Aniquilación
Mivhel Houllebecq
Traducción de Jaime Zulaica
Editorial Anagrama, Barcelona, 2022, 604 páginas.
En el año 2001 Michel Houllebecq publicó su cuarta novela, Plataforma. Este título y los diez que le seguirían, incluida El mapa y el territorio con la que obtuvo el Premio Goncourt, más sus libros de ensayo, artículos y filmes lo han convertido en la primera referencia de la literatura francesa actual. Sin embargo Plataforma suscitó en todo el mundo una cruda polémica, y transformó a su autor en figura mediática y controvertida. Polémica que él mismo fomentó por las declaraciones negativas que hizo a la revista Lire sobre el Islam.
Las cuatro novelas más las que le seguirían, han hecho de Houllebecq el fabulador de moda y lo sitúan en el centro del debate. En la primera, Ampliación del campo de batalla (1994) nos muestra, en un texto repleto de humor, los entresijos oscuros del siglo XXI, el siglo de la informática y de la presunta liberación sexual (Xavier Lloveras). Le siguió en 1998, Partículas elementales que lo catapultó a la fama y lo colocó en la estela de la controversia, pero en el fondo no es otra cosa que una novela confusa que intenta suturar, sin conseguirlo plenamente, la conducta sexual de los exsesentayochistas con inciertas teorías sobre la clonación. Vendría después Lanzarote, un texto híbrido de narrativa y ensayo.
Plataforma (2001), su cuarta entrega, es la provocación con mayúsculas. Para algunos, entre ellos Fernando Arrabal, su gran valedor en España, Houllebecq es el nuevo genio de la literatura de hoy, el nuevo comentador social de moda, al estilo de Ilusiones perdidas de Honoré de Balzac.
Otros críticos aprovecharon la aparición del “fenómeno Houllebecq” para rescatar del olvido la escuela de novelistas que, en los comienzos del siglo pasado, quiso. montar el escritor argentino Roberto Arlt, una escuela en la que proponía, como senda educativa, que los alumnos aprendieran a escribir mal. La academia del argentino nunca dejó de ser un sueño, pero las intenciones de Roberto Arlt están siendo asimiladas por Michel Houllebecq que escribe mal, incluida la novela que le supuso el Premio Goncourt. Lo mismo cabe decir de las otras tres novelas anteriores a Aniquilación: La posibilidad de una isla (2005), Sumisión (2015) y Serotonina (2019).
Aniquilación no es una novela que no gira en torno a uno de los temas más controvertidos de Houllebecq: el deseo sexual y sus múltiples formas de satisfacerlo, si bien su obra siempre ha girado en torno al eros y al tánatos. Huoullebecq en esta novela es el gran narrador europeo capaz de captar la decadencia de la vieja Europa. Y en este caso lo hace mediante una prolepsis: el autor anticipa lo que va a acontecer dentro de cinco años, en 2027, fecha en la que se producirán nuevas elecciones presidenciales en Francia, a las que no se puede presentar el actual presidente pues ha sido elegido dos veces seguidas.
El personaje principal de Aniquilación es Paul Raison, un burócrata asesor del ministro de Economía Y Finanzas, sobre el que están apareciendo imágenes inquietantes (se ve por ejemplo cómo se le guillotina). Paul y el gobierno intentarán averiguar qué grupo se encuentra detrás de estas imágenes. Estamos pues ante un thriller político.
Sin embargo, el tema central de la novela es otro: la decadencia de las sociedades opulentas y decrépitas. Entremedias, varias subtramas que forman parte de un microtexto que no conduce a ninguna parte.
Michel Houllebecq
En cuanto a la hechura, es preciso reconocer que Aniquilación es una pieza que arranca muy bien. En contadas páginas, el autor nos pone frente al misterio de la existencia de un grupo terrorista que, en la Francia de 2027, difunde vídeos engañosos sobre ejecuciones de políticos, hunde barcos cargueros y hace saltar por los aires depósitos de esperma. El autor se sirve de la intriga para demoler el mundo moderno, dibujar apesumbrados personajes y suturar entre todos ello escenas de sexo.
Novela pues futurista, provocadora y apolítica, con escenas de humor desangelado y personajes con altas dosis de cinismo, y que, como suele ser habitual en Houllebecq, deslumbrará, escandalizará y hasta podrá ser considerada como un tostón. Y con un protagonista hastiado de la estafa tecnológica y del nihilismo europeo. Pero Houllebecq no engaña a nadie. A pesar de su nihilismo, en la lectura de la novela podemos rastrear múltiples escenas de afecto que van desde la amistad hasta el amor filial y cierta melancolía romántica y una utópica posibilidad idílica del amor como bálsamo o pérdida.
Francisco Martínez Bouzas
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