Los reyes de la casa
Delphine de Vigan
Traducción de Pablo Martín Sánchez
Editorial Anagrama, Barcelona 2022, 338 páginas.
Delphine de Vigan (Boulogne -Villancourt, 1966) es autora de novelas de gran éxito como Nada se opone a la nada, Días sin hambre o Basada en hechos reales. Y no tiene reparo en admitir que su propia experiencia personal, sobre todo la disfuncionalidad interna de la familia en la que creció, fue el gran puchero del que se nutrieron algunos de sus libros. En Los reyes de la casa, la escritora francesa conjuga pinceladas de ficción sobre algo muy demoledor: la alienación humana que se produce tanto en los adultos como en el mundo de los nativos digitales, y que refleja la gran enajenación contemporánea que opta por la teletienda a la que alude en la cita inicial de este libro Stephen King.
La novela comienza presentándonos a las dos protagonistas principales: Malanie Claux y Clara Roussel, las dos a las puertas del bachillerato. Fue tras la emisión de la final de Loft Story cuando se inició la permeabilidad a la pantalla de Melanie, la voluntad de ser visto, reconocido, admirado. Así comenzó todo. Clara Roussel estaba terminando los estudios de Derecho que concluye con éxito y decide opositar a la oficialidad de la policía porque siente cierta necesidad de justicia, y en definitiva quiere ver sangre, el horror, el Mal de cerca.
Melanie es contratada para participar en un reality show. Desaparece la hija de Melanie, Kimmy, de seis años de edad. Melanie ya gestionaba un canal You Tube, con cinco millones de suscriptores y miles de likes. Y se ve convertida en estrella, ella y sus hijos, con ingresos muy cuantiosos. Tras el secuestro de la niña Kimmy, le solicitan un rescate y entonces interviene la Brigada Criminal. Es así como se conectan Melanie Claux y Clara Roussel. A partir de aquí se intercalan los momentos de lagrimas y de desesperación de Melanie,la madre afligida y las labores de investigación y pesquisa de Clara.
La autora también relata cómo Melanie adquirió a través de las redes sociales la imagen de supermamá, a la que es incapaz de renunciar, que la hace feliz pero que al mismo tiempo la esclaviza y esclaviza a sus hijos. Tanto ella como sus niños, Sammy y Kimmy se habían convertido en youtubers. Ganaban mucho dinero pero sus hijos estaban convertidos en sumisos soldaditos que se esfuerzan en sonreír y lograr la satisfacción inmediata del deseo. Pero llega un momento en que Melanie se da asco a sí misma. La investigación policial no avanza. Hay pistas que se vienen abajo.
Delphine de Vigan
La novela se transforma en una historia de intriga, con un inquietante thriller, cuyo desenlace no revelaré, y en una proyección del futuro: los hijos se han hecho mayores, mas Melanie sigue en su negocio. La autora nos muestra, con gran pericia, las consecuencias de esa infancia robada a los dos niños en su edad adulta. Y cómo tantos que fueron niños youtubers se dan cuenta de que están marcados por el lastre de su niñez, que les priva de cualquier esperanza de anonimato, y no son capaces de superar los trastornos psicológicos, incluso con repercusiones somáticas, derivadas de la excesiva exposición en su infancia robada, hasta el punto de llegar a denunciar a sus padres.
Delphine de Vigan es una experta narradora que hace fluir su historia, quizás tomada de una hecho real concreto, con una estructura bien enlazada, amalgamando el relato de los hechos en tercera persona y los informes de la Brigada Criminal. Una prosa al servicio de la causa en una historia perturbadora y provocadora de angustia, dotada de una gran fuerza, y que nos hace reflexionar e inquerir, como a Clara, si la vida privada no es más que un concepto anticuado. En el mundo de hoy, rodeados de tanta tecnología ¿de qué sirve esconderse si somos visibles para el Gran Hermano y para millones de followers los youtubers, lo que produce pingues beneficios económicos y posiblemente una gran infelicidad.
Francisco Martínez BouzaS
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