lunes, 6 de marzo de 2023

UNA GRAN NOVELA DE PAUL AUSTER

El libro de las ilusiones

Paul Auster

Traducción de Benito Gómez Ibáñez

Editorial Anagrama, Barcelona, 338 páginas

 

 

 

   No es ninguna novedad, Entre otras razones porque hace aproximadamente veinte años que el escritor, guionista y director de cine que es Paul Auster (1947)  la publicó esta novela. Además desde 2017 con 4 3 2 1 el multifacético Paul Auster no ha creado ninguna otra gran pieza de ficción. Sí no ficción: ensayos, menorías y autobiografías.

   Alguien dijo alguna vez, para criticarlo, que como escritor era un buen mozo. Es una evidencia incontestable en este hombre de más de 70 años que en su infancia quería ser bombero, jugador de fútbol, y en su adolescencia pensaba que terminaría siendo escritor sin saber el motivo, sin tener muchas cosas que contar, y sin saber narrar demasiado bien. Una evidencia porque Paul Auster escribe tanto con el cuerpo como con la mente y, a pesar de la flebitis que convierte en dolor de cabeza cada uno de sus pasos, ni su cuerpo, ni su cabeza fallan a la hora de fabular.

   Paul Auster comenzó a ser conocido en 1985 tras la publicación de La ciudad de cristal, el primero de sus libros y que entraría a formar parte de La Trilogía de Nueva York. Un libro que, como tantos otros de sus grandes éxitos, fue rechazado por no pocos editores. Finalmente lo publicó una editora de Los Ángeles, y Paul Auster comenzó a ser conocido, y también en España hasta el punto de que en 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

   A continuación vendrían sus grandes fabulaciones, muchas de ellas criticadas por algunos críticos y lectores debido al papel que le concede al azar: El palacio de la Luna, La música del azar, Leviatán, La invención de la soledad, Mr. Vértigo… Ciertas distracciones cinematográficas y la edición de materiales ajenos ( Creía que mi padre era Dios) supusieron un alejamiento del escritor del azar de la verdadera ficción.

   Mas Paul Auster regresó e incursiona de nuevo en el género narrativo con una excelente novela, para algunos críticos la mejor del autor. Con El libro de las ilusiones volvió a la gran literatura el escritor que mejor ha novelado las casualidades que gobiernan la vida humana. Y de nuevo  quedamos prendidos por las trampas del azar. Un mundo pues en el que los encuentros fortuitos  se convierten en destino.

    

                                            

                                         Paul Auster

 

 Eso precisamente  es lo que le ocurre a  David Zimmer, un escritor y profesor de literatura que flota en la nada y que ya no es ni la sombra de sí mismo. Hasta aquel momento en el que mirando casi sin ver la televisión, algo lo hace sonreír: el ínfimo encuentro con un actor cómico argentino, descendiente de gauchos judíos, que había emigrado a Hollywood para hacer films sobre tangos, y ser conocido como latin lover. La presencia de Hector Mann, un cómico que solamente emplea trajes de lino blanco y luce un fino bigote, cautiva a Zimmer que experimenta una evasión de su caos desolador.

   A partir de entonces empleará la figura de Mann para tejer y destejer su propia desolación. Es la misión detectivesca de la novela, la salvación del yo perdido. Es el universo de los dobles, de las vidas paralelas, de los laberintos, de las caretas y de las sombras, tan queridos por Auster. He aquí pues el reencuentro con el más genuinos Auster, autor de historias maravillosas, tejidas con una cadencia rítmica y una elegancia no menos gratificante.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

jueves, 2 de marzo de 2023

EL GRITO DEL DOLOR ALEMÁN,METONIMIA DE TANTAS ATROCIDADES MUNDIALES

Sobre la historia natural de la destrucción

W. G. Sebald

Traducción de Miguel Sáenz

Editorial Anagrama, Barcelona, 158 páginas.

 

    

    En un momento en el que varios países  y sus habitantes están siendo sometidos a la destrucción y a la muerte, no parece una idea desacertada, acudir a un no-nobel, W.G. Sebald (Wertach, Alemania 1944-2001) y tener en cuenta sus reflexiones sobre la destrucción de Alemania por los Aliados, cuando la Segunda Guerra Mundial ya la habían ganado. Durante la Guerra más de ciento treinta pueblos y ciudades alemanas fueron tomadas como objeto de las bombas de los Aliados hasta llegar a arrasar muchas de ellas.

   Si el dolor es igual para todos  ¿por qué un ominoso silencio que durante décadas  desplegó una cortina de olvido sobre las víctimas del otro holocausto, el sufrido por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial? El sentimiento de ignominia que se extendió en la  sociedad germana en la posguerra, convirtió en tabú colectivo la espantosa y sistemática destrucción de las ciudades alemanas por los aviones aliados. Posiblemente muchos de los afectados lo vieron, como se señala en un relato de Hans Erich Nossack sobre la destrucción de Hamburgo y los gigantescos incendios, como un castigo merecido.

   Sin embargo, en los últimos tiempos, distintos autores, entre ellos Enzensberguer, Günther Grass, Jörj Friedrich, Anthony Beevor… han hurgado en la herida oculta de una guerra justa, pero con matanzas premeditadas. El último en explotar este tabú colectivo fue W.G. Sebald. El escritor alemán fue uno de los casos más relevantes de escritores que apuestan por los géneros híbridos, por la literatura fronteriza. La noficción que transita de la fabulación al ensayo y de la palabra a la imagen o al documento oficial, quizás como la única manera de supervivencia.

   Sebald es sin duda uno de los escritores con mayor autoridad moral para inquirir sobre el porqué  de la destrucción sistemática de Alemania, y sobre el silencio que equivale a la negación del pasado. Porque las referencias al exterminio de los judíos europeos ocupan un lugar central en su obra, en especial en Los emigrados  y en su última novela, Austerlitz.

    

                                       

                                        W.G. Sebald

    Hace años, Anagrama reunió en su colección ”Panorama de narrativas” dos textos de Sebald, paridos como hijos mestizos. En Sobre la historia natural de la destrucción ahonda en efecto en las raíces del “ominoso silencio”. En uno de los textos de ese libro “El escritor Alfred Andersch”, el protagonista analiza un caso que llama la atención y es significativo. Alfred Andersch, mediocre y vanidoso como escritor, cobarde y oportunista como persona, es un ejemplo paradigmático de cómo un personaje público realiza intentos, más o menos conscientes, de adaptación y de ajuste mediante discretas omisiones.

   En esa preocupación por retocar la imagen reside una de las razones fundamentales que explica la incapacidad de toda una generación para describir y traer a la memoria los horrores presenciados y que el escritor analiza en el texto que abre el libro, “Guerra aérea y literatura” en el que nos atormenta y paraliza con imágenes espantosas.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

domingo, 26 de febrero de 2023

LA MÁQUINA COMO METONIMIA DEL ACTO DE NARRAR

La ciudad ausente

Ricardo Piglia

Editorial Anagrama, Barcelona, 168 páginas.

 

    

 

 

  Ricardo Piglia (Adrogué, Argentina, 1901 – Buenos Aires 2017) está considerado hoy en día como uno de los escritores indispensables de nuestro tiempo, una de las voces renovadoras de la escritura latinoamericana, tras el agotamiento de los escritores del boom. La publicación en España en un breve paréntesis de tiempo de obras suyas como Plata quemada, Formas breves, Respiración artificial, Nombre falso, Prisión perpetua lo sitúan a la par de Cesar Aira o Ricardo Bolaño en el frente renovador de la narrativa escrita en español. Así lo confirma también  su novela La ciudad ausente que hoy comento brevemente.

   Ricardo Piglia asumió la influencia de dos poéticas antagónicas y sus reveses. Una basada en la oralidad aparentemente popular que se observa en escritores como Guimarâes Rosa y Juan Rulfo. Y la otra, la de la vanguardia, que trabaja con la idea de que el estilo debe de ser y es plural (James Joyce o Manuel Puig, por ejemplo).

   Ricardo Piglia  es uno de los escritores que creían que la literatura es una forma  de condicionar la realidad, en el sentido de que con la ficción se construyen creencias. Una de las formas más decisivas de intervenir en la realidad. Pero la literatura también nos permite huir de lo real, de todo aquello que está controlado por los seres humanos y sus instituciones fiscalizadoras. Precisamente La ciudad ausente es heredera de una tradición de la literatura argentina que trata, no de cómo lo real brota en la ficción, sino de cómo la ficción se manifiesta en la realidad.

   Fiel a la idea de Borges de que el lenguaje es un sueño dirigido, Ricardo Piglia tematiza en la novela ese instante de intersección en el que la obra literaria dice la verdad, fingiendo mentir. Así pues, el escritor crea personajes que viajan por un universo ficcional en el que se desvanecen las fronteras del tiempo, del espacio e incluso de la individualidad.. Quien narra en La ciudad ausente es una máquina, una máquina encerrada en un museo, el único ser que sobrevive para contar la historia.

   

                                       

                                       Ricardo Piglia

 

 

 Ella, un organismo complejo, una especie de  cyborg que es pura energía, es la que destapa los acontecimientos de la memoria viva, es la cantora, la que puede recordar las viejas voces perdidas.

   Una máquina pues reproductora de de relatos, verdadera amenaza para los poderes establecidos, que son recogidos  por Junior, uno de los protagonistas, y publicados antes de que tengan lugar los hechos.

   Sobre la novela se alza la figura del escritor argentino Macedonio Fernández, y la historias surgidas sobre los vacíos e incertezas existentes en su biografía y en la relación de sus escritos. Cuenta Borges que Macedonio abandonaba sus textos en los locales en los que vivía y, en vez de les dar forma a sus ideas en la escritura, intentaba difundirlas a través de largas charlas como haría una maquina que da a luz relatos. Esa máquina transforma, multiplica y esparce los relatos que produce y refleja, por consiguiente, el carácter intertextual de la literatura; la evidencia de que cualquier texto es portador de muchas huellas e influencias de otras escrituras.

 

Francisco Martínez Bouzas

lunes, 20 de febrero de 2023

ENTRE PSICÓPATAS SATÁNICOS

El astrólogo y los crímenes de Montjuic

Lola Fernández Estévez

Ediciones Atlantis, Aranjuez (Madrid), 2023, 299 páginas

 

   

 

    Es su cuarta novela. Todas ellas, amén de varios relatos, han sido editados debido a la gran fuerza que impulsa la voluntad de esta mujer cordobesa, emigrada de niña a Cataluña. Ya sin ser una jovencita se graduó en Filosofía, en Narturopatía y Acupuntura. Debido a su tesón y a la calidad de su escritura, consiguió publicar Tiempos de sal (2016), una novela de esclavas, con una trama amarga como la sal; Natica (2018), una novela-verdad que convierte a personajes reales en “dramatis personae”, si bien tamizados por la ficción. Dos años más tarde dio el salto, con Operación Inuit, a la novela negra.

   Y en el subgénero negro sigue instalada por el momento con El astrólogo y los crímenes de Montjuic, editada recientemente. Un reto que le exigió realizar algún curso extra sobre crímenes perfectos.

   Precedida de una cita de Albert Einstein, cuyo contenido se reitera en la novela, sobre el determinismo que guía el universo - una verdad a medias porque hoy sabemos que no es así; hablando con rigor en el univers, tanto macrofísico como microfísico, los movimientos estocásticos son muy frecuentes-, la autora define su obra como una novela negra con rasgos esotéricos. Aunque en  la novela interviene, y de forma muy activa, un detective, esta no es una novela detectivesca, sino  un espléndido y tenebroso thriller.

    Una joven es atacada en una calle barcelonesa y el anónimo atacante carga con ella como con un fardo. Es Érica Vázquez, una joven de diecisiete años. Y en Montjuic encuentran su cadáver con signos de violencia. Pero con Érica Vázquez solamente había comenzado un ritual de misas negras sexuales. Otras dos chicas, apenas aflorando a la juventud, desaparecen en la Ciutat Vella de Barcelona. Laura Mena desparece en el barrio del Raval.  También aparece muerta con su cuerpo torturado en Montjuic. Y lo mismo ocurre con Joana Masip.

   Un astrólogo, Artur Murgas y un detective, Germán Ortuño y el inspector de la policía catalana, Manuel Baró se encargan de investigar estos crímenes en serie que parecen provenir del mismo nido de serpientes. Desaparecerá otra joven, Sonia Ramírez, pero después de incontables atrocidades y sadismo, consigue sobrevivir. Tras múltiples investigaciones, los investigadores sospechan de un grupo que se mueve entre la magia, el esoterismo, la crueldad la vesania en sus indescriptibles asesinatos.

   Crónica social -me seducen estas palabras de la autora-, donde se cometen bárbaros asesinatos y violaciones. El lector se va a encontrar con los más espantoso y lo más cruel y la consagración a la deidad de las Tinieblas. El barrio del Raval actúa como el microcosmos o espacio fundamental de la historia, pero no es el único. Y ahí está como un protagonista más, con la prostitución, la drogadicción  y con una ley: la del más fiero.

   

                                              

                                            

                               Lola Fernández Estévez

 

    La novela rebosa de referencias sobre la conjunción de los astros -por algo uno de los principales sabuesos es astrólogo-, pero también de referencias filosóficas. El desenlace vertiginoso e inesperado, con una vuelta de tuerca: un personaje incriminado del que nadie sospechaba y una secta de adoradores del Anticristo, el Señor de las Sombras y de las Tinieblas. Un desenlace, sin embargo, que no es mi misión revelar.

   Novela con una estructura compleja, con múltiples secuencias, con presencia quizás de un excesivo dialogismo, ya que por ella se dejan oír múltiples voces, con opiniones, puntos de vista y registros lingüísticos, pero que la autora hace encajar perfectamente en las secuencias narrativas. Un largo relato con temporalización lineal que hace que se produzca una plena coincidencia entre el orden cronológico propio del tiempo de la historia y el orden textual del discurso.

   He tenido la oportunidad de leer y valorar las cuatro novelas de Lola Fernández Estévez y he de reconocer que esta es la más elaborada, con el estilo cuidado pero sencillo que la caracteriza, pero preñados de vigorosas y originales metáforas que lo embellecen, en una novela en la que el mal y el bien no están afuera, sino que los llevamos en nuestro interior. Son palabras de la autora.

 

Francisco Martínez Bouzas