Pensilvania
Juan Aparicio Belmonte
Ediciones Siruela, Madrid, 2022, 224 páginas.
La frontera entre la autobiografía y la autoficción es difusa. Una muestra, esta novela. Juan Aparicio Belmonte irrumpe en medio de la polémica suscitada por quienes lanzan sobre la autoficción las más duras diatribas. Hay quien achaca a la autoficción falta de imaginación y de talento; y quienes le otorgan más crédito porque el hecho de que el autor se convierta en protagonista arropa sin más un resultado más verosímil.
Se ha escrito que Juan Aparicio Belmonte irrumpe en mitad de esa polémica, creando una novela de autoficción con vocación de romper moldes. Pensilvania es un retorno emocional a la vida y a las costumbres de una familia norteamericana que le acogió en su casa durante un programa de intercambio, cuando él era adolescente. Fallece Rebeca, la madre de la familia, y esa muerte será el detonante que impulsa el relato. Rebeca será su “madre postiza”, y así se dirige a ella el autor.
Pero su muerte supuso que el autor-protagonista se ve obligado a hacer balance que origina un terremoto emocional que perdurará a través del tiempo. Esa muerte será, como he dicho, el motor y el hilo conductor del tema central de Pensilvania: la construcción de la personalidad a partir de un hecho crucial de la adolescencia: su vida en Estados Unidos durante once meses que fueron como once años. Cada día era un nuevo descubrimiento de una forma de cotidianeidad insólita, marcada por la superstición y el fanatismo (la familia que le tocó en el intercambio eran unos fanáticos y su vida se regía por la Biblia. Profesaban la fe protestante llevada hasta el extremo), pero con individuos que le mostraban cariño y aprecio.
El autor cree que allí se convirtió en escritor porque en la escritura hallaba un medio de distanciarse de la realidad. Sin embargo, perduró el cariño hasta el punto de que mantuvieron relaciones a través de las redes sociales hasta el fallecimiento de Rebeca.
Y a partir de la defunción de su antigua anfitriona, el autor va desmenuzando una serie de recuerdos que han contribuido a configurar su personalidad, a la vez que reflexiona sobre múltiples temas, algunos cruciales: el temor de Dios - que lo vive diariamente en su familia de acogida-; la fuerza del primer enamoramiento, la incomunicación matrimonial, la salud, la fragilidad, las aventuras y desventuras profesionales y los recuerdos de una juventud en los años 90. Todo ello cribado por un fino humor que es una de las marcas de esta novela, a pesar de que en el momento en que el protagonista vivió todo esto nada fue divertido. Pero el humor en la novela de Juan Aparicio Belmonte se amalgama con reflexiones de calado y con referencias metaliterarias.
Juan Aparicio Belmonte ha sido caracterizado como el mago del humor narrativo inteligente y como un gran contador de historias impecables. Dominador de una prosa inventiva en este retorno a lo emocional, a los entresijos de la vida y de las costumbres de una familia norteamericana, que fue para el autor un paisaje muy especial, animado por las vivencias de una etapa vital configuradora de la personalidad del protagonista.
Juan Aparicio Belmonte
Para concluir retomo el tema de la autobiografía y la autoficción: todo lo que tiene que ver con la parte emocional es veraz, biografía; lo anecdótico a veces está trastocado para que todo funcione. Son palabras del autor.
Al atractivo de la novela es preciso añadir la esmerada y bien elegida que está la portada con la que Siruela nos presenta esta obra. Un fragmento del cuadro Cape Cod enening de Edward Hopper. El pintor de la soledad de la sociedad norteamericana refleja la luz que se filtra entre las sombras de este libro.
Francisco Martínez Bouzas
No hay comentarios:
Publicar un comentario