Orlando furioso narrado en prosa del poema de
Ludovico Ariosto
Italo Calvino
Traducción de Aurora Bernárdez y Mario Muchnik
Ediciones Siruela, Madrid, 2014, 170 páginas.
Han sido muchos los autores
que se han dedicado a contar y a reescribir algunas de las grandes obras del
pasado, en especial de los clásicos de la literatura. La reelaboración de una
obra literaria suele ser fruto de distintos
intereses o imperativos: adaptaciones teatrales o cinematográficas, iniciativas
de divulgación radiotelevisiva, o simples lecturas públicas en el ámbito de
manifestaciones culturales. El poema de Ludovico Ariosto, Orlando furioso contado por Italo Calvino nació como fruto de una
iniciativa de este tipo. En el año 1966 Calvino escribió una introducción a la
obra de Ariosto. Al año siguiente y en 1968 el Orlando furioso, reescrito por Italo Calvino, salió a las ondas en
una serie de transmisiones radiofónicas de le RAI. Dos años más tarde, en 1970,
será recogido en un volumen que ahora Ediciones Siruela publica en español,
formando parte de la “Biblioteca Calvino”.
El tema Rolando, en italiano Orlando, es el
arranque de una serie de leyendas que forman parte de la “materia carolingia”
que penetró en el Romancero español y en la literatura italiana a través de los
“cantari” (cantos populares de naturaleza narrativa). Nace así el Orlando
innamorato de Matteo Maria Boiardo
(1441-1449) y sobre todo su continuación, por obra del poeta de la corte
ferraresca Ludovico Ariosto (1474-1533), en el vasto poema Orlando furioso, escrito con actitud burlesca hacia todas las
aventuras que inventa para recreo de cortesanos y cortesanas. La voluntad satírica
del poeta se manifiesta por encima de ese mundo caballeresco de combates,
fantasías, pequeñas pasiones y disparates de sus personajes. Orlando furioso alcanzó una gran difusión,
y no solo en Italia. En España, escritores del Barroco como Góngora o Quevedo
tejieron sobre el tema no pocos romances e incluso parodias.
Italo Calvino (1923-1985) le dedicó al Orlando furioso una especial atención en
el curso de toda su obra literaria. Algunas de sus novelas como El vizconde demediado, El caballero
inexistente o El castillo de los
destinos cruzados translucen claramente el interés que Calvino manifestó
por la atmósfera fantástica de los romances caballerescos, desde que su
encuentro con el poeta Elio Vittorini le estimuló a abandonar la literatura
social y adentrase en la senda en la que afloraría sin duda su verdadero
talento: la literatura fantástica. Con relación a Ariosto, Italo Calvino declaró
que era su poeta. Y una de las pruebas es esta reescritura del Orlando furioso. Enamorado de la poesía
límpida, misteriosa e irónica de Ariosto, Calvino viaja en zigzag en el
interior del mágico poema ariostesco, seleccionando, comentando y explicando
las estrofas más bellas, en alternancia con su propia versión de los
acontecimientos, en una narración apasionada y vivaz. Calvino amalgama pues su
propia narración con los versos del Orlando
furioso, rescatados de la versión española, aprobada por el propio Calvino,
que en 1883 publicó Juan de la Pezuela.
El libro nos permite comprender tanto la poética
y el estilo de Ariosto como el interés de Italo Calvino por el mundo fantástico
de los poemas caballerescos. Una reescritura pues en la que se mezclan los géneros
literarios como en las historias de los paladines de Carlo Magno: la octava
rima de Ariosto se reproduce, en sus episodios más notables, al lado de la
narración en prosa de Calvino, que funciona como texto de acompañamiento
explicativo, como ensayo crítico y como reasunción de altísima calidad de una
obra universal de la literatura italiana. La bellísima Angélica, hija del rey
de Catay y experta en artes mágicas que enamora a todos los caballeros, tanto
cristianos como musulmanes, las batallas y los duelos, los choques de paladines
e infieles, el galope de los caballos y sobre todo las intermitencias del corazón
humano, mucho más que las doncellas encantadas, las fiestas animadas por ninfas
o los encuentros fantásticos, es lo que ciertamente nos introduce en el espíritu
de un poema trabajado con minucioso cuidado a través del secreto de la octava
ariostesca y en la desenvoltura de la
salida irónica y reescrito de forma magistral por la prosa imaginaria de uno de
los grandes narradores del siglo XX.
Francisco
Martínez Bouzas
Italo Calvino |
Fragmentos
“Angélica
escudriña entre los arbustos y ve un guerrero enorme, de largos bigotes caídos,
perfectamente armado, que yace tendido como ella del otro lado del mata y que,
con la mejilla apoyada en una mano, se lamenta y murmura frases sin sentido: la
virgencita…la rosa…De rosas habla, este pedazo de soldado: huele una rosa que
acaba de abrirse, y dice que sería una lástima cogerla, que una vez separada
del tallo pierde todo su valor; desdichado de él, es lo que siempre le pasa;
las rosas las cortan siempre los demás; pero ¿será de veras cierto que la rosa
cogida pierde su valor? ¿Por qué él entonces no logra olvidarla? (42-44).
…..
“De
la India, donde había sido prisionero de Alcina, Astolfo, liberado por Logistilla,
regresa a Occidente. Su caballo Rabicano es tan ligero que no deja huellas ni
en la arena ni en la nieve, y cuando galopa por un prado no quiebra ni siquiera
una brizna de hierba: es un caballo sin peso, nacido del encuentro entre una
llama con formas de yegua y un golpe de viento. Bajo sus cascos impalpables
discurre un mapa suntuosamente historiado con figuras y pergaminos, en el que
las maravillas del viaje de Marco Polo se suman a las profecías de los
descubrimientos del siglo XVI, las noticias transmitidas por los autores clásicos
a los ecos de las expediciones de Cortés.
Bajo
la mirada de Astolfo, Edmundo trata por última vez de desplegar sobre un solo
mapa todas las dimensiones de la imaginación humana: cada nombre de lugar evoca
espectáculos naturales, monumentos, costumbres de los pueblos, pero también
dioses de la mitología clásica y ogros y hadas de las fábulas.”
(Italo Calvino,
Olando furioso narrado en prosa del poema de Ludovico Ariosto, páginas 33,
91-92)
Un interesante libro, buena recomendación.
ResponderEliminarGracias