Bajo el magnolio
Marina Mayoral
Editorial Alfaguara, Madrid, 2004, 240 páginas
(Libros de siempre)
Si por algo se caracteriza la narrativa de Marina Mayoral (Mondoñedo, 1942) es, en mi opinión, por su multiperspectivismo y por ser una literatura de sentimientos. La escritora construye sus novelas como una amalgama de historias personales que ilustran la línea argumental principal desde distintos puntos de vista, desde ángulos y perspectivas muchas veces opuestos o contradictorios. Narrativa con parquedad de acción. El interés de la escritora se centra más bien en el “objetivismo analítico”, en la minuciosa observación de los que acontece en la mente y en el corazón de sus personajes. A Marina Mayoral le preocupan los temas eternos de la gran literatura: el amor, la muerte, la condición humana y, de manera especial, los sentimientos que van brotando en la evolución psicológica de sus personajes, brindándole al lector, como señalé, más de un punto de vista.
Bajo el magnolio, editada como muchas otras obras de la autora en castellano y gallego, es una confirmación de estas líneas maestras de la escritora mindoniense. Se inserta claramente en la literatura de sentimientos, en la introspección, en este caso de la psicología masculina, otorgándole la palabra a un hombre para completar la historia de Paco y Laura, que la narradora inició con su relato Plantar un árbol (1980) y prosiguió en la novela en gallego Unha árbore, un adeus (1988).
Muchos años después, la historia revive en la voz del personaje masculino que quedó en la cabeza de la escritora, reclamando de forma insistente la posibilidad de ofrecer su versión de los hechos, y sobre todo demandando su radiografía sentimental. Se cierra definitivamente, con este perfecto dibujo del personaje masculino, un ciclo literario, la rememoración de un pasado que no se desarrolló de manera que todo el mundo pensaba que sucedería. Es el derecho de los personajes que la autora reconoce y que la empuja a escribir Bajo el magnolio, para que el lector tenga la oportunidad él mismo de interpretar lo que aconteció.
La propia autora hace un claro compendio de la historia de amor que tiene al menos dos versiones: una novelista -la propia escritora- había publicado hace años la historia de una mujer que, en el ecuador de su existencia, retorna a la casa familiar para plantar un árbol y hacer balance de su vida. Es Laura, la del Pazo, que se había alejado de su tierra y de su familia, también del amigo del alma de la infancia, para vivir su propia vida. Tal era el tema central de Unha árbore, un adeus. Ahora en Bajo el magnolio, la misma novelista regresa para hablar con Paco, el hombre que parecía estar predestinado a casarse con Laura, y que es propietario de la casa y de las tierras que había pertenecido a la familia de esta.
Desea conocer su versión de los hechos y las razones que lo llevaron a quedar allí, sacrificando su vocación de arquitecto. Tras las iniciales reticencias porque considera que la novelista no era imparcial, que lo contaba todo a su manera, acaba aceptando, ya que al hablar y discutir con la escritora, comienza a ver con claridad su propia evolución sentimental, a entender hechos y situaciones que antes nunca había comprendido.
Marina Mayoral
De este modo, en el presente narrativo de Bajo el magnolio, Paco, muchos años después, viejo y viudo, le coge gusto a hablar de su vida, de sus cosas más íntimas, de sus dos grandes amores compartidos de forma pacífica. Y recrea la versión de su propia vida, del amor soñado y del amor real, del que jamás se separará, ni siquiera por Laura, al lado de la que, sin embargo, quiere ser enterrado para estar siempre con ella.
Bajo el magnolio es un óptimo ejercicio de buceo en los secretos de las relaciones sentimentales, buceo que la autora aprovecha para introducirnos hábilmente en los misterios de la creación literaria. La narración nos arrastra hasta los más obscuros rincones en los que permanecen escondidos los sueños, los deseos insatisfechos, las ilusiones y los recuerdos empujando para salir a la luz. En esta incursión en lo más recóndito y misterioso de las relaciones afectivas, no hay lugar para el arrepentimiento. El protagonista reconoce los errores, que hacemos cosas muy poco congruentes con nuestras ideas, que dejamos al lado los sueños y los deseos al elegir un destino. Mas esa es la libertad de elección que, en el terreno de los sentimientos, suele convertirse en un camino sin retorno. Es preciso asumirlos y reconciliarnos con el pasado. Y esto es lo que el lector captará en esta novela que pretende saldar las cuentas del destino, y que Marina Mayoral nos presenta en plena madurez narrativa, concediéndoles exquisita atención a los detalles y matices, con un estilo de lengua sencillo, humilde quizás, pero sazonado con el sabor de la naturalidad.
Francisco Martínez Bouzas
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