Antología
Pablo Neruda
Selección: Gerardo Beltrán y Abel Murcia
Ilustraciones: Adolfo Serra
Editorial Luis Vives (Edelvives), Zaragoza, 2013, 140
páginas.
Un día como hoy en el que son exhumados en
Isla Negra, frente al Pacífico, los restos mortales de Ricardo Eliécer Neftalí
Reyes Basoalto para comprobar si su fallecimiento se produjo de forma natural o
por envenenamiento ordenado por la dictadura pinochetista en 1973, es una buena
ocasión para perdernos, una vez más, entre los sones de la voz poética de aquel
joven poeta que tomó del checo Jan Neruda el pseudónimo que utilizó para
ocultar a su padre sus precoces actividades poéticas, plasmadas en la colección
de poemas de amor más leída y reproducida del mundo, Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Y una buena forma de hacerlo es degustar
este amplio ramillete de sus poemas, antologados por Gerardo Beltrán y Abel Murcia, y hermosamente
editados, hace apenas unas semanas por Editorial Luis Vives (Edelvives). En
efecto, en las páginas de esta antología, La
piel extensa, se halle una muestra
significativa del legado poético de Pablo Neruda: las huellas y el rastro de
quien siempre tuvo seguridad en el hombre y nunca perdió la esperanza. Y
confiaba que, con paciencia, la poesía no habrá cantado en vano como dijo en su
discurso de recepción del Nobel.
Pablo Neruda, poeta político a partir de 1936,
se aproxima gradualmente a las realidades sociales. Su experiencia de la Guerra
Civil española, como dice en Memorial de
la Isla Negra, le abre los ojos para hacerse sensible a la cruda y dolorosa
verdad de su propio país. Pero quizás el gran problema de la poética nerudiana,
como en sus día hizo notar José María Valverde, es que su poema social, político
e histórico empieza y no acaba nunca, porque habla, en las tres versiones
diferentes y sucesivas, de lo humano y de lo menos humano (la naturaleza, la
geología, los ríos y los mares, los pájaros y las plantas, el pasado histórico
y el presente).
Pablo Neruda, “adherido” tardíamente a la
causa de una ética cívica, pone entonces
al servicio del ideal de justicia su voz poética. Como activista político lo
había hecho mucho antes. Neruda, siendo cónsul de su país en la capital de
España, tomó partido por el Madrid bombardeado, lo que hizo que su gobierno le
destituyera. Desde París, trabajando primero con Cesar Vallejo en un comité de
ayuda a la República y más tarde como cónsul en París, tras el triunfo del
candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda, siendo ministro de salud pública
en Chile Salvador Allende Gossens, conseguirá fletar aquel viejo mercante, el Winnipeg, barco de la diáspora pero
también de la esperanza para los republicanos españoles que huyen de la represión
franquista y son acogidos fraternalmente en Chile.
La presente antología distribuye muchos de
los poemas más importantes y significativos de Pablo Neruda bajo siete epígrafes.
“El amor”: un tema recurrente en la poesía del vate chileno. Sus amores
adolescentes y su último amor, algunos con nombre propio, siguen viviendo en
sus poemas. “La poesía”: “ese pasamanos con el que podemos contar cuando está
oscuro y resbaloso”, obra del poeta, “alguien que está entre la sombra y el
espacio con la boca llena de noche y de agua”. “El mar”: siempre presente en la
obra nerudiana, con distintas caras y estados de ánimo y que a veces se convierte en inmensidades
oceánicas. “El tiempo”: que dura mientras dure la memoria. “Un espacio para los
sentidos”: porque Neruda es un poeta sensual y por eso sus poemas están
repletos de sensaciones (luz, sombras, aromas, sonidos, frío, calor…). “La
naturaleza en vuelo”: la naturaleza en la poesía nerudiana tiene palabra y cientos
de nombres y en ella cabe todo, la sublime e indomable geología y la humilde
cebolla. “Y al final unas preguntas”: todos queremos saberlo todo -también los
gatos- y para eso es la poesía, esa gran verdad del mundo.
Más de cincuenta poemas antologados en La piel extensa, a los que las
ilustraciones de Adolfo Serra no solo decoran con colores y formas, sino que
expresan la substancia de lo enunciado por uno de los grandes poetas de todos
los tiempos.
Francisco
Martínez Bouzas
Pablo Neruda |
Fragmentos
FINAL
“Matilde, años o días
dormidos, afiebrados,
aquí o allá,
clavando,
rompiendo el espinazo,
sangrando sangre verdadera,
despertando tal vez
o perdido, dormido:
camas clínicas, ventanas extranjeras,
vestidos blancos de las sigilosas,
la torpeza en los pies.
Luego estos viajes
y el mío mar de nuevo:
tu cabeza en la cabecera,
tus manos voladoras
en la luz, en mi luz,
sobre mi tierra.”
YO VOLVERÉ
“Alguna vez, hombre o mujer, viajero,
después, cuando no viva,
aquí buscad, buscadme
entre piedra y océano,
a la luz procelaria
de la espuma.
Aquí buscad, buscadme,
porque aquí volveré sin decir nada,
sin voz, sin boca, puro,
aquí volveré a ser el movimiento
del agua, de
su corazón salvaje,
aquí estaré perdido y encontrado:
aquí seré tal vez piedra y silencio.”
(Pablo Neruda, La
piel extensa. Antología, páginas, 27,62)
Acertado recuerdo...
ResponderEliminarMark de Zabaleta