Terra en
mármore e tenrura
Montserrat Villar González
Traducción de la versión gallega: Xavier Frías Conde
Lastura, Ocaña, 2015, 85 páginas
En las dos lenguas madre que
son la mía y la suya, la original en la que nacieron los poemas y en la gallega
que los auriculares del alma escucharon en Cortegada de Baños (Ourense) durante
su niñez y adolescencia, me llega hoy, y la gozo, esta antología de tres de los
poemarios de Montserrat Villar: Tríptico
de mármol (2010), Ternura
incandescente (2012) y Tierra con
nosotros (2013). En edición bilingüe, con traducción al gallego de Xavier
Frías Conde, y alcanzada ya la segunda edición, vuelve Montserrat Villar a
descorrer el velo de una realidad tan inasible, en ese laboratorio de la
literatura que es la poesía, como con razón afirmó Natacha Michel. Y algo más,
porque, como también con razón mantienen algunas tesis de Alain Badiou, la
poesía es pensamiento; el poema es una operación de verdad y no solamente un
sencillo o florido encantamiento retórico. Por todo ello, me reitero en lo
escrito no hace muchos días: los poemas de Montserrat Villar son verdaderas
operaciones de lenguaje y pensamiento, tal como hicieron los poetas de “la edad
de los poetas”, esa categoría filosófica acuñada por Badiou, en la que inscribe
a Mallarmé, Rimbaud, Trakl, Pessoa, Mandelshtam o Paul Celan. Como ellos, y no
obstante que en los poemas de Montserrat Villar hallamos ternura, raudales de
ternura, sus versos están alejados de la definición romántica.
Sé que las comparaciones son odiosas, y no
las hago. Solamente pretendo apuntar que, en el nudo de sus poemas, estos
asumen, con su acción de lenguaje, bellamente modulado, un procedimiento de
verdad. Máximas de pensamiento en el punto nodal del poema. Algunas veces bajo
el imperativo visible de la muerte, como sostenía Trakl, o arrancando algo de
la muerte, como también afirma un poeta de hoy, Juan Carlos Mestre, por tantos
admirado. Otros, con la exaltación de la interioridad absoluta (Pessoa / Álvaro
de Campos), o esa operación de hacer prosa de sus versos (Pessoa / Alberto
Caeiro).
Ya en la antítesis del título (mármol y
ternura), quizá un estilema que Montserrat Villar hereda de la lengua poética
rosaliana, con frecuencia cargada de binarismos opositivos, destacan los dos
grandes ámbitos de esta antología. La beldad durísima del mármol y esa ternura serena, y a la vez
incandescente que no me atrevería a decir que la poeta hereda de su tierra
madre, sino de su condición humana, porque sapiens
sapiens es ubris, desmesura, pero también intensa afectividad, un ser que ríe
y llora.
Si hay algún paradigma que no interrumpe ni
vulnera los poemas seleccionados de Tríptico
de mármol, ese poemario de Montserrat Villar apadrinado por Luis Eduardo
Aute, este es el romántico. Libro duro, libro cruel, radiografía del dolor,
según la propia poeta. Palabras de mármol, latigazos terribles en la miel, mas
también resistencia al espanto, más allá de su negada condición confesional. Por sus cortos poemas
vemos desfilar las huellas del tiempo, los ojos tristes del frío que
inevitablemente envuelve el cuerpo y el alma; el desaliento del presente que
oscurece lo en otro tiempo sido bajo las sábanas. O cuando todo sobra, no solo
las caricias, y la vida se define como inexistencia (“Me sobro yo, incluso / con mi tiempo, con mi cuerpo / que cubre
aquello que / no sólo es alma.” página 21). Y nos vemos obligados a guardar
cola por esas vacunas contra la melancolía. Rodeada de mundos de mármol, de
seres de alabastro que se alzan fingiendo amor, la vida es igual a la de cientos
de cadáveres. Es tal el dolor de la existencia que la poeta acude a Leopoldo
María Panero, “el más cuerdo de los poetas”, y una obsesión para la autora, con
el encargo de que suba al cielo y muestre allí el dolor, la rabia y lo que es
la vida de los de aquí abajo.
Poemas intensamente existenciales, escritos
en las fronteras de la vida y del dolor, que nos conducen a los bajos fondos de
la existencia, es decir, a lo más sórdido y miserable de nosotros mismos.
Agujeros negros en la macrofísica de la vida.
La contraposición semántica aludida, se hace
palpable y deja sus huellas en los poemas antologados de Ternura incandescente. Ocho poemas cimentados en la base psicoafectiva
que nos define, y generadora de una nueva complejidad a nivel interindividual,
propia de nuestra especie, solamente en parte compartida con los mamíferos y
fuente de alegría, exaltación, dichas y también de dramas y desesperaciones.
Montserrat Villar, como escribe Antonio María Albalate, prologuista de Ternura incandescente, se desnuda ante
nuestros ojos como una striper de los sentimientos más ocultos. La expresión
del amor mediante la magia de las palabras, que dejan de ser lenguaje objeto,
representación estricta, para adquirir esa otra más profunda, rodeada de un
aura luminosa. Versos en los que la poeta desgrana la felicidad de tener a su
lado al amado, arrullada por el deseo entre sudor y espuma; dibuja la geografía
del cuerpo amado, de ese Nacho que la ata a la existencia y al que se agarra
“como me asgo a la vida”. Y sus palabras no se arrugan ante esa cama deshecha,
velatorio de orgasmos. Desde Baiona suplica, otra vez en forma de anáfora que
produce un efecto de simetría rítmica y acrecienta el relieve semántico, para
que cuando todo acabe “… la sal se
confunda / con la ceniza que la
acompaña” (página 67)
Por último, ocho poemas recogidos de Tierra con nosotros, en los que
Montserrat Villar deja constancia de su visión dolorosa de la realidad. La
poeta representa en sus versos el drama angustioso que cada día tiene lugar en
el mundo, provocado por nuestra forma de vida suicida. Y el lenguaje se
convierte en un ceremonial de conjuros frente a los poderes depredadores,
mercaderes del mundo, mas también nos atañe a aquellos que nos consideramos
inocentes, pero nos callamos. Paisajismo de raíz telúrica convertido en elegía
por todo aquello que ese “ridicolissime héroe” (Pascal), el animal dotado de
razón / sinrazón hace a diario con nuestro planeta: los cipreses convertidos en
espectros sin alma, los árboles obscurecidos por las llamas en la Galicia
natal, o el agua de mar hecha de lágrimas.
Tierra
en mármol y ternura reúne una amplia muestra de la singular ruta creativa
de Montserrat Villar. Un territorio lírico repleto de contenidos singulares,
por los que la poeta navega con maestría, dejando a un lado los excesos
barroquizantes, dibujando un mapa poético en el que el registro predominante es
la reflexión expectante, beligerante algunas veces, elegíaca por el dolor de la
tierra otras, con desnuda y amorosa belleza cuando reconstruye su íntimo periplo
amoroso, condesando en una palabra: ternura.
Y si el lector quiere gozar por partida
doble, debe leer la traducción al gallego para anegarse también en una lengua
también muy propicia para la conmoción poética que producen las “xostregadas na
pel”, “o abalo do amor e dos sentimentos”, “o aglaio elexiaco polas desfeitas
que os seres humanos xeramos a cotío sobre o noso berce e o noso fogar”
Francisco
Martínez Bouzas
Selección de
poemas
TRÍPTICO
“Hay un
tríptico
sobre nuestra
cama
que recuerda
lo que fuimos:
ilusiones a
pesar de
nuestro
destierro.
Ahora aquí
estamos
bajo estas
sábanas
viviendo el
presente
a pesar del
desaliento.
El futuro
será lo que quiera
bajo el
tríptico,
entre las
sábanas,
para llegar a
ese mármol.”
PALABRAS DE MÁRMOL
“Cada palabra
que escribo
cada palabra
que callo,
me acerca más
a la muerte
de la que
todavía escapo.
Cada silencio
que otorgo,
cada sueño
que duermo,
me lleva más
al borde de la nada
en la que
todavía no acampo.
Palabras,
palabras de
tinta,
de plata, de
aire, de agua.
Palabras,
palabras de
siempre,
de ahora, de
nunca, de mármol.”
TERNURA INCANDESCENTE
Para
Nacho, porque me ata a la vida.
“Dibujo la
geografía de tu cuerpo,
lunares
confusos en la blancura de tu piel.
Tiempo
compartido
agazapado
mientras me esperas,
líquido y
ternura
en la palma
de tus caricias.
Te reconozco
en este lado de mi vida
observándome
con los ojos que se aclaran
bajo el sol
de los veranos.
Me sondeas y
te preguntas, me preguntas
dónde me
encuentro,
y tu abrazo
me recupera del abismo
que me
convirtió en silencio
antes de tu
llegada.
Me quieres,
te quiero
a pesar del
dolor que causa la vida cotidiana,
la confusión
de algunos años de distancia.
Me agarro a
ti como me asgo a la vida
que a través
de sus ojos
he aprendido
a mirar.
Dibujo la
geografía de tu cuerpo
y mis manos
empapadas en tu olor
recorren el
leve espacio que nos separa
en busca de
tu anhelado sudor.”
INCIENSO EVITABLE EN GALICIA
“Gime el
viento entre la sombra
de árboles
ateridos de frío
decrépitos y
siniestros
oscurecidos
por las llamas.
Llueve,
ahora, llueve
bañándolo todo
de negra muerte
con olor al
miedo ya vivido
al dolor aún
eterizado.
Calcinadas
masas de huesos
se hunden en
las aguas
saltando sus
ojos al cielo
mientras
esperan un hálito de oxígeno.
La casa se
tiñe de barro ceniciento
que devora la
poca vida verde que quedaba.
Los cuerpos
que respiran
arañan la
tierra, limpian el hollín estéril,
esperando
comer algo que no resulte
incienso
evitable.”
(Montserrat Villar González, Tierra en mármol y ternura, páginas 19, 39, 58, 77)
Es como tú dices en alguna parte de esta reseña, los versos y cada palabra que los compone, son un latigazo a lo más sórdido de la existencia. Leyéndola me siento como ser humano comprendida, la siento una, conmigo. Puedo palpar su resistencia a lo inevitable, a la impotencia que acosa permanentemente nuestra vida. Cuando ella desea gritar allá arriba, lo mal que se puede estar aquí abajo, es como si alguien se hiciera cargo de toda la melancolía de aquello que bien conocemos, pero que no podemos recordar.
ResponderEliminarUna excelente exposición la tuya que nos lleva casi a "destripar" el sentido de sus poemas.
Gracias. Un saludo.
Excelente...
ResponderEliminarSaludos
Excelente reseña! estoy embelesada con la forma, el contenido y la profundidad de sus versos, en torno al dolor. Sin caretas, la autora nos invita a entrar al sufrimiento que encara la existencia. Mis felicitaciones, es realmente un honor leer tu espectacular reseña, donde nos ilustras de las emociones que entintan sus versos. Un abrazo, gracias.
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