36
Jerónimo TristanteAlgaida Editores, Sevilla, 2022, 416 páginas.
Jerónimo Tristante (Murcia, 1969) se dio a conocer, sobre todo, por una saga de novelas protagonizadas por el inspector Víctor Ros. Alguna de ellas como Víctor Ros y los secretos de ultramar, se convirtió en el año 2015 en serie televisiva. Pero es así mismo autor de otras novelas, una de ellas, Nunca es tarde, Premio Ateneo de Sevilla. Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Es pues un escritor al que se le supone oficio, que se ha centrado en novelas de misterio, intriga y aventuras, tanto con ambientación histórica como contemporánea, con personajes bien perfilados, fruto de una rigurosa documentación. El mismo autor confiesa que, en el conjunto de la narración, el elemento histórico es el contexto apropiado para el desarrollo del argumento. La acción y la intriga son pues los motores de sus novelas. A la novela que analizo, 36, Jerónimo Tristán la considera precuela de una novela anterior suya, El Valle de las sombras.
El protagonista de 36 es el teniente republicano Juan Antonio Torrell, abandonado por su mujer en Barcelona, adscrito a las Milicias de Vigilancia de la República. Vive al inicio de la novela, en una pensión del barrio de Salamanca, los menos castigados por los fascistas. Sus compañeros son represores de Quinta Columna madrileña. Los franquistas sublevados están a un paso de Madrid, y en cualquier momento podrían desencadenar la ofensiva final y la toma de la capital. Torrell no se dedicará a cazar quintacolumnistas; le encargan una misión delicada: localizar a un fotógrafo inglés, amigo desaparecido. Se trata de Kenneth Lee, hijo probablemente de un general republicano vasco; y personaje sumamente esquivo, al que el gobierno republicano quiere encontrar para evitar un conflicto con los ingleses. Una búsqueda en la precariedad de la resistencia de Madrid. Pero nadie se rinde.
Y se inicia la historia detectivesca en este complicado contexto histórico, compitiendo además con otros grupos como los rusos, y con un Madrid congestionado por las tensiones entre el PCE, el POUM y los anarquistas, con luchas partidistas entre ellos que les están llevando al debacle. A medida que avanza la lenta investigación tras las huellas del fotógrafo inglés, Tornell comienza a sentir un cierto regusto a derrota.
En sus pesquisas contacta con un gran número de personas, pertenecientes a todos los colores y facciones, y escucha testimonios escalofriantes como el del hombre que se jugó la vida por un simple polvo. Mientras tanto Madrid pasa hambre, se instaura la cartilla de racionamiento y funciona el mercado negro. Escasean las pistas sobre el fotógrafo inglés; ha desaparecido sin dejar rastros.
El relato detectivesco descubre lo que a primera vista parece la aciaga muerte de Kenneth Lee, por cumplir con su vocación de fotógrafo, que el desenlace, en una vuelta de tuerca, terminará por desmentir.
Jerónimo Tristante
La novela, es mi impresión, además de la historia detectivesca con la que nos agasaja el autor, es sobre todo una inmersión, una calada a través de personajes aventureros, en los excesos e incontables atrocidades, en el interior de la Guerra Civil Española, sobre todo en el bando republicano. Detalla con minuciosidad los excesos revolucionarios en el Madrid sitiado; las sacas de las checas en la primera parte del relato y los miles de muertos de gente desarmada y sin juicio, en Paracuellos y Torrejón, siendo Santiago Carrillo Consejero de Orden Público. Es verdad que no oculta las barbaries cometidas por los fascistas, las algaradas etílicas de Queipo de Llano al que dedica un capítulo. Las atrocidades ejecutadas por los fascistas en Andalucía, Extremadura, la carta blanca dada a los moros para violar y matar. Barbaridades a las que habría que añadir, y que la novela ignora, la represión ejercida en el resto de España.
Da la impresión de que la novela toma partido y se insiste, una y otra vez en las “evacuaciones” mortales decididas por los rusos y ejecutadas por sus partidarios en España. La novela es pues la historia de una República, el régimen legítimo, que pierde la fe en los valores republicanos. Y es la política lo que lo dirige todo. Una novela, que sin ser un gran agasajo literario, se lee con interés, y que podría prescindir de varios de sus capítulos sin perder su atractivo.
Francisco Martínez Bouzas
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