lunes, 5 de octubre de 2020

EL OGRO Y SUS SIETE MUJERES

 Las sangres

Audrée Wilhelmy

Traducción de Luisa Lucuix

Hoja de lata Gijón 2018, 192 páginas.

(Libros de siempre)

 

   

 

 

  
En la historia de la literatura ogros como Barba Azul hay pocos, pero el que crea Audrée Wilhelmy (Cap-Rouge, 1985) no solo sigue su senda, sino que le supera. En efecto, en  Las sangres encontramos la fábula moderna del ogro del cuento clásico de Perrault con muchos de sus ingredientes  muchos y otros enfoques.

    Lo curioso de esta breve novela es que la autora la escribió en 2013 como parte del trábalo final de su tesis doctoral en Estudios y Prácticas de las Artes. Había publicado su primera novela, Oss en 2011. Si algo logra Aundrée Wilhelmy en su texto es sorprendernos, dejarnos estupefactos, sobrecogernos y fascinarnos. Y una buena suma de interrogantes. A todos estos sentimientos podemos añadir el horror, la repulsa o el embeleso.

   El hilo conductor de la novela es si duda, al menos de forma aparente, la amoralidad. La autora le da una vuelta de tuerca al cuento de Barba Azul, porque le quita la voz al protagonista, Féléor  Barthélemy Rü, un hombre poseedor de una inmensa fortuna y un apetito desmedido por la carne humana, y se la da a las siete mujeres, a las siete esposas, que fascinadas por la macabra leyenda que le persigue, nos cuentan a través de sus diarios o anotaciones, las oscuras experiencias eróticas que libremente tienen con él. El esposo solamente cierra a posteriori cada uno de los relatos.

   Féléor es un joven atractivo, rico, descendiente de la noble estirpe de los Rü, precedidos de generaciones de hombres fuertes, cazadores. La sangre y la masculinidad como dominación forman parte de sus genes. De niño, a la vez que se embelesa observando los retratos de escenas de caza, desarrolla una pasión invencible por la carne cruda, la sangre y el dolor infringido.

   Son experiencias al límite que desplegará con sus siete mujeres. Cada una de estas mujeres nos cuenta su historia en un diario o anotaciones íntimas. Todas acuden a él por voluntad propia, huyendo de una historia pasada, de sus antecedentes y atraídas por las riquezas de Féléor. Y todas saben que, tarde o temprano,  serán asesinadas. Fascinadas por los aristocráticos modales y los los rumores que circulan y envuelven al seductor, las siente mujeres no dudan en casarse con él, dispuestas a dejarse llevar por las más oscuras fantasías amorosas. Cada una de ellas sabe cuál será su final, pero, a diferencia del cuento original de Barba Azul en el que las mujeres son asesinadas por desobedecer, en Las sangres son las mujeres las que deciden morir y las que deciden el cuándo. No son pues víctimas; solamente nos cuentan lo que las ha llevado a la situación irreversible en la que voluntariamente han entrado.

   La arquitectura del relato es la misma para las siete mujeres, aunque la autora nos narra una historia completamente distinta para cada una de etas mujeres. En primer lugar Féléor ofrece una breve descripción un tanto simbólica de cada mujer. Sigue a continuación el diario o la anotación íntima, y, una vez muertas, es de muevo Féléor quien toma de nuevo la palabra y nos hace saber su punto de vista sobre ciertos aspectos que ellas han contado, lo que sentía por cada una de ellas y el modo en que las mató.

   La primera de ellas es Mercredi Fugère. De admirable belleza y elegancia, excepto por su gusto por la carne cruda. Su amor platónico idealiza de tal modo al Ogro que el propio Féléor intenta convertirse en el hombre que ella soñó: un alter ego de Hannibal Lécter, sin escrúpulos, pero muy elegante y masculino. Absorta por las delicias de la noche anterior, le pide durante el orgasmo, que la mate. Tardará tres días en morir estrangulada por una corbata. La segunda es Constance Bloom. Lo suyo es la botánica erótica. Había contraído matrimonio con Féléor para olvidar a su esposo fallecido en Indochina. Goza del instinto de ser dominada. Muere de esos deseos violentos. La siguiente es Abigaëlle Fay que practica  ballet clásico y asocia el dolor de los ejercicios que infringe a su cuerpo, con el éxtasis sexual. También decide regalarle su vida. Frida-Oum Malinonovski, una mujer madura, con carnes flácidas, se siente halagada porque Féléor la haya elegido para casarse con el. Después de los orgasmos con  el Ogro, solamente aspira al descanso eterno.

   Otra sus víctimas es  Phélie  Léanore, una mujer cerebral que ve como algo natural e inevitable que Féléor la asesine, y que sabe que él había sido el asesino de su esposas anteriores. Otra mujer, la bella Lotä Istvan cree en los presagios del tarot y profecías de su madre, y rota por su ausencia, busca el reencuentro con ella. Lo que encuentra es a Féléor, precisamente en su intento de escapar del destino. Pero, como las anteriores esposas morirá de imaginación por querer demasiado. Y por último  Marie  des Cendres. Muere de aburrimiento en un convento de monjas. Escucha hablar del castillo del Ogro. Pero le dicen que para formar parte de la historia, es preciso casar con el amo y escribir que desea que la maten. No lo amará nunca, pero el hecho de saber que le gusta el deseo del Ogro, fue el placer más intenso que jamás tuvo.

    

                    

                                     Audrée Wilhelmy

   Ante este libro no es justo quedarse con una lectura superficial porque está lleno de interrogantes y aristas. Todas las mujeres acuden a la convivencia con el Ogro, conocedoras  de su muerte segura. Pero lo hacen por propia voluntad. Todas saben que cuando ellas lo decidan, serán asesinadas. No son pues víctimas en el estricto sentido del término. Son ellas las que forman parte del juego de la muerte y lo hacen de forma voluntaria.

   La autora, ya quedó indicado, escribió este texto como parte de su tesis de fin de carrera. Lo que ella pretendía con este texto era explorar de forma lúcida y sin tapujos, la sexualidad femenina y sumergirse en comportamientos anómalos para analizar los impulsos primitivos y sórdidos de estas mujeres. Y hacerlo sin moralinas ni sentencias. La controversia está servida y hay quien apela al medievalismo, al romanticismo y al freudismo para dar con las claves de este texto controvertido. La tradición medieval más remota nos remite a un mundo poco menos que onírico de peligros que acechan. Según el romanticismo, todas las pasiones deben de ser llevadas hasta el extremo. El otro debe tomar el control de uno mismo. Y para los analistas freudianos, hay un erotismo sin límites, con instintos salvajes, crueles, sin excluir la autodestrucción. Hay filias, como las tanatofilia y la pulsión de la muerte que quizás marquen la senda para entender esta novela de libertinajes y atrocidades. Pero todo dependerá de quien lo lea. Es el signo de eta novela: provocar reacciones diferentes y controvertidas.

 

Francisco Martínez Bouzas


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