sábado, 19 de marzo de 2016

"VIVA": TROTSKI & LOWRY EN EL HERVIDERO MEXICANO EN BÚSQUEDA DE LO IMPOSIBLE



Viva

Patrick Deville

Traducción de José Manuel Fajardo

Editorial Anagrama, Barcelona, 2016, 251 páginas.



   Viva es el título con el que Patrick Deville (Saint-Brevin-les Pins, 1957) está a punto de completar su saga de historias que, partiendo del año fronterizo de 1860, viajan de Oeste a Este, y que forman parte de un ambicioso proyecto de doce piezas narrativas rotuladas con la expresión latina “Sic Transit Gloria Mundi”. Las otras seis harán el viaje al revés. Todas ellas, Viva incluida, persiguen el objetivo de recorrer el mundo acompañando a héroes o antihéroes, luminosos o fracasados momentáneamente, pero que están en el origen o participan en el desarrollo de una exploración, un avance científico, una conquista o un acontecimiento con importantes repercusiones en el transcurrir de la Historia. Novelas de no ficción, cimentadas en un laborioso trabajo de investigación, que incluyen numerosos viajes y se convierten en literatura cuando el escritor detiene la investigación e inventa una forma. Con este plan y esa forma de trabajo escritural, han salido de la pluma de Patrick Deville Pura vida (2004), que recupera la historia del filibustero norteamericano William Walker que alcanzó la presidencia de Nicaragua y sería fusilado; Ecuatoria (2009), un inabarcable mosaico de historias que, de la mano de Pierre Savorgnan de Brazza y otros exploradores antitéticos nos interna en la inmensa franja ecuatorial africana; Kampuchea (2011), sobre el proceso de los jemeres rojos en Camboya; Peste & Cólera, recreación de la existencia de Alexander Yersin, sus aventuras y avatares vitales, y sobre todo sus descubrimientos. Es ahora la vez de Viva, editada en Francia hace dos años y en este mismo mes de marzo traducida al español y publicada por Anagrama.

   Al igual que las cuatro precedentes, Viva es una “novela de aventuras de verdad”. Y como ellas, abundantemente documentada, intensamente épica y adecuadamente ficcional; y transitada así mismo por múltiples personajes que han hecho la Historia, mas con dos protagonistas, dos vidas paralelas y antitéticas, Malcom Lowry y León Trotski, en el turbulento hervidero cultural y político de los años 30 del pasado siglo en México, país de emigrantes y desarraigados, también de soledades según Octavio Paz, generoso asilo de exiliados de todo el mundo y teatro de vidas paralelas, de encuentros y desencuentros. En ese México efervescente y en ebullición, ellos Trotsky y Lowry serán las columnas dorsales  de una historia río, con múltiples afluentes, que Patrick Deville confiesa haber escrito contra la amnesia general, y también contra la propia. Pero en ese frenético borboteo mexicano, convergen otros nombres que, a su manera, también han acarreado su grano de arena a las dunas de la Historia. Por eso mismo, Viva  es una gran caja de resonancia de los grandes acontecimientos culturales, políticos e incluso bélicos de la primera mitad del siglo XX. Y punto de encuentro de los personajes más emblemáticos, creativos, contradictorios y destructivos, de los que van de exilio en exilio, de los que viven en el filo de la navaja. En las páginas de Viva, junto al proscrito Trotski, el defensor de la Revolución permanente e inventor de la Cuarta Internacional, y Lowry, el genio en fuga, el “obrero literario”, hundido en el alcohol y en la embriaguez mezcalera, cuyas vidas Deville reconstruye de forma fragmentaria, aparecen otros muchos que llegan a México: Ret Marut que será Traven y Cravan, del que heredaremos El tesoro de Sierra Madre; Antonin Artaud que ha venido a México a calcinar sus nervios; Tina Modotti, ciudadana del dolor del mundo, que extrae la savia de sus raices temperamentales italianas y las alimenta con sus cinco amantes; Graham Greene, novelista y agente secreto que llega para escribir una novela sobre las miserias de los hombres y sobre los horrores de la Historia; André Breton que no sabe a qué viene, se siente inhibido ante Trotsky y que será para Frida Kahlo, junto con todos los surrealistas, la mierda que provoca el surgimiento de los Hitler y Musolini.

   Es el México que, después de la batalla del Ebro, recibe a los refugiados del POUM y a los estalinistas de las checas que los exterminaban. Que también acoge a los enviados de Stalin, una madre y su hijo, Caridad Mercader y Ramón Mercader, que llega con un pasaporte falso, un piolet y formado en Moscú para matar a Trotski.

  Todo comienza en Tampico, con el mecánico Sandino descubriendo el anarcosindicalismo y que en Nicaragua será  el “general de los hombres libres”. También en Tampico arriba, a bordo de un petrolero noruego, León  Trotski y su mujer Natalia Ivanova Sedova. Trotski ya es un “vencido errante” que ha recorrido el planeta. Los recibe una joven mujer, Frida Kahlo. En el tren personal del presidente Lázaro Cárdenas, se dirigen hacia la Ciudad de México y, en la Casa Azul, retoma su combate revolucionario, recibe las noticias de los fusilados por trotskismo y sabe que su nombre está siendo barrido de la Historia. A su lado estarán Diego Rivera, el ogro devorador de mujeres, el genio encarnizado, homérico, el artista criado en el bosque, según su propia leyenda. También otros muralistas, Orozco y Siqueiros que comandará el primer intento de asesinato. Y la banda de los trece que se reúnen en la casa de Tina Modotti y se convierten en  héroes o traidores.

   En 1936 llegaba a Acapulco un joven inglés, Malcon Lowry. Le acompaña su esposa, Jan Gabriel. Se instalan en Cuernavaca, más tarde en Oaxaca y, entre excesos alcohólicos, soñará con escribir Bajo el volcán, que, tras incontables reescrituras, concluirá diez años más tarde en una cabaña en la Columbia Británica. Pero en México, tal como escribe Juan Villoro, uno de los escritores actuales presentes así mismo en la novela, Lowry encontrará de manera definitiva el deslumbramiento y el desplome que buscaba.

   Tras haber recorrido el mundo cada uno por su lado, el escritor y revolucionario ruso y el escritor inglés están en México, pero sus existencias mexicanas discurrirán en paralelo, sin jamás encontrarse.

   Todo había comenzado en Tampico y todo acaba en Tampico, en la guerra abierta que libran los cárteles de la droga. Y tras incontables amores, infidelidades, traiciones, fracasos, idealismos, desgarros, intentos de participar en la Historia, con muchas manos manchadas imprescindibles para que aquella avance, ya los hemos olvidado. Porque, tal como cierra la novela el autor, “Aquellos que, en lo alto, creían distinguir en el horizonte los amaneceres radiantes de las revoluciones políticas y poéticas descienden ya a la oscuridad” (página 242).

  
Patrick Deville
Novela fragmentaria, quizás dislocada, con roturas temporales, con anticipos, avances y retrocesos. Mas ello no obsta para que estemos ante una novela, ese reino de la libertad que por su misma naturaleza puede y seguramente debe de ser proteica y abierta. Patrick Deville maneja con oficio esta nueva amalgama de historias, biografía, ficción y reportaje. Acierta, una vez más, con esas estructuras paralelas y con la subversión del género novelesco en el que, sin calzador, introduce testimonios, referencias, citas, epistolarios…. Todo en un productivo diálogo con la ficción. El autor relata así mismo sus propias errancias por algunos de los derroteros recorridos por sus héroes o villanos. Y describe, a la vez con precisión y fantasía, los años 30 del tumultuoso hervidero mexicano, la indígena belleza convulsiva de un país que a la vez atrapa y espanta. Con dos brochazos o dos sutiles pincelas (“La linda princesa y el sapo gordo”, Frida Kahlo y Diego Rivera, página 54) delinea los personajes, un amplísimo abanico de transeúntes por las veredas mexicanas o por los caminos de medio mundo. Y sus hechos paralelos que integra y funde en una estructura superior cuyo resultado es una exultante novela, escrita con un estilo de prosa claro y preciso, dotado de gran fuerza evocativa, refulgente y atravesada por ciertos ramalazos líricos que penetran con fuerza en el entramado novelesco, y elevan su tonalidad épica -quizás Viva es la más épica de la saga-, que trasladan al lector a lo más profundo de aquellos seres que, con sus obsesiones, sus excesos, alucinaciones, fuerzas volcánicas e idealismos, han sido capaces de dividir la Historia y se han aproximado a lo absoluto o a lo imposible.



Francisco Martínez Bouzas


                                                      
Frida Kahlo recibiendo a Trotski y a Natalia Sedova en Tampico (1937)

Fragmentos



“Rivera dibuja los arcanos isabelinos de sus amores y disputas, el nido de víboras. Trotski se entera de que Frifa Kahlo y Diego Rivera se casaron en casa de la fotógrafa revolucionaria Tina Modotti, también ella miembro del Partido, aunque estalinista: Tina, la traidora. Frida Kahlo tiene veintinueve años, tiene los senos pequeños y levantados, sus pezones son muy oscuros, así se ven en una fotografía de ella con el torso desnudo, quizás tomada por Tina Modotti, la mirada es orgullosa y lleva una pistola metida en la cintura de su falda larga. Trotski todavía no los ha visto, los senos de Frida.

Cada noche trata de retener los nombres, comienza a comprender que ha abandonado a una hechicera por otra, la noruega por la mexicana. En mayo de 1940, será uno de los pintores muralistas, David Alfaro Siqueiros, quien propicie el primer atentado con metralleta contra él. Sólo algunos nombres de esa pequeña banda le resultan ya conocidos. Sandino, por supuesto, y quizás Traven. Sobre todo Maiakovski, el poeta ruso sobre el que escribió una alabanza. Éste había embarcado en Saint-Nazaire rumbo a Veracruz, había escrito a bordo «El océano Atlántico» y se había quedado un tiempo en Ciudad de México, en medio de la pequeña banda, antes de regresar a Moscú a pegarse un tiro en el corazón.”



…..



“Tiene cincuenta y siete años y ésta es la última cosa que esperaba. Ha escapado de la nieve y del hielo de Noruega, de las garras de la GPU de Stalin y de la Gestapo de Hitler. Si ningún país hubiera aceptado darles un visado, el proscrito y Natalia habrían sido devueltos a los soviéticos, y eso habría significado la muerte en Rusia. Diego Rivera había sabido convencer al presidente Lázaro Cárdenas para que acogiera a los fugitivos, utilizó su inmenso prestigio para salvarles la vida y organizó su acogida en la casa azul de su compañera. Gracias a Rivera él está vivo, pero está también fuertemente enamorado de su compañera, de la Malinche, de la amante indígena de Cortés, que le enumeró los dioses de los aztecas y tradujo las palabras del emperador Moctezuma.”



…..



“Pero en Lowry y en Trotski la cuestión es mucho más amplia: saber con qué fin se vende el alma al Diablo. Para que esta hermosa y terrible soledad y esa fuerza interior que les hace abandonar la vida que les gustaría llevar y a los seres que aman, para irse siempre cada vez más lejos en busca del fracaso que vendrá  a coronar sus esfuerzos.

Les gusta la misma clase de felicidad, una felicidad simple y antigua, la del bosque y la nieve, la de nadar en aguas frías y la de la lectura. Lo de estos es como acercarse al misterio de la vida de los santos, buscar aquello que los impulsa hacia los eternos combates perdidos de antemano, el absoluto de la Revolución o el absoluto de la Literatura, en los que nunca encontrarán la paz, la tranquilidad de la labor cumplida. Es ese vacío que se siente y el que el hombre, en su insoportable finitud, no sea aquello que debería ser, la insatisfacción, el rechazo de la condición que nos vence, también el inmenso orgullo de ir  a robar una chispa cuando es su turno, incluso si saben bien que terminarían encadenados a la roca y continuarán así demostrándonos eternamente que han intentado lo imposible y que lo imposible puede buscarse. Eso es lo que gritan y lo que nosotros solemos fingir que no oímos: que de cada uno de nosotros se espera lo imposible.”



(Patrick Deville, Viva, páginas 43, 54-55, 148-149)

4 comentarios:

  1. Veo que es un libro para los amantes de la historia, que derrocha anécdotas de la vida de personalidades políticas y del ámbito artístico, como lo son Trotsky, Lowry, Frida Kahlo, Diego Rivera, Traven, y Bretón entre otros. Una novela que seduce por los datos aparentemente verídicos y bien documentados por su autor. Muy interesante este encuentro tácito entre el pasado y el presente. Felicito tu reseña, que nos invita a documentarnos de manera amplia, sobre los hechos que marcaron una época en los años treinta.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Dan ganas de leerlo. Gracias por tu excelente reseña.

    ResponderEliminar
  3. Dan ganas de leerlo. Gracias por tu excelente reseña.

    ResponderEliminar