Erri De Luca
Traducción de
Carlos Gumpert
Editorial Seix
Barral, Barcelona, 2016, 137 páginas.
Erri De Luca (Nápoles, 1950) está
considerado por la crítica y por los lectores como uno de los escritores
italianos actuales más importantes. A pesar de su debut tardío en 1989 con Aquí no, ahora no y de que él no se
considera un intelectual, porque los intelectuales son capaces de defender
aquello en lo que no creen y él no está dispuesto a hacer eso: solo defiende
causas en las que cree, (por ejemplo dándoles voz a los vecinos del Valle de
Susa y alentándoles en 2013 a la movilización civil contra la línea de alta velocidad
Turín–Lyon) sus obras son un claro ejemplo de compromiso a favor de los más
débiles, de las víctimas y de los oprimidos por los poderes. En sus obras, e
incluso en su forma de entender la vida, homenajea a George Orwell que le incitó
a ser anarquista; a los relatos de Kolyma de Shalanov que le convencieron de
la fuerza de la resistencia; a los
laberintos eruditos de Borges que le abrieron el tercer ojo para poder asomarse
a las profundidades mitológicas; a Pasolini que le instigó a tener opiniones
propias en discordancia incluso con las suyas; o a Salman Rushdie porque con Los versos satánicos provocó que algunas
personas saliesen a la calle a defender la libertad de expresión. Erri De Luca
es hoy una de las voces más potentes que se dejan sentir en Europa contra la
inmigración condenada a naufragar y morir en las costas del Mediterráneo.
Historia
de Irene, uno de los dos libros que
Erri De Luca regaló a los lectores en español a finales de 2016, es una
colección de tres relatos que el autor clausura con un sintético e ilustrativo
colofón -“Mi deuda griega”- de solidaridad con el pueblo heleno. El tríptico
narrativo funciona como una “fábula mediterránea”, aunque sin moraleja. Tres
historias de mar que se inician con la que rotula el libro: “Historia de
Irene”.
El primer relato está protagonizado por
Irene, un personaje fascinante. El mismo Erri De Luca cree que jamás encontró
en la literatura una criatura con su altura humana. En este relato, el
escritor napolitano cuenta la historia
de una niña salvada en el mar por los delfines y que crece sola en una isla
griega. De día vive en tierra firme, mas al llegar la noche se adentra en el
mar y se une a su verdadera familia. Con catorce años queda embarazada pero
nadie sabe quién la montó. Irene le cuenta su historia a un extranjero que está
de paso, alter ego del narrador. En Irene se dan cita la vida humana y la
animal. Ella representa la alianza entre la tierra y el mar. “Historia de
Irene” es una parábola ungida por el lirismo. Un relato privado de trama pero
rebosante de observaciones profundamente poéticas. La historia de una
chiquilla, huérfana en tierra, que tuvo que buscar en las aguas marinas el
afecto y el calor familiar: “La tierra firme le ha sido madrastra; el mar, en cambio,
la abraza y la acaricia” (página 71).
El segundo relato, “El cielo es un establo”,
es la historia de cinco fugitivos de las represalias alemanas durante la
Segunda Guerra Mundial, que se encuentran en un establo e intentan salvarse
atravesando el mar que separa Sarrento de Capri, tierra liberada. En la frágil
barca a remos en la que surcan el mar, encuentra un puesto un judío que
mantiene una intensa relación con uno de ellos, el padre del escritor. Un
especial encuentro que nace entre el practicante y orante de una religión
desconocida y el padre del narrador, ateo convencido. El relato es el rescate
de las vivencias bélicas del subteniente Aldo De Luca. Una huida a través del
mar. Otros italianos ensayaban esos mismos gestos subiendo a las montañas para
acosar de forma clandestina a los ocupantes alemanes. Mas este segundo relato
no solamente habla de una huida en la Segunda Guerra mundial. Erri De Luca nos recuerda que en nuestros días hay peces que se
nutren de cadáveres, de hombres, de mujeres y de niños desesperados que huyen
en frágiles barcazas intentando alcanzar la frontera que separa el primer mundo
de la miseria y de la guerra y en las aguas del Mediterráneo naufragan sus
vidas y sus esperanzas.
Finalmente en el tercer relato, “Algo de lo
más estúpido”, reconstruye Erri De Luca la historia de un anciano
extremadamente delgado, sin dientes, mal tolerado por la familia, que se aleja
de la casa a pesar del frío viento invernal y se acurruca en una oquedad en el
acantilado, protegido del viento y con el sol calentando su cuerpo. El deshielo
de su propio cuerpo provoca que se le escapen lágrimas de felicidad, a la vez
que revive los recuerdos de sus días de soldado, encerrado en un buque de
guerra bombardeado. Una historia de lucha por la vida, con el final de la
voltereta que le lanza al mar, para dejar de ser una molestia.
Tres historias de salvación que tienen al
mar por escenario y que acontecen inesperadamente como traídas por el viento.
Historias dulces y amargas que el escritor italiano nos transmite en una
resplandeciente y a la vez sencilla prosa poética, que se sutura con la
profundidad de las tramas a pesar de su aparente sencillez.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Es lo que rodea
la noche, el mar de puntitos iluminados desde el horizonte hacia arriba.
La piel de Irene
está tupida de vello amarillento, una capa de flores de retama. Su olor es
salobre, a barco de pesca.
Su nariz se
frunce para oler mejor y a su alrededor se arrugan sus pecas de ciruela.
Los ojos de
Irene no enfocan. Estoy en su campo visual y me atraviesa.
No es que me
excluya, sino que sus ojos omiten fijarse en un punto.
Quién era su
gente. No lo sabe, la recogieron en la playa después de una tormenta.
Se crio en la
casa del pope, ordeñaba sus cabras, se ocupaba de sus ovejas.
Dormía en su
cocina, sobre una estera.
La aldea es
devota, las funciones de los días de fiesta los reúnen a todos, menos a Irene y
a dos ancianos comunistas…”
…..
“Irene se une
cada noche a la familia de los delfines, once con ella, guiados por una hembra
adulta.
Por ellos vacía
las redes sin romperlas, baja hasta el fondo y separa de los cebos las anchoas,
los trozos de calamar, abre las nasas.
Con la navaja
italiana libera y salva a su gente, enredada en alguna red.
Está con ellos
mientras dura la noche. Es coetánea de los delfines, una hembra y un macho.
Crecieron
juntos, explorando los juegos hasta la llegada de la madurez.
Irene tuvo la
primera sangre en el agua, la familia expandió la noticia con sus colas.
Surgieron de la
profundidad los tiburones para degustar algunas gotas del brindis por la
madurez de Irene.
Hubo saltos de
colas al cielo y recaídas clamorosas para celebrar la sangre nueva. Los más
altos eran los de su coetáneo, a ella prometido por la hembra madre, que retuvo
a su hijo a la espera de la fertilidad de Irene.”
…..
“No hacía mucho
que se encontraba bajo las mismas estrellas vivaqueando al borde del río
Voiussa, donde las truchas se saciaban con los cuerpos jóvenes de los nuestros,
enviados al tiro al blanco de los griegos por aquel jactancioso asomado al
balcón.
El subteniente
no probaba el pescado engordado a base de cadáveres, no variaba el rancho con
la abundancia capturada por la técnica furtiva de la bomba hecha explotar a ras
de agua.
No hacía mucho
que las mismas estrellas eran chinches pegadas al techo, polvorientas,
arrogantes. En las noches de la casa de labranza se las reencontraba como
enfermeras con bata blanca que velaban la crujía de hombres tumbados a la
espera.”
(Erri de Lucca, Historia de Irene, páginas 20-21, 66-67,
101-102)
Parece muy interesante...
ResponderEliminarSaludos
Se miran muy interesantes los tres relatos, un universo en cada historia. Gracias por compartirme tu arte en esta reseña que como siempre, es maravillosa. Te dejo un gran abrazo.
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