Atentado
Juana Salabert
Alianza Editorial, Madrid, 2022, 212 páginas.
En todas las novelas de Juana Salabert (París, 1962, pero hija de padre español exiliado del franquismo) el horror está siempre presente. Por mencionar alguna, citaré a Varadero, Mar de los espejos, Velódromo de invierno o La noche ciega. También en su último texto narrativo, Atentado, cuya trama transcurre en menos de media hora, tiempo suficiente para que se produzca una serie de acontecimientos violentos: Secuestros, muertos, rehenes, provocados por el terror del yihadismo, tal como se vio en el 11 M, en Bataclán, en la Ramblas de Barcelona, y doriamente lo seguimos teniendo presente en muchos sitios.
Pero todo acontece en una ciudad imaginaria del norte de España, paradigma quizás de tantas otras ciudades que desde el 11 M han sufrido la devastación del terrorismo. La novela surge de una imagen repentina que se le presenta a la autora como un fogonazo: la imagen de los últimos instantes de una vida, siendo conscientes todos los personajes que van a morir en manos de la irracionalidad y del fanatismo, en un atentado que nos es una metáfora, ni engaña a nadie. La novela es pues una profunda cala en el mal como tendencia de la condición humana, el mal convertido en crueldad y sadismo. Novela pues sobre el horror que llevamos padeciendo de forma especial desde que comenzó el el presente siglo.
La acción de la novela, como ya señalé, tiene lugar en una ciudad imaginaria, Finis, que la autora sitúa en Cantabria. Es una tranquila ciudad de provincias que, en un amanecer de agosto,, con los turistas, callejeando por el casco histórico, se produce un masivo atropello terrorista, con toma de rehenes poco después por los responsables del comando terrorista. Y todo transcurre en apenas veinte minutos: el atropello, el apuñalamiento en la plaza y la toma de rehenes y el intento de destrucción del teatro modernista.
Y eso es lo que cuenta la novela: “Qué se piensa, qué se siente cuando te das cuenta de que puedes estar viviendo los postreros momento de la propia vida”
En cuanto a la estructura, organizada por capítulos cada uno de los cuales está protagonizado por uno o dos personajes, en la calles o plazas que habitan, víctimas y victimarios. Así nos encontramos con una niña de familia mexicana que había huido del narcotráfico, un quiosquero en paro que sustituye al titular que había tomado vacaciones, turistas como una egipcia de Nueva York, un argentino, un policía, un francoespañol, una guía turística. Personajes que, de alguna forma retratan a la sociedad actual y que constituyen los pilares maestros de la novela.
Juana Salabert
Una peculiaridad del relato es el hecho de que la autora cuando aborda a los personajes terroristas, no elige una primera persona narrativa porque le resulta tremendamente duro. Al contrario, se centra narrativamente en las víctimas, en su dignidad y fortaleza, en la bondad, en la belleza, en el esfuerzo por conservar la vida.
Lo narrado en la novela lleva al límite las emociones humanas, sobre todo el miedo de las víctimas, sus sensaciones de vulnerabilidad. La autora fue capaz de ir forjando una atmósfera donde la tensión hace constantemente acto de presencia. Y por ello enfoca de cerca a sus personajes, sin excluir los rostros de los terroristas. La novela, en base a ese recurso, reproduce el dolor, el silencio, la respiración de cada personaje escuchándoles en sus temores. Y retrata un mundo donde la amabilidad y la ternura están ausentes. Así pues, una buena novela tensa sobre un tapiz de seres humanos que se ven obligados a respirar en un mundo feroz y opresivo.
Francisco Martínez Bouzas
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