Lilian
Elphick
Ediciones
Eutôpia, Santiago de Chile, 2018, 81 páginas
Lilian Elphick es uno de los referentes fundamentales de la microficción
tanto en España como en Latinoamérica, ese género nuevo -menor para algunos- y
que poco a poco se está abriendo camino porque, con la calidad de muchas de sus
producciones, ha convencido a autores, lectores y críticos de que no es un
subgénero baladí, subordinado a la narrativa extensa o de largo recorrido. Las
mismas obras de Lilian Elphick (Bellas de
sangre contaría, Diálogo de Tigres, Confesiones de una chica de rojo y K), comentadas en esta bitácora, son una
prueba palpable y de difícil refutación de cuanto digo. Sus microrrelatos, esos
“textículos” a los que se refería Cortázar, icluidos en múltiples antologías
han servido para enaltecer esas ficciones de hechura breve, de desenlace
inesperado y de la recompensa inmediata.
La microfición de la escritora se ve aumentada
en este inicio de 2019 con Capilar, cerca
de sesenta minificciones en las que Lilian
Elphick no se repite, sino que sigue explorando nuevos
caminos y haciendo gala de su creatividad. Y se enfrenta por enésima vez a ese
arte, hasta ahora poco valorado, que se juega la vida en las primeras líneas y
resucita, si su excepcionalidad es insoslayable, en la últimas, tal como
declaraba Andrés Neuman.
Capilar
se halla estructurado en dos secciones de desigual tamaño, aunque de similar
enjundia: “Capilar” y “Las aristas del tiempo”. Una cita de Primo Levi sobre la
perniciosa ilicitud de callar (“No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si
nosotros callamos, ¿quién hablará?”, que remite sin duda a Si esto es un hombre, abre la puerta a diecisiete breves relatos en
los que el amor, la pasión, el erotismo toman el protagonismo, mientras la
protagonista y el ser apelado “huyen de los gases, del agua sucia de la policía,
hasta que en la bravura de las aguas del Pacífico explotan sus cuerpos amarrados con alambres y
dejados caer desde las alturas. Otros relatos de esta primera sección
reescriben en nuestras pupilas la
persecución -no precisamos preguntarnos cuál, la de la dictadura pinochetista-,
fusionada con una pasión irrefrenable capaz de acariciar al mismo miedo.
Capilar,
en su brevedad y por la sangre vertida, es el testamento de los enterrados
juntos, “hueso contra hueso”, de los masacrados, de los silenciados en las
salas de tortura; en la lucha por la libertad y contra la tiranía, pero
alimentados por el inmenso poder del amor y del erotismo. Es el olvidado
recordatorio de la muerte que revive en las flores, en la naturaleza y en la
bondad del mundo, a pesar del olvido porque eso fue hace mucho tiempo. Historia
de los amantes que acaso reviven en la zona capilar. E historia de un país frustrado
que parece que ya se olvidó de aquellas traumáticas experiencias.
“Las aristas del tiempo”, la segunda parte
de esta minificción, introduce al lector en amplio un puñado de historias en
las que el tiempo, la vida que transcurre a través del tiempo, deja sus
tijeretazos en personajes que, no solo por su nombre, sino por su hechura,
parecen extraídos de un sueño de Cien
años de soledad. Personajes de ficción y personas reales como Adolf
Eichmann, Josef Mengele o Walter Rauff, pueblan con bondad o con sus
demenciales crueldades estos relatos, aterrorizando todavía hoy a los fanatismos
“que navegan por los fiordos de la memoria”. Historias de personajes temidos,
de sangre vengativa, otros defensores de la igualdad y el pan de los
hambrientos, de lavanderas temporeras y prostitutas cuando anochece.
Microcuentos muy cultos e intensamente
profundos, capaces de hablar de lo cotidiano y de lo filosófico. Otros
rebosantes de sentido común, de ansías utópicas y del orgullo de las más
humildes. Sin que, al final falta ese embrujo del amor, la fragilidad de ser amantes, la fuerza del deseo y la
renuncia al amor bravo para seguirse amando, rodeados por la inocencia de
múltiples sueños.
Como excelente maestra del microrrelato,
Lilian Elphick echa mano de vez en cuando de la intertextualidad, con guiños a
escritores y lingüistas. Y sobre todo condensa tramas completas en estructuras
lingüísticas hiperbreves, en muy pocas líneas. El tercio sumergido en la
condensación Y nos las transmite con la exquisitez de una prosa primorosa,
elegante, fuerte a veces y siempre llena
de tensión e impulsos torrenciales. Leer algunos textos de Lilian Elphick
significa tener la posibilidad de degustar unos de los mejores lenguajes literarios
que hoy se escriben en español.
Francisco
Martínez Bouzas
Lilian Elphick |
Tres microrrelatos de "Capilar"
Tres
“Escríbeme, dame
forma, conmuéveme y descéntrame. Escríbeme, señala el norte de las palabras,
hazme historia fugitiva para arrancarme esta piel y entregarme a tus manos,
Escríbeme, inventa cómo era yo en el tiempo de las cerezas corazón de paloma,
cómo tu boca recorría las caderas y besaba el cielo del pubis.
Querías ser testigo
de mis sueños. Me veías marchando por las calles, huyendo de los gases, del
agua sucia de la policía. Me veías gritando consignas: «queremos comida»,
«queremos salud”, «queremos justicia”, «queremos memoria».
Dijeron que merecía
la muerte. Así, amarraron mis pies y manos con alambre y, desde un avión, me
lanzaron al Pacífico. Llevé tu nombre al agua.
No te olvides de
mí: escríbeme.”
…..
La soldadera
" Él, a caballo.
Asaba las tortillas, lavaba sus ropas, colocaba paños húmedos en su cuello.
Mantenía el filo de la navaja con el cuero, revolvía el jabón y era la
guardadora del espejo.
Muchas veces perdí
criaturas en las trincheras. Tanta era la sangre. Es que a él no le gustaban
mis modos de afeitarlo. Me tenía miedo. Decía que cualquier día iba yo y lo
degollaba. Y me pateaba en el suelo. Por eso, esa mañana, le sostuve el espejo.
Ante las tres señales de luces, mi comadre tomó su 30-30 me encajó la bala en el corazón. Tal cual le pedí.
A ella la acribillaron allí mismo. Este hecho no pasó inadvertido para la revolución:
nos recordaron como valientes lesbianas.”
…..
Hija de Afrodita
“Son las cinco de la tarde
y camino por las calles vacías. Pero, ojos, esto es una canción; no hay un yo melancólico
que desee cambiar las cosas, no hay nada. Desde el vacío me rebelo. Y no es que
no pueda ir a la esquina a comprar pan y cigarrillos. Eso es muy fácil. No es que no logre
mirar al cielo y decir: va a llover. No me
hallo en esta detención de valva imperfecta, esta ruina de mis ojos, que siguen
viendo las maletas de mi bisabuelo en el fragor de la guerra.
Temblores de labios.
Labios como espadas,
decía Aleixandre
Voy a la bala y a la
muerte, como una hija de la tierra.”
(Lilian
Elphick, Capilar, páginas 13, 41, 62)
Felicitaciones Lilian...
ResponderEliminarA mi tambien me encantaria conocerte personalmente. . Si vienes a Italia aqui estoy.