Perejil
René Philoectète
Traducción de Mireia Porta
Ediciones Barataria, Barcelona, 211 páginas
(LIBROS DE FONDO)
Solamente una lamentable coincidencia hizo
que convergieran temporalmente los trágico acontecimientos que tuvieron lugar
en Haití en el año 2004 (derrocamiento violento del presidente Aristide) con la
traducción al español de uno de los libros que, en clave literaria,
reconstruyen uno de los hechos más espantosos entre los muchos de los que está
sembrada la historia del pueblo más pobre de Latinoamérica. Lo histórico, como
en todas partes, también se resemantiza en la literatura antillana. En el año 2000,
Mario Vargas Llosa incluía el macabro episodio en La Fiesta del Chivo. Pero es en novelas como Mi compadre el general Sol de Jacques Stephen Alexis, El Masacre se pasa a pie de Freddy
Prestol Castillo, Cosecha de huesos
de Edwige Danticat y, sobre todo, en Le peuple des terres mêlées de René
Philoctète donde la trama argumental se centra directamente en el genocidio de
entre quince mil y dieciocho mil haitianos, ordenado por el dictador Leónidas
Rafael Trujillo en 1937, y motivada por el racismo y la obsesión del
blanqueamiento del propio tirano, nieto de una mujer negra haitiana. La
operación recibió el nombre en clave de “Perejil”, que se convierte así mismo
en el título de la traducción que de la obra de René Philoctète hizo en su día
Ediciones Barataria.
En un relato expresionista y rebosante de un
fuerte cromatismo tropical, René Philoctète, fundador del Movimiento Espiralista,
nos sumerge ficcionalmente en la barbarie organizada por Trujillo, el hombre
que no sudaba y que masacraba por culpa de la luna llena! Leónidas Rafael
Trujillo y Molina, jefe del estado dominicano, en un momento de inspiración
megalómana, definió a la nación dominicana por el color de la piel: “Somos los
blancos de la tierra”, solía gritar tras imponer silencio. Acaba de revelar el
rostro antropológico del pueblo dominicano, al mismo tiempo que ponía en marcha
la sanguinaria vendimia de la muerte contra sus vecinos negros de Haití.
Otoño de 1937. En la tranquila población
fronteriza de Elías Piña, un extraño pájaro sobrevuela campos y casas,
dibujando una cruz con su sombra. Todo el mundo es presa de la violencia y del
miedo. El Generalísimo dominicano, obsesionado por “blanquear sus dominios”,
había difundido una consigna asombrosa y desquiciada, que retrata perfectamente
su megalómana y demente crueldad: quien no sepa pronunciar en perfecto español
la palabra “perejil”, perderá la cabeza.
Una palabra, sin duda, banal, pero el
inocente condimento valdrá vidas. En función de la perfección con que la
pronuncies, serás dominicano, “blanco de
la tierra”, o negro de Haití, insignificante juguete para los machetes de la
operación “Cabezas haitianas”. En Elías Peña nadie entiende el significado de
esa frontera que divide artificialmente un pueblo que siempre fue el mismo, sin
fronteras, lenguas ni colores que los separen. Negros, mulatos y blancos viven,
trabajan o aman aquí o allá. El mulato dominicano Pedro Álvarez Brito y la
negra haitiana Adèle Benjamin viven en Elías Piña la plenitud de su amor. Pedro
intenta enseñar a Adèle la correcta pronunciación de la palabra “perejil”, pero
ésta balbucea, es demasiado negra para pronunciar cabalmente la palabra salvadora. Entonces los machetes
vuelan y matan en los llanos azucareros, “el alba mata, mon homme, no se le ven
las espinas, pero el alba mata”.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“-¡Oye,
Guillermo Sánchez! Corre la voz que los machetes vuelan, matan en las llanuras
azucareras. Siete machetes por una cabeza haitiana. No, dicen las últimas
noticias, quince, dieciocho machetes por una cabeza haitiana. ¡Hasta veinte!
Afilados con esmero, entregados a cualquiera que sepa pronunciar bien «perejil».
Según la consigna, según la orden establecida, según la ética, según el deseo
de la ley, cada brazo dominicano debe pasar a cuchillo al menos cien cabezas
haitianas. ¡Guillermo Sánchez y Santana! Eres la voz de las fábricas, habla, te lo pido con
toda mi alma. ¡La compasión, la amistad, el coraje la devoción que los cínicos
llaman pamplinas humanistas son tus marcas de fábrica, Guillermo Sánchez y
Santana.”
…..
“La
noche misma de la masacre (de eso hace dos días) había un baile de máscaras
para los funcionarios civiles en el palacio presidencial. Los héroes nacionales
asistían en mayor número que los zorros, las arañas, las mofetas, los chacales,
las hienas, los monos o los lobos, por la lisa y llana razón de que buen número
de haitianos de todos los tiempos se han creído seres superiores.
¡Pues
cómo nos sentirían de bien en la piel de los intrépidos!
Toussaint
Louverture, en uniforme de gala de gobernador general vitalicio, botas, levita,
bicornio, hojas de roble, estrellas, beborroteaba una ginebra con naranja que
se había vuelto pringosa. ¡Sangre pura y simple!
Un
cuervo pasaba graznando, echando del pico un chorro ensangrentado de ron
Barbancourt.”
(René Philoctète, Perejil,
páginas 82, 168)
Te superas en estos trabajos de presentación !
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta