domingo, 1 de marzo de 2020

UNA RECREACIÓN DEL MITO DE FAUSTO


Enoch Soames

Max Beerbohm

Traducción de  Javier Fernández de Castro

Acantilado, Barcelona, 2019, 71 páginas.



    


   En un pequeño volumen independiente, Enrique Anderson Imbert afirmó que Enoch Soames  de Max Beerbohm es el mejor cuento que jamás había leído. Publicado originalmente en 1916, fue incluido más tarde en la recopilación Seven Men (1919) y Borges, Casares y Ocampo lo incluyeron así mismo en la mítica Antología de Literatura Fantástica (1940). Acantilado nos lo orece ahora como volumen independiente, como una extraordinaria pieza de literatura humorística.

    El cuento es en buena medida una recreación del mito de Fausto por parte de un autor Max Beerbohm, poco conocido, pero autor de buenos relatos.

   En una breve sinopsis, se puede decir que el autor nos presenta a un curioso aspirante a poeta maldito de nombre Enoch Soames. Alberga el convencimiento de  que su obra de la que apenas vendió tres ejemplares, merece perdurar en el futuro. Y por eso se acerca a todo aquel que lo pueda inmortalizar. Se define como “satánicamente católico”, y su existencia está asegurada por la renta familiar. Ese es el motivo que le permite escribir y escribir obras que nadie compra, y hacer gala de su arrogancia como camino hacia la fama.

   Ignora y deprecia a los poeta malditos como Baudelaire o Verlaine, a los románticos, y se mira en el espejo de Milton que lo convirtió al satanismo. Un día de junio de 1897, Beerbohm y Soames están almorzando  en el Soho. Soames se halla deprimido ya que está convencido de que es un gran escritor al que la sociedad no reconoce como tal, pero está seguro de su fama póstuma. Es entonces cuando el diablo, que lo está escuchando en una mesa vecina, se le presenta. Y a cambio de la posesión futura de su alma, le transporta en el tiempo cien años hacia adelante. Pasa una tarde en el Museo Británico para descubrir como lo tratará el futuro. Acto seguido, será devuelto a su tiempo presente y al mismo lugar. Y el diablo obviamente cobra su precio.

   No spoiliaré el desenlace sorprendente que determina el destino de Soames. El relato de Max Beerbohm es una pieza corta magistral, rebosante de figuras de la literatura fantástica (trato con los demonios, viajes en el tiempo). Incluye así mismo un tonalidad ciníca. En la parte final abundan los toques surrealistas que asemejan al cuento, en algunos aspectos, a Un mundo feliz.

   Destacan así mismo los aspectos paródicos. El propio autor se somete a la parodia y se burla de sí mismo - lo descubrimos autoparodiado en todo el cuento como un ingenuo que transita  desde la admiración por el personaje carente de éxito en su obra, a la conmiseración por el mismo motivo-.

    

                                    
Max Beerbohhm, 1901, retocado





   En el cuento aparece con toda su crudeza la realidad. Al margen de la trama fantástica, la realidad que no se transmuta con buenos deseos, ni con pactos con el diablo, se camufla en los personajes. Tanto en uno como en otro, hay aspectos obscuros que ceden a la vanidad. La vanidad y el ansia de inmortalidad literaria le cobran su factura a los personajes.

   En resumen, un relato perfectamente articulado y escrito en el que nada sobra ni nada falta. Por eso Enoch Soames sigue siendo una obra imperecedera. Y a su autor, Maz Beebohm, autor de otros relatos, le seguimos conociendo gracias a este.



Francisco Martínez Bouzas

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