Roberto Calasso
Traducción de Edgardo Dobry
Editorial Anagrama, Barcelona, 211 páginas
(LIBROS DE FONDO)
¿Conocemos con exactitud lo
que significa la literatura? He aquí la pregunta esencial y radical que formula
Roberto Calasso, el novelista y ensayista italiano, director así mismo de
Adelphi Edizioni, uno de los más prestigiosos sellos editoriales de Italia, en
un ensayo polémico, repleto de estímulos e incitaciones. La capacidad de
Roberto Calasso para perforar los géneros es indudable y poderosa, a la vez que
de fácil lectura las narraciones que nos ofreció de las mitologías europeas e
hindú en Las bodas de Cadmo y Harmonía y
en Ka.
En el ensayo que ahora comento, el escritor
realiza metacrítica literaria con reflexiones de gran alcance, apelando a la
fórmula de explicar lo humano en base al referente divino.
Calasso parte de la premisa de que los
dioses son huéspedes huidizos de la literatura. La atraviesan con la estela de
sus nombres, pero con mucha frecuencia también la abandonan. No fue hasta
comienzos del siglo XIX cuando la literatura adquirió algunas de las
connotaciones que hoy nos resultan
familiares y reconocibles: un saber que
halla su fundamento en sí misma y que, por lo mismo, puede definirse como
“literatura absoluta”. Un conocimiento que
se identifica con la búsqueda del absoluto y es en sí mismo algo
“ab-soluto”, es decir, liberado de cualquier atadura de funcionalidad o
pertenencia al cuerpo social.
En la opinión de Calasso, el olimpo de la
literatura absoluta dio comienzo en 1798 con la revista Athenaeum, en la que de forma anónima escribían Novalis y Schlegel,
y se cierra cien años más tarde, en 1898 con la muerte de Mallarmé. En este ser
que se basta a sí mismo, ser solamente autorreferencial, es el mismo lenguaje
el que habla, mostrándose como algo indomable y ofreciéndonos la plenitud de su
carácter temerario. Mas, en sus interpretaciones, Calasso sale de las fronteras
de este siglo mágico con exploraciones
hacia atrás, hacia un pasado poblado de ninfas, gobernado por los maestros
italianos o por la poesía védica y en la que también impera la potencia hostil
del cristianismo.
Y hacia delante, hacia el siglo XX, el siglo
de la prosa, con dos autores que se distinguen por encima de los demás: Marcel
Proust y Kafka. Con relación al momento presente, Calasso opina que no hallamos
en una época ambigua en la que el empuje literario es débil y la percepción de
lo que acontece bajo el nombre de lo sagrado o de lo divino es caótica y ciega.
Falta pues en la literatura actual la
sustancia de la que se alimentaron las grandes obras literarias desde la
antigüedad: la presencia de dioses que configura una escritura en la que se
hace presente la parodia y resuena la deserción, la nostalgia o lo divino.
Francisco
Martínez Bouzas
“La
manifestación de los dioses es intermitente, sigue la expansión y los reflujos
de aquello que Aby Warburg denomina «ola mnémica». La expresión, que se
encuentra al comienzo de un ensayo póstumo sobre Burckhardt y Nietzsche, se
refiere a esas eventuales sacudidas de la memoria que golpean a una
civilización en la relación con su pasado, en este caso con aquella parte del
pasado occidental que está habitada por los dioses de Grecia. Toda la historia
europea está acompañada de esta ola, que por momentos se desborda y luego se
retrae; los dos casos elegidos por Warburg corresponden a una polaridad de
reacción, es decir a un momento en el que la ola es poderosa y arrasadora.
Burckhardt y Nietzsche compartían, según Warburg, el hecho de ser nigromantes
en su forma de abordar el pasado. Pero su actitud frente a la «ola mnémica» era
muy distinta, incluso opuesta.”
(Roberto Calasso, La literatura y los dioses, página 33)
Brillante presentación !
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta