Diego
Ameixeiras (Lausana, Suiza, 1976) es un escritor gallego sumamente prolífico,
con algunas de sus más importantes novelas traducidas al español. Escritor,
periodista y guionista, ha publicado desde 2004, fecha en que dio a la luz su
primera novela, Baixo mínimos, once
novelas, tres obras de teatro; con participación en antologías, filmografía y
traducciones. Todas ellas originalmente
escritas en gallego. Reconozco haberlas leído todas y recensionado muchas de
ellas. Desde mi punto de vista las novelas más interesantes de Ameixeiras
comienzan con una novela folletín, Historias
de Oregón (2011). Pero son Matarte
lentamente, Conduce rápido y La crueldad
de abril las que verdaderamente convierte a Ameixeiras en uno de los
pilares de la novela negra en Galicia y España. He aquí la versión de mi
reseña, con alguna pequeña variante, de Matarte
lentamente publicada en el año 2013 en un periódico gallego.
Diego Ameixeiras
Traducción de Isabel Soto
Ediciones Akal, Madrid, 2015,
176 páginas.
La buena literatura nunca es ajena a lo que sucede en la calle. Tiene
la capacidad de aprovecharlo todo, y por eso mismo acostumbra ser un buen y
fiel testimonio de su época. Lo fue siempre y lo sigue siendo en nuestros días.
De esa condición es consciente Diego Ameixeiras al escribir esta novela: “Tiene
mucho que ver con los que uno va leyendo en los periódicos todos los días”,
como declaró en su momento el escritor. Para reflejar esas realidad cotidiana,
para ser testigo del presente, Diego Ameixeiras, como ya había hecho en otras
ocasiones, echa mano del género negro, en
el que es un narrador experimentado, sobre todo en su vertiente detectivesca, y
lo adapta al mundo gallego, pues sus historias y los protagonistas de las
mismas, corruptos, víctimas o victimarios, son ciudadanos de la tierra gallega
o personas que viven en Galicia.
Aunque lo que
Ameixeiras narra resulta perfectamente aplicable al resto de España, donde, por
ejemplo, se engañó a tanta gente con productos financieros tóxicos, como las
participaciones preferentes, unos de los hilos conductores de esta novela. Una
novela que el autor articula en un contexto más amplio que transciende un
acontecimiento puntual: la crisis de la actual sociedad neocapitalista, sus
apetencias depredadoras, y especialmente
la carencia de ética que rija las relaciones humanas, los mecanismos de poder y
los asuntos financieros.
Ese narrador
experimentado y solvente que es Diego Ameixeiras, confirma en esta novela el
cambio de registro del que ya había dado pruebas en Historias de Oregón y Todo OK (2012): el abandono de las
convenciones del género detectivesco en beneficio de la novela negra. En su
narrativa anterior, la investigación de un hecho criminal era el elemento
estructurador de todo el relato. En la
novela negra, sin embargo, una fórmula mucho más rica y compleja, los que pasa
a formar parte del primer plano es el retrato crítico de la sociedad, así como
la introspección psicológica de los personajes. Y eso precisamente es los que
el lector halla en Matarte lentamente:
un retablo de las desoladoras negruras de nuestro tiempo.
Sirviéndose
de varios hilos argumentales y con personajes múltiples, muchos de ellos con
aristas obscuras y todos esclavos de sus fantasmas, Diego Ameixeiras nos pone
en frente de un friso muy realista, propio de nuestros días: vidas rotas,
existencias que emergen entre los peores abismos y pesadillas: un hombre que
tiene serios problemas con la bebida, la adolescente que quiere rematar y de
hecho remata de forma clandestina con un embarazo no deseado, parejas que
entran en crisis, la desesperación y el terror de una joven ecuatoriana a la
que empujan a hacer de mula y traga cincuenta bolas de coca que más tarde no
será capaz de expulsar, la detective que investiga de forma prioritaria la
infidelidad de su hombre, violaciones al amparo de la obscuridad de la noche,
la venganza de “matarte lentamente” como castigos al violador…en fin, el hombre
más respetable del “edificio” que obliga a la empleada del banco a colocar las
preferentes entre ancianos y jubilados y que, al final, sufre un castigo
ficcional; el salvajismo de la muerte de la mula latinoamericana.
Todo sucede
en la capital de Galicia, en Santiago de Compostela, que actúa como paño de
fondo de este mosaico de situaciones desesperadas que hacen fluir mucha sangre
y mucha repulsión.
Domina el
relato una voz narradora aparentemente neutra que, en secuencias breves, en
relatos minimalistas que renuncian a todo lo que no es imprescindible para la
narración, nos hacen visible la vida humana en sus peores momentos. Dosis apropiadas
de realismo sucio, una vez más la poética de la desesperación de Ameixeiras, secuencias
fragmentarias que van encajando a medida que corren las páginas, relatadas con un
lenguaje terso y plano, con una gran economía de descripciones que agilizan el ritmo
del relato, a la vez que hacen crecer la tensión. Algunas secuencias narrativas
cuyos desenlaces el lector puede prever, no impiden que este friso de la negrura
sea uno de los mejores retratos de la actual sociedad gallega.
Francisco Martínez Bouzas
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