Javier
Moreno
Editorial
Candaya, Avinyonet del Penedès (Barcelona), 2019, 215 páginas.
Hay muchas formas de seducir al lector. Una
de ellas es emplear la propia impotencia o pseudo impotencia como gancho o
caramelo para pescar al que inicia la lectura. Y eso es lo que al protagonista
hace en Null Island: aprovechar una especial vulnerabilidad
física como metáfora de su vulnerabilidad psicológica a la hora de escribir.
Sabido es que la impotencia masculina es algo crucial a la hora de proyectarse.
Y digo crucial porque no es lo mismo la tibia o el peroné que un pene incapaz
de llegar a la erección.
Un hombre, en efecto, se queda privado de
forma repentina de su capacidad de erección. Es un escritor, y desde ese
momento se empeña en relacionar ese hecho fisiológico con otros aspectos de su
existencia: su relación de pareja, su modo de mirar al mundo y de entender la
literatura, porque se ha empeñado en escribir una novela sin personajes. Y
quizás en esa circunstancia reside la causa de su impotencia.
Javier Moreno eligió el título de Null Island porque se trata de una isla
imaginaria que solo hallaremos en el buscador de Google Maps, como algo no
existente y que puede ser cualquier cosa, sobre todo el personaje por donde
transitan un buen número de metáforas. La primera: la impotencia como metáfora
de su propia escritura, entremezclando lo fisiológico con lo artístico. Null Islad, además de lugar utópico
sigue la estela de las islas ficticias de la historia de la literatura.
Ficción que puede parecer autoficción con
sus juegos retóricos literarios… siempre convencionales. Quizás género
confesional, pero texto que no solo retrata a un hombre sino a una época y a la
manera de entenderla.
Por más que lo pretende con su pareja en las
webs de pornografía, su sexo sigue sin responder. Pero la impotencia tiene más
de una cara: no es solo la imposibilidad de satisfacer a la persona que se ama,
es también la incapacidad de darse satisfacción a uno mismo. El protagonista
repasa la historia de su vida y no halla más que un cajón de sastre, algo que
queda excluido de la propia historia, según Althusser entre los objetos
excluidos del sistema. Un repaso crítico por las películas porno, mientras su pene se está volviendo barroco.
Fantasea que su impotencia es una empresa
literaria. Una suerte de sugestión, y que si deja de escribir acerca de ella,
su pene dejará de curvarse. Tras soslayar las posibles causas fisiológicas de
su dolencia, le toca eludir las psicológicas, lo que complica más las cosas.
Hay en la novela una introspección del amor
hombre-mujer. Eso es lo importante. La novela que el protagonista habría de
escribir, es queda aparcada. Una pregunta crucial: ¿en una relación amorosa,
hasta qué punto es necesaria la transparencia absoluta? En la novela hay varias
historias de amor que el autor entreteje con la historia principal.
Todo ello escrito de forma intimista. Así el
autor es capaz de explorar uno de los tabúes más comunes de la sexualidad masculina:
la impotencia y su despertar. Y junto a ella, la impotencia literaria.
Una novela ajena a los cánones convencionales.
Más que inicio-desenvolvimiento-desenlace, el texto es un ejercicio de reflexión
focalizando la mirada en lo que pasa desapercibido, por ejemplo, los sueños. Con
una historia final de amor virtual a través de las tecnologías de Internet. Una
historia sobre la que reflexionar. El libro es otro juego entre la ficción y la
realidad, porque en el desenlace de la novela, el protagonista decide enviar por
correo algo a Null Island: Estación Alma:
0º Nn, 0º E.
Francisco Martínez
Bouzas
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