Silvia Bardelás
Traducción de Carmen Pereiro
Pulp Books, Cangas do Morrazo, 2013, 256 páginas.
Pulp Books es un pequeño sello editorial
perteneciente a Rinoceronte Editora, nacido con la finalidad de dar a conocer
la literatura gallega, especialmente la narrativa, más allá de las fronteras de
Galicia. Lo hizo primero con traducciones al castellano y lo hace ahora también
con versiones al catalán de dos piezas
narrativas, una de Iolanda Zúñiga y otra de Diego Ameixeiras. Un paso más al
que se suma la traducción al castellano que acaba de hacer Carmen Pereiro de As Médulas de Silvia Bardelás.
Las
Médulas es una novela con un alto grado innovador, tanto en su forma como
en su contenido. La novela de Silvia Bardelás reniega de las concepciones
canónicas a la hora de narrar y en ella no falta el vanguardismo ni la
experimentación. Por eso mismo, su lectura exige lectores activos que no
quieran ver un obstáculo para la lectura ni en la disposición del texto, sin
capítulos, prácticamente sin puntos y a parte, aunque sí con muchos epígrafes,
y sobre todo en el contenido narrativo que va creciendo entre las fronteras de
la literatura y de la filosofía. Ignorar estas nuevas sendas de narrar,
posmodernas o experimentales, equivale a desconocer que el mundo se mueve
constantemente hacia alguna parte. La literatura y las demás expresiones
artísticas no tienen más remedio que acompañarlo.
Debemos pues leer esta novela de Silvia
Bardelás teniendo presente lo que afirma un reputado estudioso de la
narratología: la novela es el reino de la libertad, libertad de contenido y de
forma y es por naturaleza proteica y abierta. No metamorfosea ciertamente Silvia Bardelás el carácter
novelesco de su propuesta narrativa, pero es preciso reconocer que la autora
asume riesgos tanto con el contenido como con la manera de plasmarlo. La
escritora nos sumerge en las vivencias y preguntas de dos parejas que viven un
profundo desencuentro, emotivo y relacional. Una verdadera crisis existencial
recorre los latidos vitales de la que forman Sara y Juan. Su afectividad no
había crecido todo aquello que debería haber medrado y por eso se sienten muy
alejados. La otra pareja, la formada por Flora y José, provienen del mundo de
la emigración y, sobre todo el personaje femenino, una musulmana a la que el
mundo le había incluso cambiado el nombre para poder hacerle un hueco, es una
mujer profundamente inadaptada. El azar hace que se encuentren en Voces, una
pequeña aldea muy próxima a Las Médulas. Y allí, en ese paisaje idílico, pero
que también actúa como una muralla envolvente (las paredes- montañas de Las
Médulas cortan el infinito), intentan llevar a término el proceso de revisión
de sus vidas, lo que obliga a Sara a abandonar la casa y a hacer un viaje.
El relato de sus experiencias vitales con la
recuperación del pasado en continuas analépsis que influye en el presente,
constituye el argumento de la novela. Lo que acontece en esas semanas de
convivencia es insignificante. Incluso el adulterio, narrado de tal forma que
el lector apenas lo percibe, es algo circunstancial, irrepetible y no dispara
ningún drama.
Para mi gusto, Las Médulas es una buena muestra de la novela introspectiva,
cimentada en claras e innegables transferencias filosóficas. Sin abusar de la
intertextualidad con pensadores -las únicas citas son breves referencias a
Maslow, Heidegger y Sartre- me atrevería a decir que Las Médulas es una de las novelas más filosóficas, quizás la más
existencial, de la literatura gallega. Actuando como portavoz omnisciente de
las conciencias de los personajes, la narradora relata formas de estar en el
mundo, reflexiona sobre el orden para volver a la realidad, sobre el peso del
destino, sobre esas reglas que tiene la vida y que no conocemos, pero que no
por eso dejan de funcionar inexorablemente. Una reflexión especialmente sobre
la crisis existencial, la angustia y las posibles vías para salir de la misma.
Con relación a los aspectos formales de la
novela, resaltaría en este comentario el carácter poliédrico de la narración,
el juego narrativo con personajes modelados que evolucionan hasta el punto de
que su evolución se convierte en la esencia de la novela. Y de manera muy
significativa, la apuesta de la autora por el lenguaje que confluye en una
minuciosidad descriptiva, a veces incluso hiriente e insultante. Hay
sobreabundancia de descripciones de
objetos y acciones hecho que invita a comparar la escritura de Silvia Bordelás
con la de los autores del “Nouveau roman”. Pero a diferencia del objetivismo de
Robbe-Grillet y compañía, en la escritura de Silvia Bardelás, el lector puede
entrever horizontes estéticos y axiológicos y no es la nada la destinataria de
su discurso.
Francisco
Martínez Bouzas
Silvia Bardelás |
Fragmentos
“Lo que le gustaba a Juan de Sartre era
el reconocimiento de la responsabilidad del hombre, colocarlo en su humanidad,
darle un lugar, limitarlo, eres libre chaval, por lo tanto, limitado. Eso ya lo
pone él, cree lo de limitado, no se acuerda exactamente de la teoría de Sartre,
sí de la sensación que producía la palabra libertad mirando al otro lado de la
ventana cuando empezaba la primavera. El mundo por descubrir, entonces nunca se
le habría podido pasar por la cabeza que la libertad era una limitación, la
libertad era salir y sentir, quedar, estar sin padres, leer, escuchar música,
mañana quedamos y te escucho, escucho lo que me puedas contar sobre el mundo
con tu piel blanca y tu pelo negro y tus ojos azules y tus pecas en la nariz.”
…..
“Siente dentro, siente fuera, solo pensar
en él, no necesita nada más, eso es lo que alimenta la situación. Y si se fue,
si lo dejó allí tumbado y lo tapó bien y colocó el embozo de la cama para que
le resultase más fácil moverse dentro y no encendió la luz y dejó una toalla
limpia para que pudiese ducharse nada más levantarse y dejó un vaso de agua en
la mesa de esa habitación y recogió la ropa y la metió en el armario para que
ningún elemento distorsionase el momento, si pudo verlo desde la puerta y
desear estar a su lado y aún así irse, fue porque él necesita descansar, ahora
puede descansar. Antes de quedarse dormido, le pasó la mano por detrás y sintió
las gracias, eran gracias y se quedó dormido, así que Flora tiene la sensación
de haberse portado bien, ha conseguido que alguien inquieto, más que inquieto,
perdido y enfermo, pudiese descansar y eso solo lo puede hacer ese sentimiento
que la domina, que ella dice, sigue, por favor, sigue, porque aunque no sabe
que se puede ir porque nunca lo ha tenido, tiene la sensación de haber entrado
en otro mundo, el de verdad, quiere quedarse siempre así, sabe que ese
sentimiento es la verdad, la bondad y la belleza porque todo le parece bonito,
y porque cuando el chico se quedaba dormido en la habitación y el sol se había
ido y era el último momento del calor malva al fondo, quiso volver a su casa y
darle de cenar a José…”
(Silvia Bordelás, Las Médulas, páginas 1001, 132-133)
Una gran presentación.
ResponderEliminarGracias
Mark de Zabaleta
Gracias de nuevo Mark por tu lectura y comentario.
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