A lo lejos el cielo del sur
Así les hacemos la guerra
Joseph Andras
Traducción de Álex Gilbert
Editorial Anagrama, Barcelona, 2022, 175 páginas.
“Dos textos de literatura no ficción” según Sylvie Tanette en Les Inrockuptibles, un hecho que es un estímulo para aquellos que somos incondicionales de la narrativa no ficcional. Dos textos breves que dibujan un retrato de personajes intercambiables de la liberación y de la opresión, y que están en los orígenes, quizás remotos de los conflictos que aún hoy nos sacuden. Su autor, Joseph Andras, tres novelas con esta en su haber: De nos fréres blessés, en 2016, ganadora del Premio Goncourt a la primera novela, que el autor rechazó para expresar su repudio a la institución y a la competición literaria. Un nuevo estímulo para mi lectura, muy alejada de la literatura competitiva. Y Pour vous combattre (2022). Autor así mismo de un texto poético: Vive tranquilo en Normandía y no desea inmiscuirse en los movimientos literarios parisinos.
El primer relato juega con la figura de un icono: Ho Chi Minh, el líder supremo de Vietnam y sumo sacerdote de un comunismo difuso. De un Vietnam hoy rendido al comercio internacional. Pero en otro tiempo su contorno fue otro: el de un peregrino sin un franco en París, y siempre controlado por la policía. Su primer nombre Nguyén Tât Than. El mundo salía de la Gran Guerra. En el país del Támesis había trabajado de todo, incluso distribuyendo alimentos a los muertos de hambre. Como un ser “denso como una sombra”, así lo retratan en 1918. Un año más tarde, el futuro Ho Chi Minh de unió a un colectivo de Patriotas Anamistas, y asumió la identidad de Nguyen Ai Quôc.
El relato va detallando los pasos, gestiones y andanzas de Ho Chi Minh en Francia mientras fue Nguyen Ai Quôc. Peticiones, llamamientos, viajes, encarcelamientos, mudanzas de un descamisado de veintinueve años; los espionajes a los que fue sometido, los tugurios en los que habitó. Todo para labrar y exigir la libertad que le corresponde a su pueblo, aturdido por el alcohol y el opio, con mujeres maltratadas y capitalistas franceses que se enriquecen a costa de los más humildes de su pueblo. Hasta convertirse en el Patriota, en el centro del movimiento anamista y adherirse a la Tercera Internacional. Será el “Ghandi franciscano” pero infunde ya verdadero pavor. Aunque reconoce que Indochina no estaba madura para la revolución, y le correspondía al socialismo sembrar las semillas de la emancipación.
Se desconoce si en esos años tuvo vida amorosa, si cedió un pedazo de aquel corazón consagrado por entero a la política y a alcanzar la independencia de su pueblo. Hasta que se convence de que había llegado la hora de ir más allá, y regresa a su tierra a apelar a las masas y a conquistar la independencia. Desde entonces será Ho Chi Minh.
La segunda parte, Así hacemos la guerra está estructurada en forma de tríptico, y su núcleo diegético es un tremendo alegato narrativo, con base en la realidad, contra el maltrato animal. Tres Paneles componen el tríptico.
En el primero se nos cuenta que en el University College de Londres se intenta demostrar si la presión salival es independiente de la arterial. Un hombre está fumando rodeado de animales, mientras un perro vivo yace en la mesa de operaciones con el vientre abierto y una incisión. Es presa de convulsiones y el público revienta a carcajadas. El retrato es una viva y casi plástica crítica contra la vivisección animal. Una crítica que hará suya la National Anti-Vivisección Society, creada por una mujer feminista que considera viles las disecciones de cuerpos, y el calvario que hacemos padecer a animales inocentes.
Joseph Andras
El segundo Plano acontece en 1985 en California. Se ciega a una parte de la colonia de macacos rabones para realizar un estudio de la áreas visuales, auditivas y motrices del cortex. A uno de ellos, llamado Britches, el día le desaparece bajo sus pequeños párpados cosidos, porque le incrustan un sonar en la mitad superior de su rostro. Hacer el mal para curar el mal en la casa de los horrores. Pero alguien llegó a la obviedad de que se podía seguir dando vueltas con un niño ciego en una jaula. Y a pesar de que el estado concede toda clase de créditos a los torturadores, el Frente de Liberación Animal rescata a Britches y con él a cerca de quinientas vidas que crecerán con los de su especie.
Finalmente lo que Joseph Andras relata en el tercer Panel sucede en Charleville-Mézieres: una vaca, junto con su cría, es llevada al matadero. Pero saltan del camión y ambas galopan gozando de la libertad. Todos, policía incluida, corren tras la vaca para que el orden, las grandes palabras, no se vengan abajo. Finalmente un diluvio de fuego, los disparos de dieciocho policías se abaten sobre la vaca.
Si algo debería distorsionar nuestra visión de la realidad y de la vida, estos relatos nos lo hacen palpable. Porque, para el mundo de hoy, ahí están los derechos del hombre, el hombre medida de todas las cosas para ocultar tanta sangre, tanta barbarie cometida sobre seres vivos. Un leguaje preciso debería incendiar nuestras conciencias -también nuestra cólera-; un lenguaje que parece que tiene que ver con fuerzas salvajes acrecienta la intensidad de estas dos novelas breves.
Francisco Martínez Bouzas
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