Las ciudades invisibles
Italo Calvino
Traducción de Aurora Bernárdez
Ediciones Siruela, Madrid 2022 (36ª edición), 172 páginas
(Libros de siempre)
Italo Calvino (La Habana, 1923-Siena, 1985) es un brillante experimentador que salta de una forma literaria a otra. Tras la trilogía “Nuestros antepasados” (El vizconde demediado, El barón rampante, El caballero inexistente), publicó en 1972 otra de sus obras más importantes, Las ciudades invisibles, con la que logró el Premio Feltrinelli. Todo ello nos muestra que Italo Calvino es un escritor polifacético, de evolución muy variada y rica. A su inicial neorrealismo, le sucedió un tipo de escritura, en gran parte fantasiosa: los relatos de Último viene il corvo y su ya citada trilogía de seres imposibles. Y por otra parte, su trilogía urbana, articulada en clave política y de denuncia social. Posteriormente Italo Calvino se entregó al experimentalismo vanguardista, escribiendo una novela de la novela (Se una notte d’inverno un viaggiatore), a la “fanta ciencia” (Le cosmicomicche) y a la “fanta-historia”, en la que podríamos incluir Le citta invisibile.
En efecto, Las ciudades invisibles es plenamente fantasía histórica y recreación de mitos, si bien el libro encierra otro muchos agasajos enmascarados hábilmente. El núcleo argumental de la obra no es otro que las conversaciones entre el emperador mongol Kublai Kahn y Marco Polo, en las que este le lescribe al Gran Kahn las ciudades de su imperio. No se trata, sin embargo, de una reinterpretación literaria del Libro de las maravillas de Marco Polo, sino de una recreación enteramente original de las ciudades imaginarias y de las relaciones, igualmente imaginadas, entre el emperador y Marco Polo.
El tiempo del relato quizás corresponda al siglo XIII. No obstante, el coloquio entre los dos personajes transcurre en un tiempo imaginario e indefinido, con características incluso de nuestros días. Marco Polo le representa al Gran Kahn las ciudades de los territorios imperiales, ciudades con nombres femeninos, que se convierten en verdaderos símbolos de la sociedad y de la existencia humana. En el imperio tártaro se yerguen ciudades como Anastasia que crea esclavos a aquellos que creen gozar de la misma, como Zoe, en la que el viajero solamente cobija dudas. O como Hipatia en la que se comprende que no existe lenguaje ni engaño. Ciudades telaraña como Octavia o como Buci a la que se llega antes de acertar a verla. Urbes sin espesor que consisten solamente en un anverso o en un reverso como Moriana. Y otras como Pentasilea que quizás solamente sea periferia de sí misma, sin que fuera de la misma exista otro fuera. Ciudades-joya como Bersabea que solamente no es avarienta, calculadora e interesada cuando defeca.
Las ciudades que Marco Polo detalla al regreso de sus embajadas y que aparecen en su mente como los pensamientos que le vienen a quien toma el fresco en la caída de la tarde, se hallan como los sueños, construidas de deseos y de miedos; todas tienen algo de Venecia o representan el humano existir en su vida y en su muerte. Hay ciudades en el relato de Marco Polo a las que se llega muriendo y en las que todo el mundo reencuentra a sus muertos -“señal de que he muertos yo también”-, y casi que todas esconden dos caras o se componen de dos medias ciudades: de un anverso y un reverso, el bueno y lo malo, la justicia y la injusticia, los rectos y los aduladores.
Sucesión pues en el tiempo de estructuras diferentes, alternativamente justas e injustas. Como había hecho en El vizconde demediado, reitera lo mismo con relación al ser humano. Por consiguiente, después de leer Las ciudades invisibles sería preciso formular también una pregunta inquietante: ¿La ciudad total, perfectamente armónica, no será un mito inalcanzable? ¿ La ciudad real y las ciudades diferentes que aquella esconde y que crecen en sus entrañas, la ciudad de los justos y la ciudad de los aduladores no serán la misma y única ciudad existente?
Escritura pues con profundos interrogantes filosóficos en la que sobresalen otras muchas ideas importantes. Entre las mismas, la potencia de la memoria. “La tuya es en realidad un viaje en la memoria” le dice el Gran Kahn al humilde extranjero Marco Polo, que como único equipaje presenta lo que es capaz de recordar, un poder, no obstante, infinitamente superior al de Kublai que desconoce su propio imperio. En definitiva, todo lo que queda resumido en la consigna afortunada de Francis Bacon: “”Saber es poder”, que podría servir de lema a la aventura del conocimiento moderno.
Italo Calvino
Y al lado de la memoria, aparece latente en las páginas de Italo Calvino la imposibilidad de expresar la realidad por medio de signos lingüísticos, que colocaría a este libro en la órbita del estructuralismo lingüístico. Marco Polo, en la conversaciones con Kublai, más que con palabras, representaba las ciudades que describía con gestos, gritos de maravilla y de horror, ladridos o píos de de animales (…), improvisaba pantomimas que el soberano debía interpretar. En la mente del emperador, cada nueva ciudad aparece evocada como un emblema, por un primer acento u objeto con el que había sido designada por Marco Polo. De ahí que a veces para el Gran Kahn su imperio no sea otra cosa que un zodíaco de fantasmas de la mente.
Las ciudades invisibles es un libro importante, a la vez magia y juego intelectual embebido en un efectivo refinamiento lingüístico, que, no obstante, no hace gravosa su lectura.
Francisco Martínez Bouzas
No hay comentarios:
Publicar un comentario