lunes, 25 de mayo de 2020

"EL HIJO CULEBRA": ENTRE AUSENCIAS Y ZARPAZOS


El hijo culebra

Ángela Álvarez Sáez

InLimbo Ediciones, Albacete, 2020, 109 páginas



    


   Aunque estructuralmente bastante polimorfo, el nuevo poemario de Ángela Álvarez Sáez, El hijo culebra, es temáticamente suficientemente unitario. El núcleo que subyace en los diversos poemas y textos confeccionados en distintas hechuras, es la maternidad y su ausencia, y la suplencia dolorosa de la maternidad subrogada. También la familia  y las ausencias, sobre todo afectivas.

   Diez libros de poesía en el haber creativo de la joven poeta Ángela Álvarez Sáez. Y de entre los que he tenido la oportunidad  de leer, este es el más complejo. También el que más golpea, quizás porque es el más audaz. Pienso en un estilema de la lengua poética rosaliana (“mármol y ternura”), pero aquí el lector solo encuentra mármol, el frio de la realidad  de una maternidad muy especial: la mamá abismo, aunque venga arropar al bebé a su cama; la mamá sombra. El mármol convertido en piedra dura, afilada, insensible, fría como el viento que hiela. La maternidad como algo extraño.

   Pero un gran libro para inaugurar una nueva editorial independiente: InLimbo Ediciones, cuyo lema es la extrañeza, lo raro: “Hacemos libros sobre la cara b del mundo” escriben en su presentación.

   Nueve acotaciones y secciones de poemas y un diario estructuran el material poético de este libro, de este artefacto radical que tiene mucho de insólito.

   Ya en las acotaciones que sirven de pórtico, se nos hace saber que no habrá carne ni cuerpo en el poema, solo un río “que nace de mamá y nos desborda”. Silencio, obscuridad. De inmediato, el programa de la maternidad subrogada, tan frío como un protocolo médico, pero es el último clavo al que agarrarse debido a la fría ausencia del hijo que se niega a ser concebido en el vientre materno. En el Diario, con voz narrativa, se transcriben los sentimientos de la mujer cuyo cuerpo es subrogado, alquilado para llevar el feto de otra mujer durante nueve meses. Ella es la culebra. Piensa en sus hijos abortados, ahora que ya en su vientre está floreciendo un óvulo ajeno y gestando así una vida. Y piensa en su madre. Contempla la leche que mana de su pecho, pero que nunca dará vida. El parto inducido y el bebé cuya piel no puede tocar.

   Una sección de poemas (“Poemas deformes”) nos enfrenta con los problemas familiares, con el abandono del papá, y el hambre devorando a los hijos. Poemas sobre el abandono en el seno familiar, alejados de toda calidad que hieren como navajas. Varias páginas de breves textos poéticos, y a la vez narrativos, le dan la voz a la madre: su desesperanza por su infertilidad.

   Todo es frío como la cánula que se introduce inútilmente en el útero, pero la inseminación florece, y se siente árbol de luz. En un texto confesional, el hijo habla,  descubre el drama familiar y percibe sobre todo lo seco, los renacuajos del estanque, los recuerdos, lloros, la invocación a la protección materna, desintegración.

   Una cita espeluznante de la poeta María Auxiliadora Álvarez (“Mamá es un animal negro”) le presta de nuevo la voz al hijo que se siente un cuerpo si raíz, una garrapata que se agarra a la madre. Y la acotación final de la madre: “-Hijo, tú eres el río y la culebra” (página 95). Un largo poema final que confirma lo poetizado en el libro: “No hay luz en este poema” (página 101.).

   


                                              
Ängela Älvarez Saéz



   A pesar de ello y de  que El hijo culebra es libro de poemas bisturí, hay ciertas gotas de ternura, como cuando la madre viene de noche a arropar al niño en su cama.

   Tonalidad limpia, pero mucho más hermética que en la de otros poemarios (La casa salvaje, 2019 o Palabra vegetal, 2019), en la que tienen cabida ciertos elementos oníricos.

   Una nueva indagación de la poeta en nuestro mundo, sin contemplaciones ni eufemismos. Libro duro, cruel, bisturí, en el que ciertas imágenes potentes y dramáticamente crudas a la vez que nos golpean, nos arrojan de bruces en la realidad que nos rodea, especialmente en los ocultos secretos de la familia y en esa práctica  en la que dar una nueva vida se transforma en una cantidad de dinero

Francisco Martínez Bouzas





Breve selección de poemas



“Mamá dice que de bebé me dejaba

llorar  en la cuna. Escuece  el llanto

como músculo. Mi llanto de bisturí

desgaja las articulaciones

de papá y de mamá. Y yo, expuesta,

me duermo como un himno gigante.

Mamá no viene y la cuna

es el cuerpo del sapo”

(página 35)



…..



“Mamá no se mueve.

La hemos dejado en la cama

con sus llagas de dolor.

Mamá no nos enseñó

qué hacer cuando ella no estuviera.

Barremos. Limpiamos la casa.

Esperamos el movimiento de mamá

subiendo por las puertas. Abriendo

y cerrando cajones. Mamá no se mueve.

Papá nos deja solos sin el movimiento

de mamá. Mamá nunca descansa.

Mamá duerme en su saco

de dolor como un animal cautivo.

Enjuagamos su frente. Mojamos

sus  labios violetas.

Mamá no se mueve”

(página 40)



…..



“De nuevo la cánula. Pero esta vez siento que me infiltran más oscuridad. Una boca negra de oscuridad en el cristal. Un vaho negro. Escucho unos perros ladrar fuera de la clínica. Pienso en sus patas manchadas de orín. Pienso en las niñas que se cobijan en los hocicos de los perros mientras yo me desangro.”

(página 49)



…..



“El poema me lleva en su boca.

Es un perro con las patas manchadas

de barro. El poema me deja desasido

en el claro de un bosque. Busco a mamá.

Sólo hay imágenes de mamá. Lloro.

No hay centro. No hay carne.

Nadie me abraza. Sólo imágenes sin brillo.

Pero, ah, la sed. Mamá viene a darme paz.”

(página 80)

domingo, 17 de mayo de 2020

LOS FANTASMAS DEL PASADO


Ohio
Stephen Markley
Traducción  de Eduardo Hjman
Alianza Editorial, Madrid 2019, 587 páginas.

    


   Ohio es una meganovela de casi setecientas páginas cuya escritura, hasta su conclusión, requirió casi cinco años de la vida del autor, Stephen Markley.Fue el debut y la puesta de largo de un escritor de ensayos y relatos. Y si algo es Ohio es una historia generacional, ya que el autor comparte la edad y vivencias con los protagonistas. También un Country noir que se desarrolla en el Medio Oeste, en el estado de Ohio, una de las heridas sangrantes de los Estados Unidos, porque el declive industria golpea allí con dureza, lo mismo que el nacionalismo. Ohio, ha sido definido como el gran cementerio de la clase media El protagonista, en su regreso de Verna, su localidad natal, solamente escuchaba historias de suicidios, sobredosis o de jóvenes que habían regresado de Iraq o Afganistán en un ataúd. Para reflejar con fidelidad este ambiente, el autor ha escrito esta novela y ha elegido a sus personajes. En este contexto, y con la duración de una noche,  Stephen Markley escribe esta novela con protagonistas que sin  ser estereotipos se acercan a lo tópico: el tópico del gran desengaño del presente siglo en el Medio Oeste americano.
   La novela se centra en la vida de cuatro amigos, al borde de la treintena, que se encuentran una noche de 2013 en la ciudad imaginada de New Canaan. Un encuentro que tiene lugar tras la muerte en 2007 de un amigo común, destinado en el frente. Las primeras páginas, a modo de introducción, relatan su funeral, con escenas repletas de simbolismo. Son Bill, Stacey, Dan y Tina, que van apareciendo en la novela cada uno en una parte, y nos cuentan cómo han transcurrido sus vidas en los últimos años.
  Ohio, como he señalado, se desarrolla en el breve período de una sola noche. El núcleo de protagonistas lo componen diez jóvenes, aunque solamente son cuatro los que regresan a New Canaan. La novela, aparte de la introducción y el epílogo, se estructura en cuatro partes relacionadas. Cada una de ellas con uno de los jóvenes. La experiencia vital de cada uno de ellos va aportando detalles sobre los que fue la vida de cada día en ese pueblo del Medio Oeste.
   El primer capítulo lo protagoniza  Bill Ashcraf, activista y cooperante. Le repelen el nacionalismo y las mentiras del presidente  Bush Jr. Regresa, en su caminata, portando un misterioso paquete que le supondrá cierta cantidad de dinero, tras renegar del activismo medioambiental y situarse en frente de la comunidad en la que vivía. Sale adelante enfrentándose a acciones represivas. No obstante sus periplos por el mundo en esos años, no fueron más que un torpe deambular carente de todo romanticismo.
   Stacey Moore cuyas vivencias ocupan el segundo largo capítulo y que ideológicamente tampoco había sucumbido al nacionalismo  de aquella época, sufre una verdadera catarsis en el terreno personal, cuando abandona la fe cristiana e inicia una relación con una compañera. Pero el comportamiento de esta destroza su vida y queda perdido y sin rumbo.
   Dan Eaton había regresado de la guerra de Iraq. Con anterioridad a su participación en el conflicto, era el chico más admirado, pero ahora rehúye a la gente. La contienda bélica le había dejado vivo, pero muy tocado: obsesionado por haber matado y por haber presenciado la muerte de forma directa. Sin embargo, se acerca al pueblo para cenar con la mujer que fue su primer amor.
   Finalmente, Tina Ross, víctima del recuerdo de una experiencia sexual traumática y el pesar de no haber abandonado el nicho familiar. Sumida en la anorexia, en su derrotero vital, lo que hace es infringirse heridas.
   En el cierre de la novela, el autor nos ofrece un final escalofriante, pero que dota de sentido a todos los interrogantes que le han ido surgiendo al lector. Lo más interesante se halla en la descripción del minúsculo universo de New Canaan y cómo las relaciones superficiales y a veces estúpidas de un grupo de adolescentes les dejan marcas imborrables para toda su existencia.
   Stephen Markley intenta en todo momento no tomar partido, demostrar las dos caras de la moneda, la realidad de la naturaleza del Medio Oeste. Desde la ficción nos llega una explicación del nacionalismo americano, del “American First”, de cómo un país que se considera la cumbre de la civilación, soporta las soluciones de risa y tremendamente aislacionistas de su presidente Donald Trump y el auge de la extrema derecha.
    

                                           
Stephen Markley
   

   Todo eso parece contradictorio con el hecho de la esperanza de vida en Estados Unidos o el descontento de aquellos que el 11 S eran adolescentes que iban a comerse el mundo y se encontraron con  guerras consecutivas a las que únicamente fueron a morir.
   El relato a veces resulta dominado por el ritmo lento. Quizás demasiado número de páginas, múltiples escenas  con saltos hacia el pasado. A pesar de ello. Ohio es un fiel retrato de una juventud que se iba a comer el mundo, y de una nación que comulga con las ideas más extremas conservadoras. Una nación que reluce como el oro, pero por debajo solo hay chatarra.

Francisco Martínez Bouzas

sábado, 9 de mayo de 2020

GIGOLÓ ENAMORADO DE UNA MUJER DE ARABIA SAUDÍ


Gigoló en Riad
Yago Capablanca
Editorial Funambulista, Las Rozas (Madrid), 2019, 263 páginas.

    


   Aunque por su título pudiera parecerlo, Gigoló en Riad no es una novela amoral ni pornográfica. No faltan escenas eróticas, pero la trama de la novela se centra en un cierto quijotismo moderno: en el enamoramiento de una mujer musulmana, y además de Arabia Saudí, lo que le acarrea al protagonista verse inmerso en una serie de complicaciones  con los servicios de inteligencia.
   Escrita a dos manos, por Luis Morales e Iván González, y publicada bajo el pseudónimo de Yago Capablanca, la novela está inspirada en hechos reales que dibujan una doble vida, y al mismo tiempo un testimonio de quien da el paso desde un individualismo sin fronteras hasta una toma de conciencia sobre sí mismo y sobre el mundo que le rodea.
   Se supone que el protagonista es un varón occidental, joven, destinado en Arabia Saudí. Novela de género existencial, si tal denominación tiene cabida, que no le hace asco a la incorrupción política de nuestro tiempo. Una radiografía del cerebro masculino y de su mirada. En donde se habla sin censuras ni eufemismos de situaciones respecto al sexo que frecuentemente se censuran. Lo mismo que con relación al deseo de y con mujeres. Gigoló en Riad no es pues lo que parece; es un conjuro verbal, poético, de una búsqueda incesante de sentido.
   Novela de estructura clásica, que se inicia con el retrato de un gigoló y explicita el relato erótico, pero, en el desenvolvimiento, el personaje se transforma, debido sobre todo a su historia de amor imposible por una mujer musulmana. Es por eso que, a medida que avanza la historia, la novela erótica se transforma en un relato existencial.
   La trama es la historia de Yago Capablanca, ingeniero español de treinta años, en Arabia Saudí entre  2009 y 2011. Allí trabajaba para una multinacional. Muy preparado profesionalmente y enormemente atractivo. Al poco tiempo de su llegada, recibe la invitación de ejercer de chico de compañía de esposas de otros profesionales extranjeros. Sin mujeres occidentales, solitarios y consumidos por el tedio. Acepta el juego y hace de gigoló lo que le aporta mucho dinero.
   En la primera parte de la novela se presenta un sexo explícito y descarnado, relatado de forma mordaz  por el propio protagonista. Pero lo que, en un primer momento, parecía un alegre pasatiempo amoral de un joven europeo, deriva  hacía una especie de utopía, pues el protagonista experimenta una transformación, a través de la pasión al enamorarse de Aya, una musulmana. Y eso supuso una tremenda complicación en su vida, porque no es capaz de sobreponerse al contexto social y cultural que le rodea. Acaba metido en serios problemas con los servicios de inteligencia extranjeros que vigilan en Arabia Saudí un movimiento revolucionario insurgente.
   

 
Uno de los autores reales de la novela, Ivan González


    Lo más valioso de esta novela no son los avatares eróticos del protagonista ni su empeño en mantener su amor con la mujer musulmana. Lo realmente relevante es la búsqueda de sentido a la vida de un occidental apoltronado y rebosante de dinero.
   La novela está escrita desde la más absoluta incorrección política, sin eufemismos y sin  filtros lingüísticos. Los autores, a medida que transcurre la historia, van estilizando su prosa en consonancia con la transformación que experimenta el protagonista. Incluso los sentimientos íntimos hacia la mujer musulmana aparecen poetizados según avanza el texto, haciendo hincapié en aquellos que tienen que ver con su fragilidad y sus anhelos más fuertes e íntimos.
   
                                         
Otro de los autores reales. Luis Morales
       
 El protagonista transmite en su existencia una gran crisis de valores: lo que nos muestra son hombres y mujeres que solo viven para el ocio y para el placer  con la finalidad de prosperar de forma material. Eso es lo que hace: vive su vida a flor de piel acuciado por la propensión al placer en la que  fue educado.
   En la segunda parte experimenta una cierta sublimación debida al amor: el que no cesaba de acostarse con mujeres occidentales en el ejercicio de su profesión de gigoló, acaba enamorado  de una musulmana, a la que no toca, a la que únicamente desea e idealiza como tabla de salvación para su propia identidad, hasta el momento extraviada  en placeres clandestinos, más propios de animales que de seres humanos. Y todo ello en un país de castas pero con una moral moldeable que hasta la justicia conoce pero todo el mundo calla para que todo siga funcionando como de costumbre.

Francisco Martínez Bouzas

viernes, 1 de mayo de 2020

LA SABIDURÍA DEL SABIO QUE NO PONTIFCA


Una cierta edad
Marcos Ordóñez
Editorial Anagrama, Barcelona, 2020, 332 páginas.

   


    Lo reconoce el escritor Marcos Ordóñez, autor de una importante obra literaria y afamado crítico teatral: “En un libro como Una cierta edad cabe todo”. Pero no es este un dietario en la definición de la Real Academia: libro en el que  se anotan los ingresos y los gastos  de una casa. Ni tampoco un libro como aquellos en los que los cronistas de Aragón escribían los sucesos más notables del reino. El de Marcos Ordoñez es un dietario literario, escrito entre 2011 y 2016.Y en él, muestra sentir interés por los dietarios gracias a Ignacio Vidal-Folch e Iñaki Uriarti.
   Tampoco escribe un diario, un registro de lo cotidiano. Si bien dietario y diario comportan rasgos comunes: se alejan de la novela, mas sin renunciar a cierta narratividad. Nos acercan a vivencias, más o menos próximas, al autor pero sin las pretensiones  del gran ensayo, de la tensión de la novela o de la exaltación de  la lírica. Diarios y dietarios tienen la pretensión de ser un registro que gira sus ojos hacia el entorno cotidiano en cualquier circunstancia. Pero las sendas entre diario y dietarios son diferentes. En los diarios predominan las referencias subjetivas del autor. En cambio, los dietarios son más propensos a abrirse a la objetividad. En los primeros domina el punto de vista del autor. Los dietarios, por el contario, difuminan los acontecimientos referentes a la vida de quien los escribe, y se convierten únicamente en una escusa para hablar de los divino y de lo humano, y con el empleo de las formas más dispares. La diferencia entre diario y dietario se desvanece en el libro de Marcos Ordoñez. Su libro, glosando la definición de Miguel Sánchez Ortiz, es una celebración y testimonio de los trabajos y los días y de muchos detalles mayúsculos o aparentemente insignificantes.
   Marcos Ordoñez escribe Una cierta edad en un momento desobredosis de malos momentos”. Por eso sus dietarios tienen algo de autobiografía íntima, como el de Jules Renard, Ignacio Vidal-Folch e Iñaki Uriarte. Y para que  no nos  perdamos tratando de adivinar el porqué de escribirlo, en las primeras líneas del libro da cuenta de sus motivos. “tratar de sujetar lo que se escapa del paso de los días, pensar un poco con calma y correr con libertad jugando con tonos y géneros”. Reconoce así mismo que escribe para fijarse, para caer en la cuenta. Para prestar atención a las cosas y a las gentes, y observarlo todo con mayor precisión, aunque de esa precisión están exentos dos días pero no los años, “y dejo que el lector aprecie cómo van pasando las estaciones”.
   En su dietario hay de todo: anécdotas, reflexiones, por ejemplo sobre la ironía que se suele tolerar mal, sobre todo por escrito; en la avenida de Roma toma nota del anuncio en el que se ofrece una recompensa. Impresiones sobre paisajes y calles (“Gracia con calles vacías parece un pueblo”); frases de madrugada: en buena medida la cultura está hecha de muertos”, es humus. Las últimas palabras que le contaron de Paul Claudel: “Doctor… ¿usted cree que ha sido el salchichón?”. Sueños de viajes para el 68 para follar con Emma Cohen. Frases que en línea y media son como un poema. “Los trozos del tronco de una merluza recién servidos, bellos como un plato  roto brillando bajo la luna”. Recuerdos de una mañana de otoño de hace cuarenta años; chismes y maledicencias sobre el mundillo literario; juicios sobre películas. Textos más amplios, como la primera lección de arte que recibe de un amigo sobre un cuadro de Picasso.
   
                                          

 
Marcos Ordóñez

    

  No podían faltar por supuesto sus incursiones culturales, sus lecturas y relecturas, valoraciones sobre películas y obras de teatro, tanto españolas como extranjeras. Y anécdotas compartidas con la gente de teatro, amigos suyos. Incluso Pepita, su esposa  se convierte en personaje que recorre no pocas páginas. Múltiples reflexiones sobre teatro, pero las historias que cuenta valen por sí mismas, no porque provengan de los escenarios o del mundo de la farándula. Y aquí hace acto de presencia Lady Espert (Nuria Espert) que al autor convierte en asidua de estas páginas. Aborrece sin embargo los aforismos, las sentencias y ajustes de cuentas. Y un tema que atraviesa las páginas del libro es el del envejecimiento, sobre todo cuando la salud ha sufrido serios achaques. El título en ese sentido es una parte del libro.
   Libro en definitiva rebosante de sabiduría, enunciada modestamente, en frases sobe temas muy heterogéneos, exentos de pomposidad. Si la hay es la de un sabio que no pontifica.

Francisco Martínez Bouzas