Patrick Deville
Traducción de José Manuel Fajardo
Editorial Anagrama, Barcelona, 2016, 251 páginas.
Viva es el título con el que
Patrick Deville (Saint-Brevin-les Pins, 1957) está a punto de completar su saga
de historias que, partiendo del año fronterizo de 1860, viajan de Oeste a Este,
y que forman parte de un ambicioso proyecto de doce piezas narrativas rotuladas
con la expresión latina “Sic Transit Gloria Mundi”. Las otras seis harán el
viaje al revés. Todas ellas, Viva
incluida, persiguen el objetivo de recorrer el mundo acompañando a héroes o
antihéroes, luminosos o fracasados momentáneamente, pero que están en el origen
o participan en el desarrollo de una exploración, un avance científico, una
conquista o un acontecimiento con importantes repercusiones en el transcurrir
de la Historia. Novelas de no ficción, cimentadas en un laborioso trabajo de
investigación, que incluyen numerosos viajes y se convierten en literatura
cuando el escritor detiene la investigación e inventa una forma. Con este plan
y esa forma de trabajo escritural, han salido de la pluma de Patrick Deville Pura vida (2004), que recupera la
historia del filibustero norteamericano William Walker que alcanzó la
presidencia de Nicaragua y sería fusilado; Ecuatoria
(2009), un inabarcable mosaico de historias que, de la mano de Pierre Savorgnan
de Brazza y otros exploradores antitéticos nos interna en la inmensa franja
ecuatorial africana; Kampuchea
(2011), sobre el proceso de los jemeres rojos en Camboya; Peste & Cólera, recreación de la existencia de Alexander
Yersin, sus aventuras y avatares vitales, y sobre todo sus descubrimientos. Es
ahora la vez de Viva, editada en
Francia hace dos años y en este mismo mes de marzo traducida al español y
publicada por Anagrama.
Al igual que las cuatro precedentes, Viva es una “novela de aventuras de
verdad”. Y como ellas, abundantemente documentada, intensamente épica y
adecuadamente ficcional; y transitada así mismo por múltiples personajes que
han hecho la Historia, mas con dos protagonistas, dos vidas paralelas y
antitéticas, Malcom Lowry y León Trotski, en el turbulento hervidero cultural y
político de los años 30 del pasado siglo en México, país de emigrantes y
desarraigados, también de soledades según Octavio Paz, generoso asilo de
exiliados de todo el mundo y teatro de vidas paralelas, de encuentros y
desencuentros. En ese México efervescente y en ebullición, ellos Trotsky y
Lowry serán las columnas dorsales de una
historia río, con múltiples afluentes, que Patrick Deville confiesa haber
escrito contra la amnesia general, y también contra la propia. Pero en ese
frenético borboteo mexicano, convergen otros nombres que, a su manera, también
han acarreado su grano de arena a las dunas de la Historia. Por eso mismo, Viva es una gran caja de resonancia de los grandes
acontecimientos culturales, políticos e incluso bélicos de la primera mitad del
siglo XX. Y punto de encuentro de los personajes más emblemáticos, creativos,
contradictorios y destructivos, de los que van de exilio en exilio, de los que
viven en el filo de la navaja. En las páginas de Viva, junto al proscrito Trotski, el defensor de la Revolución
permanente e inventor de la Cuarta Internacional, y Lowry, el genio en fuga, el
“obrero literario”, hundido en el alcohol y en la embriaguez mezcalera, cuyas
vidas Deville reconstruye de forma fragmentaria, aparecen otros muchos que
llegan a México: Ret Marut que será Traven y Cravan, del que heredaremos El tesoro de Sierra Madre; Antonin
Artaud que ha venido a México a calcinar sus nervios; Tina Modotti, ciudadana
del dolor del mundo, que extrae la savia de sus raices temperamentales
italianas y las alimenta con sus cinco amantes; Graham Greene, novelista y
agente secreto que llega para escribir una novela sobre las miserias de los
hombres y sobre los horrores de la Historia; André Breton que no sabe a qué
viene, se siente inhibido ante Trotsky y que será para Frida Kahlo, junto con
todos los surrealistas, la mierda que provoca el surgimiento de los Hitler y Musolini.
Es el México que, después de la batalla del
Ebro, recibe a los refugiados del POUM y a los estalinistas de las checas que
los exterminaban. Que también acoge a los enviados de Stalin, una madre y su
hijo, Caridad Mercader y Ramón Mercader, que llega con un pasaporte falso, un piolet
y formado en Moscú para matar a Trotski.
Todo comienza en Tampico, con el mecánico
Sandino descubriendo el anarcosindicalismo y que en Nicaragua será el “general de los hombres libres”. También
en Tampico arriba, a bordo de un petrolero noruego, León Trotski y su mujer Natalia Ivanova Sedova.
Trotski ya es un “vencido errante” que ha recorrido el planeta. Los recibe una
joven mujer, Frida Kahlo. En el tren personal del presidente Lázaro Cárdenas,
se dirigen hacia la Ciudad de México y, en la Casa Azul, retoma su combate
revolucionario, recibe las noticias de los fusilados por trotskismo y sabe que
su nombre está siendo barrido de la Historia. A su lado estarán Diego Rivera,
el ogro devorador de mujeres, el genio encarnizado, homérico, el artista criado
en el bosque, según su propia leyenda. También otros muralistas, Orozco y
Siqueiros que comandará el primer intento de asesinato. Y la banda de los trece
que se reúnen en la casa de Tina Modotti y se convierten en héroes o traidores.
En 1936 llegaba a Acapulco un joven inglés,
Malcon Lowry. Le acompaña su esposa, Jan Gabriel. Se instalan en Cuernavaca,
más tarde en Oaxaca y, entre excesos alcohólicos, soñará con escribir Bajo el volcán, que, tras incontables
reescrituras, concluirá diez años más tarde en una cabaña en la Columbia
Británica. Pero en México, tal como escribe Juan Villoro, uno de los escritores
actuales presentes así mismo en la novela, Lowry encontrará de manera
definitiva el deslumbramiento y el desplome que buscaba.
Tras haber recorrido el mundo cada uno por
su lado, el escritor y revolucionario ruso y el escritor inglés están en
México, pero sus existencias mexicanas discurrirán en paralelo, sin jamás
encontrarse.
Todo había comenzado en Tampico y todo acaba
en Tampico, en la guerra abierta que libran los cárteles de la droga. Y tras
incontables amores, infidelidades, traiciones, fracasos, idealismos, desgarros,
intentos de participar en la Historia, con muchas manos manchadas
imprescindibles para que aquella avance, ya los hemos olvidado. Porque, tal
como cierra la novela el autor, “Aquellos que, en lo alto, creían distinguir en
el horizonte los amaneceres radiantes de las revoluciones políticas y poéticas
descienden ya a la oscuridad” (página 242).
Patrick Deville |
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Rivera
dibuja los arcanos isabelinos de sus amores y disputas, el nido de víboras.
Trotski se entera de que Frifa Kahlo y Diego Rivera se casaron en casa de la
fotógrafa revolucionaria Tina Modotti, también ella miembro del Partido, aunque
estalinista: Tina, la traidora. Frida Kahlo tiene veintinueve años, tiene los
senos pequeños y levantados, sus pezones son muy oscuros, así se ven en una
fotografía de ella con el torso desnudo, quizás tomada por Tina Modotti, la
mirada es orgullosa y lleva una pistola metida en la cintura de su falda larga.
Trotski todavía no los ha visto, los senos de Frida.
Cada
noche trata de retener los nombres, comienza a comprender que ha abandonado a
una hechicera por otra, la noruega por la mexicana. En mayo de 1940, será uno
de los pintores muralistas, David Alfaro Siqueiros, quien propicie el primer
atentado con metralleta contra él. Sólo algunos nombres de esa pequeña banda le
resultan ya conocidos. Sandino, por supuesto, y quizás Traven. Sobre todo
Maiakovski, el poeta ruso sobre el que escribió una alabanza. Éste había
embarcado en Saint-Nazaire rumbo a Veracruz, había escrito a bordo «El océano Atlántico» y
se había quedado un tiempo en Ciudad de México, en medio de la pequeña banda,
antes de regresar a Moscú a pegarse un tiro en el corazón.”
…..
“Tiene
cincuenta y siete años y ésta es la última cosa que esperaba. Ha escapado de la
nieve y del hielo de Noruega, de las garras de la GPU de Stalin y de la Gestapo
de Hitler. Si ningún país hubiera aceptado darles un visado, el proscrito y
Natalia habrían sido devueltos a los soviéticos, y eso habría significado la
muerte en Rusia. Diego Rivera había sabido convencer al presidente Lázaro
Cárdenas para que acogiera a los fugitivos, utilizó su inmenso prestigio para
salvarles la vida y organizó su acogida en la casa azul de su compañera.
Gracias a Rivera él está vivo, pero está también fuertemente enamorado de su
compañera, de la Malinche, de la amante indígena de Cortés, que le enumeró los
dioses de los aztecas y tradujo las palabras del emperador Moctezuma.”
…..
“Pero
en Lowry y en Trotski la cuestión es mucho más amplia: saber con qué fin se
vende el alma al Diablo. Para que esta hermosa y terrible soledad y esa fuerza
interior que les hace abandonar la vida que les gustaría llevar y a los seres
que aman, para irse siempre cada vez más lejos en busca del fracaso que
vendrá a coronar sus esfuerzos.
Les
gusta la misma clase de felicidad, una felicidad simple y antigua, la del
bosque y la nieve, la de nadar en aguas frías y la de la lectura. Lo de estos
es como acercarse al misterio de la vida de los santos, buscar aquello que los
impulsa hacia los eternos combates perdidos de antemano, el absoluto de la
Revolución o el absoluto de la Literatura, en los que nunca encontrarán la paz,
la tranquilidad de la labor cumplida. Es ese vacío que se siente y el que el hombre,
en su insoportable finitud, no sea aquello que debería ser, la insatisfacción, el
rechazo de la condición que nos vence, también el inmenso orgullo de ir a robar una chispa cuando es su turno, incluso
si saben bien que terminarían encadenados a la roca y continuarán así demostrándonos
eternamente que han intentado lo imposible y que lo imposible puede buscarse. Eso
es lo que gritan y lo que nosotros solemos fingir que no oímos: que de cada uno
de nosotros se espera lo imposible.”
(Patrick Deville,
Viva, páginas 43, 54-55, 148-149)
Veo que es un libro para los amantes de la historia, que derrocha anécdotas de la vida de personalidades políticas y del ámbito artístico, como lo son Trotsky, Lowry, Frida Kahlo, Diego Rivera, Traven, y Bretón entre otros. Una novela que seduce por los datos aparentemente verídicos y bien documentados por su autor. Muy interesante este encuentro tácito entre el pasado y el presente. Felicito tu reseña, que nos invita a documentarnos de manera amplia, sobre los hechos que marcaron una época en los años treinta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Realmente interesante.
ResponderEliminarSaludos
Dan ganas de leerlo. Gracias por tu excelente reseña.
ResponderEliminarDan ganas de leerlo. Gracias por tu excelente reseña.
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