Laurence Cossé
Traducción de Isabel González-Gallarza
Editorial Impedimenta, Madrid 2012, 416 páginas.
De la mano de ese excelente catador de buenos libros que
es Enrique Redel, el director de Editorial Impedimenta, se nos ofrece a los
lectores españoles la posibilidad de deleitarnos con la traducción de Au bon roman, editada originalmente en 2009 por Editions Gallimard. Laurence Cossé
(Boulogne-Billancourt, 1950) es la autora de esta novela libresca en la que se
suturan, junto a su agudo contenido satírico, muchos otros elementos que tienen
que ver con el amor y la muerte. La trama de la pieza de L. Cossé -intrigas bibliófilas-
nos demuestra una vez más que nada se escapa a los tentáculos de la literatura
que lo aprovecha todo para sus fabulosas invenciones/mentiras, muchas de ellas,
sin embargo, con base en la realidad.
Libreros y libreras de casta, apasionados
por los productos que venden (¿existe algún buen librero o alguna buena librera
que no le guste la lectura?) son los personajes principales de esta propuesta
narrativa cuya sinopsis, aunque no “spoilizaré” el argumentos, se puede resumir
en las siguientes líneas. La autora nos transporta al París actual, donde un
antiguo vendedor de libros, Iván “Van” Georg y una rica aristócrata, Fracesca
Aldo-Valbelli, deciden convertir en realidad el sueño de fundar, montar y
gestionar una peculiar librería, la mejor de todos los tiempos, en la que solo
se vendan las mejores novelas. Un comité asesor formado por ocho escritores de
reconocido prestigio les ayudarán en la selección de los títulos con los que
inaugurar esta librería ideal, llamada precisamente “La Buena Novela”.
Y así surge la intriga porque un grupo de
escritores no seleccionados y algunos medios de comunicación intentan torpedear
la iniciativa. Los fundadores no se amilanan y mantienen en pie su proyecto
hasta que un día tres de los miembros
del comité asesor son víctimas de un sospechoso accidente que pone en riesgo
sus vidas, por lo que interviene la policía. Entonces el relato comienza a deslizarse por los senderos de la intriga,
hasta desembocar en un final con un toque de sorpresa y misterio.
La Buena
Novela es sin duda un libro sobre bibliofilia, sobre esos textos cuyo tema
principal es el amor por la literatura, y sus personajes son lectores tan
compulsivos quizás como el primer “letraherido o loco de los libros, Alonso Quijano,
el hidalgo manchego. Pero no solamente es eso. Es igualmente una novela de
intriga, lo que la hace accesible a todos los públicos. Y, sobre todo, una
profunda e inquietante reflexión sobre el mundo de los libros y la industria
que los produce que, no lo olvidemos, es una industria más, con sus canales de
promoción, con superventas que ahogan la buena literatura, con ciertos premios
literarios cuyo papel no siempre es positivo. En ese contexto, fiel reflejo de
la actual industria editorial con los megagrupos que han engullido editoriales
antaño independientes y que muchas veces intentan imponer el libro único,
frecuentemente banal e insubstancial, Laurence Cossé apuesta decididamente por
la buena literatura, por los libreros cuyo filosofía se basa en la
independencia del imperio del best seller y de las pseudonovelas, preñadas de argumentos
tan actuales como superficiales.
La novela cuestiona así mismo el papel que
desempeñamos cada uno de nosotros como lectores. Otro aliciente del texto de L.
Cossé es la referencia a esas buenas novelas de todos los tiempos, desconocidas
muchas de ellas para el lector español, porque predominan los títulos
franceses.
A nivel formal la novela no ofrece
especiales dificultades lectoras, aunque empiece como un thriller, “in media
res”. Los personajes principales no son planos, evolucionan a lo largo del
relato y poco a poco van soltando el lastre de los secretos e intimidades de su
pasado. Tanto la voz narrativa como el punto de vista son cambiantes y
tornadizos. Sin ningún aviso se salta de un personaje a otro, pero el lector no
se siente perdido en ninguna maraña o entramado técnico. Al contrario, esos
cambios de narrador y de punto de vista permiten obtener una visión más
completa de la historia. Un estilo de prosa rico, ornado a veces de ciertos matices líricos, viste
esta buena novela que se puede leer como novela sobre libros y lectores, pero
también como novela policíaca e incluso como un divertimento entretenido en algunas
de sus páginas.
Francisco
Martínez Bouzas.
Laurence Cossé |
Fragmentos
“- Me despierto en mitad de la noche -confesaba
Francesca-. Y eso que yo duermo poquísimo. Abro los ojos, y de inmediato, se
por qué. Enciendo la luz. He colocado un bloc de notas en mi mesita de noche.
Esta madrugada,, a las tres, he apuntado Le muet.
-¿Cuál?
-La muet, de Béatrix Beck. No aparece en la lista. León Morin, en cambio, figura tres veces. Todas las
novelas que Béatrix Beck escribió sobre su doble, ese personaje al que llaman Barny,
se han incluido en la lista, salvo La muet. Pero yo opino que el ciclo dedicado a Barny tiene que figurar íntegro
en nuestra librería. Y Don Junan des Forêts, que es posterior. Y L’Enfant-chat.”
…..
“La respuesta de Francesca tuvo un eco
considerable. Decena de periódicos y de revistas, centenares de páginas web
reprodujeron su texto.
No tardó en aparecer un panfleto en el
que solo figuraba la segunda parte del texto, a partir de «Queremos libros
necesarios…». Esa suerte de manifiesto circuló durante meses impreso de mil
maneras, siempre como mimo, a veces, en
un papel muy bonito. A menudo, el formato se asemejaba al de un poema, con
puntos y aparte. Cada verso empezaba por la palabra «libros»:
Libros que estén ahí como seres queridos
Libros para las noches…
Libros que estén a la altura…
O por la idea de «queremos»:
No necesitamos…
No queremos…
Queremos…
Esta página se reprodujo en todas las
paredes, en las bibliotecas, en las puertas de los cines, en las ventanas de
los cafés y en numerosas librerías. «Siempre llevo un taco en el bolso», admitió
Anis ante Ivan en un correo electrónico. «Se lo doy a todo el mundo.»
(Laurence Cossé, La
Buena Novela, páginas 160, 279-280)
Excelente presentación...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta