Denis Guedj
Traducción de Consuelo Serra
Editorial Anagrama, Barcelona, 336 páginas
(LIBROS DE FONDO)
La publicación de la novela
del escritor francés Denis Guedj, Le
Mètre du Monde (París, 2000) consolida la fijación de un nuevo subgénero
literario: la novela pedagógica. No quiere esto decir que antes de esa fecha no
existiesen novelas pedagógicas. Siempre las hubo y de hecho en la antigüedad se
pretendió que todas las obras literarias fuesen en cierta manera pedagógicas.
“Docere et delectare” era el lema. Sin
embargo las novelas antiguas nunca llegaron a satisfacer del todo ambos
propósitos. O solamente intentaron entretener -es el caso de Luciano, Apuleyo o
Petronio- y por lo tanto no eran pedagógicas, o, por el contrario, únicamente
se proponían enseñar, como el texto de Filóstrato sobre Apolonio de Tiana, y
entonces dejaban de ser novelas.
Otro caso de la literatura con intención
docente es el de las novelas épicas. Perseguían todas ellas enseñar un modelo
de conducta por medio de la narración de hechos dispares de un héroe modélico
(Roland, Lancelot, Amadís o Tirant) digno de ser aprendido por mimesis. Fue
Cervantes el que clausuró esta modalidad estética al convertir a su héroe en un
antihéroe, en una persona normal, llena de defectos, un personaje normal o
alienado.
Mas la verdadera eficacia de la novela
(enseñar algún área del saber y a la vez entretener) empieza con El mundo de Sofía de Jostein Gardner. En
su misma línea innovadora se encaminan las novelas de Denis Guedj (1940-2010).
Este matemático, profesor de historia de la ciencia, responsable de Matemáticas
en la Enciclopedia Larousse, cineasta y autor teatral, se dio a conocer como
novelista con La Mesure du Monde: Le
Méridienne y de forma muy especial con las dos novelas que Anagrama tradujo
al español: El teorema del loro y El metro del mundo. Posteriormente en el
año 2005 publicaría Zéro, una
explicación de la invención del “cero· a través de cinco encarnaciones de una
mujer.
El
teorema del loro nos enseña la historia de las matemáticas y permite, al
mismo tiempo, que no deleitemos como lectores, al presentar Denis Guedj en el montaje
de la trama una verdadera trama policial en el que se esconde un misterio que solamente
se podrá resolver hallando una clave encubierta que tendrá que ser desentrañada
con la lectura comprensiva de una lujosa biblioteca de Matemáticas.
A su vez, El metro del mundo es la recuperación de una aventura intelectual y
humana de gran transcendencia para la humanidad: la instauración del sistema métrico
decimal en los albores de la Revolución Francesa. El pueblo francés llevaba
siglos reclamando la uniformidad de las medidas, un proyecto que estaba sin
resolver desde Carlomagno, el gran unificador. El desplome de su imperio marcó
el triunfo del feudalismo y proporcionó a los señores el dominio sobre pesos y
medidas. Embates unificadores recorren la historia, tentativas para reducir las
medidas a una sola forma. Pero no es hasta los Estados Generales de 1789,
convocados por Luis XVI, cuando una de las peticiones de los miles de cuadernos
de agravios (“Que no existe en el territorio dos pesos y dos medidas diferentes”)
hizo que la maquinaria unificadora se pusiese en marcha. La soberana Asamblea
Nacional abroga los privilegios e instituciones que perjudicaban la libertad y
la igualdad. Y el yugo milenario, el poder metrológico de los señores acaba resquebrajado.
Comenzó entonces la aventura de hacer real la igualdad de los hombres ante las
medidas.
El
metro del mundo narra esta epopeya histórica que exigió la medición del meridiano terrestre desde Dunkerque
hasta Barcelona, requisito para lograr la instauración de un metro como unidad usual
de medida. Un logro científico conseguido en nombre de una utopía: la igualdad.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Martes
4 de agosto. La máquina está en marcha. La nobleza y el clero renuncian, se
dice que con entusiasmo, a los privilegios que les han convertido en lo que
son. En el curso de una sesión que se podría calificar de sacrílega, los representantes
de las dos clases, en soberbia dramaturgia, arrojan a las llamas lo que
constituyó su poder, su riqueza y su identidad. Los privilegios, todos los
privilegios son abolidos. La Asamblea Nacional, va, según sus propias
palabras, a «abolir irrevocablemente las
instituciones que perjudicaban la libertad e igualdad». El día 11 vota los
diferentes artículos que precisan los términos de esa abolición. Entre ellos el
17 dice: «Los derechos de patrón de pesas y medidas se suprimen sin compensación
alguna» Y dice el 18:«Los municipios proveerán gratuitamente de patrón y de
verificación de peso y medidas”
El
yugo milenario acaba de romperse. Se ha acabado el poder metrológico de los
señores. La destrucción del feudalismo era una condición necesaria para el
triunfo de cualquier tentativa de uniformización de los pesos y medidas.”
…..
“El
1 de enero de 1840 se decreta el sistema métrico. Por fin el sueño de los reyes
de Francia se ha hecho realidad. Y, al final, es un rey, Luis-Felipe, quien
habrá realizado definitivamente la uniformización de pesos y medidas. Ya hace pues 160 años que Francia
es métrica.
Aunque
no es la primera en serlo de forma continua. La han precedido Bélgica, Holanda
y Luxemburgo que han adoptado el sistema métrico desde 1836.
Unos
decenios más tarde, en 1867, una Conferencia Geodésica Internacional reunida en
Berlín declara: «El sistema métrico es perfectamente válido para ser adaptado
universalmente en razón a los principios científicos sobre los que se ha
establecido, la homogeneidad que reina en todas partes, la simplicidad y
facilidad de sus aplicaciones en las ciencias, artes, industria y comercio.»
Los creadores del metro pueden sentirse satisfechos, su «visión» es reconocida.”
/Denis Guedj, El
metro del mundo, páginas 19-20, 291-292)
Un subgénero literario muy intertesante...
ResponderEliminarMark de Zabaleta