domingo, 26 de febrero de 2023

LA MÁQUINA COMO METONIMIA DEL ACTO DE NARRAR

La ciudad ausente

Ricardo Piglia

Editorial Anagrama, Barcelona, 168 páginas.

 

    

 

 

  Ricardo Piglia (Adrogué, Argentina, 1901 – Buenos Aires 2017) está considerado hoy en día como uno de los escritores indispensables de nuestro tiempo, una de las voces renovadoras de la escritura latinoamericana, tras el agotamiento de los escritores del boom. La publicación en España en un breve paréntesis de tiempo de obras suyas como Plata quemada, Formas breves, Respiración artificial, Nombre falso, Prisión perpetua lo sitúan a la par de Cesar Aira o Ricardo Bolaño en el frente renovador de la narrativa escrita en español. Así lo confirma también  su novela La ciudad ausente que hoy comento brevemente.

   Ricardo Piglia asumió la influencia de dos poéticas antagónicas y sus reveses. Una basada en la oralidad aparentemente popular que se observa en escritores como Guimarâes Rosa y Juan Rulfo. Y la otra, la de la vanguardia, que trabaja con la idea de que el estilo debe de ser y es plural (James Joyce o Manuel Puig, por ejemplo).

   Ricardo Piglia  es uno de los escritores que creían que la literatura es una forma  de condicionar la realidad, en el sentido de que con la ficción se construyen creencias. Una de las formas más decisivas de intervenir en la realidad. Pero la literatura también nos permite huir de lo real, de todo aquello que está controlado por los seres humanos y sus instituciones fiscalizadoras. Precisamente La ciudad ausente es heredera de una tradición de la literatura argentina que trata, no de cómo lo real brota en la ficción, sino de cómo la ficción se manifiesta en la realidad.

   Fiel a la idea de Borges de que el lenguaje es un sueño dirigido, Ricardo Piglia tematiza en la novela ese instante de intersección en el que la obra literaria dice la verdad, fingiendo mentir. Así pues, el escritor crea personajes que viajan por un universo ficcional en el que se desvanecen las fronteras del tiempo, del espacio e incluso de la individualidad.. Quien narra en La ciudad ausente es una máquina, una máquina encerrada en un museo, el único ser que sobrevive para contar la historia.

   

                                       

                                       Ricardo Piglia

 

 

 Ella, un organismo complejo, una especie de  cyborg que es pura energía, es la que destapa los acontecimientos de la memoria viva, es la cantora, la que puede recordar las viejas voces perdidas.

   Una máquina pues reproductora de de relatos, verdadera amenaza para los poderes establecidos, que son recogidos  por Junior, uno de los protagonistas, y publicados antes de que tengan lugar los hechos.

   Sobre la novela se alza la figura del escritor argentino Macedonio Fernández, y la historias surgidas sobre los vacíos e incertezas existentes en su biografía y en la relación de sus escritos. Cuenta Borges que Macedonio abandonaba sus textos en los locales en los que vivía y, en vez de les dar forma a sus ideas en la escritura, intentaba difundirlas a través de largas charlas como haría una maquina que da a luz relatos. Esa máquina transforma, multiplica y esparce los relatos que produce y refleja, por consiguiente, el carácter intertextual de la literatura; la evidencia de que cualquier texto es portador de muchas huellas e influencias de otras escrituras.

 

Francisco Martínez Bouzas

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