada en España, La hierba de las noches que rescato ahora como una muestra de la autoficción poético-policial de Modiano y de un estilo de escritura hipnótica y seductora. “La escritura como lucha contra el olvido”



La hierba de las noches

Patrick Modiano

Traducción de María Teresa Gallego Urrutia

Editorial Anagrama, Barcelona, 2014, 166 páginas.



   Patrick Modiano está considerado por muchos lectores como el novelista vivo más importante. Y cuando sus novelas son traducidas al español por María Teresa Gallego Urrutia, como  la que acabo de leer, la valoración se acrecienta. Obras como El libro de familia, Calles de las Tiendas Oscuras, Premio Goncourt, Un pedigrí o El lugar de las estrellas, La ronda nocturna, Los paseos de circunvalación publicadas en castellano por Anagrama en un solo volumen (Trilogía de la Ocupación) así lo confirman. El género que más frecuenta Modiano es la novela breve (nouvelle) y La hierba de las noches no se aparta de esas coordenadas; ni tampoco se aleja del estilo habitual de su prosa: escritura sutil, minuciosa y sobre todo poética, que es la marca  de toda su escritura. Hay además en la narrativa de Patrick Modiano varias ideas-eje: la escritura como medio de lucha contra el olvido, como recuperación del ayer. Contra el olvido de todo: familiares, personas amigas, las calles del viejo París y, sobre todo, la barbarie que avasalló el siglo XX. Otra es esa fascinación por penumbras inquietantes, sus incursiones en pasados turbios. Todo eso configura lo que se ha llamado “Universo o país Modiano”, centrado en torno  al París mítico de los años 60, hoy desaparecido, poblado por climas nebulosos, brumas, cafés, calles donde el escritor vivió y creció en su niñez, adolescencia y juventud. Y sobre todo, mucha nostalgia porque ese París es una ciudad que solamente existe en los libros de Modiano.

   En La hierba de las noches Modiano no desentona de ese clima escritural de sus anteriores novelas. En ella, el escritor retorna de nuevo a un pasado ya desaparecido, a una época que solamente cobra vida en los recuerdos que Modiano llega a confundir con los sueños; evocaciones llenas de elementos huidizos que el escritor había anotado en una libreta, como confirmación de su existencia y que, no obstante, llegan a constituir un verdadero enigma. Y como casi todas sus novelas, también ésta brota del mismo manantial: el tiempo misterioso, inquietante, frecuentemente peligroso de su adolescencia, habitado por personajes que acaban de salir de la clandestinidad, como su propio padre de origen judío, con frecuentes incursiones en el mercado negro.

   Jean es el protagonista y voz narradora de la novela y seguramente alter ego del propio Modiano. Es escritor dependiente de esa libreta negra  en la que apunta infinidad de notas. Solitario y perdido en un mundo hostil y a la vez atrayente, el París de los 60. Gracias a esa libreta, muchos años después puede mirar hacia atrás y reconstruir la etapa de su vida que se corresponde con esos años. Desde el presente se ve obligado a enfrentarse a varios personajes que conoció en aquellos momentos pretéritos: un antiguo amor, Dannie dice llamarse, que arrastra un pasado enigmático y misterioso que ella misma no desvela. Y a su par, una colección de “personas raras”, los golfantes huéspedes  del Unic Hôtel como Ghali Aghamouri, Langlais, Chastagnier, Duwelz o Gérard Marciano, cuyas verdaderas identidades se esconden bajo antifaces y que evaden las preguntas de Jean. El relato se centra en el paseo recordatorio  del protagonista por el viejo recinto urbano de su vida, tan alterado por el paso del tiempo. En ese recinto, el protagonista habrá de enfrentarse con lo que fue su desasosiego sentimental, que tenía lugar a la vez que las revueltas populares de la Francia poscolonial, o el secuestro de Ben Barka. Y un enigma que el lector no descubrirá hasta el final de la obra.

   Novela erguida con el aire que respira la memoria, tal como ésta se conserva muchos años después. Recuperando los recuerdos, el pasado, en una beligerancia contra el olvido, mas con la particularidad de que  La hierba de las noches está escrita como una novela negra, como un thriller policial. Rescate y elegía del pasado en el que una investigación policial  viene a ser la última frontera de las geografías pretéritas que, en el presente, se convierten en tiempo ido, en vejez. No sin razón, La hierba de las noches ha sido considerada como el culmen de una autoficción poética-policial. Porque el escritor nacido en Boulogne-Billancourt es capaz de amalgamar una trama de novela negra (un aire de suspense se incrusta en su esencia), con un texto escrito con finas suturas poéticas. No porque la prosa de la novela remede la poesía, sino porque el escritor es capaz de crear, con lengua precisa y mediante numerosas elipsis, una especie de estado onírico en la mente  del lector, que debe completar lo oculto y velado. En cuanto a su arquitectura interna, Modiano sitúa esta novela breve en las antípodas del canon compositivo tradicional. Aquí no hay introducción, nudo y desenlace. Solamente París y Modiano y esa aura melancólica, y por lo mismo triste, que produce la vivencia, muchos años después, del tiempo ido que solamente pervive en la memoria.



Francisco Martínez Bouzas



                                                    
Patrick Modiano (foto de Daniel Mordzinsk)

Fragmentos



“Ayer por la noche fui recorriendo con el dedo índice en el mapa el trayecto de París Feuilleuse. Era remontar el curso del tiempo. El presente no tenía ya importancia alguna, con esos días todos iguales con su luz sin brillo, una luz que debe de ser la de la vejez en la que nos da la impresión de estar sobreviviendo. Me decía que volvería a encontrar la hilera de árboles y las cercas blancas. El perro se me acercaría despacio, recorriendo el paseo. Había pensado a menudo que, aparte de nosotros, era el único habitante de la casa, e incluso el dueño.”



…..



“Sí, a veces la vida es monótona y cotidiana, como hoy, cuando estoy escribiendo estas páginas para dar con líneas de fuga y evadirme por las brechas del tiempo. Estábamos sentados los dos en el banco del paseo central, entre la parada de taxis y el hotel Taranne. El año siguiente me enteré también de que allí, en aquella acera, habían cometido un crimen, detrás de donde estábamos nosotros. Obligaron a subir a un coche -que dijo ser de la policía- a un político marroquí, pero de hecho fue un rapto y, luego, un asesinato. Y el nombre de «Georges», ese que estaba a menudo en el vestíbulo del Unic Hôtel salió en los periódicos como el de uno de los ejecutores de aquel crimen…”



…..



“Las estaciones cambian y se confunden en el recuerdo como si éste, con el paso de los años, viviera su propia vida, una vida vegetal, y no fuera nunca una imagen fija y muerta. Sí, las estaciones se mezclan a menudo; la primavera del invierno, el veranillo de San Martín… Cuando llegamos bajos los soportales, estaba lloviendo, una lluvia muy fuerte o, más bien, uno de esos chaparrones que lo pillan a uno desprevenido en verano.”



(Patrick Modiano, La hierba de las noches, páginas 43-44, 104-105, 114)

2 comentarios:

  1. Realmente interesante poder conocer su obra...

    Gracias

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  2. Gracias, Paco, gracias, =)
    Me encanta cómo explicas la literatura que te gusta. Cuando leo tus críticas no me queda más remedio que evocar retazos de mi propia vida y, sobre todo, me crece el deseo de entrar en esas mismas páginas para encontrar quién sabe si recuerdos que también pueden ser míos... Como aquel en el que al entrar en la catedral de Chartres recorrí con la yema de mi dedo índice el laberinto y sentí una luz que estallaba en mi centro y una ganas inmensas de vomitar un pasado mugriento, aún sigo sin saber cuál...

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