Gerald Murnane
Traducción de Carles Andreu
Editorial Minúscula, Barcelona, 2015, 147 páginas
Como genio, como un Proust que no ha salido
nunca de Combray, como un digno heredero de Beckett, así ha sido definido
Gerald Murnane (Coburg, Melburne, 1939), el autor de Las llanuras, y uno de los escritores australianos más innovadores,
autor de una producción literaria de difícil clasificación, ya que en ella se
dan cita el relato autobiográfico, el ensayo, tratados de historia y la
ficción. La novela que ha traducido Carles Andreu para Editorial Minúscula es
una rara avis en las listas de la ficción alternativa australiana, porque es de
la pocas ocasiones en las que un territorio, las llanuras australianas se
convierte, no en protagonista, pero sí en el verdadero núcleo diegético de una
novela, a cuya representación el lenguaje difícilmente tiene acceso. Las
llanuras, más que paisaje, es una forma de vida, y también una verdadera
radiografía de las personas que moran en uno de los lugares más espectaculares
y solitarios de nuestro planeta.
La novela es una indiscutible amalgama de
narrativa, ensayo filosófico y dédalo
por donde se extravía la memoria. Un libro pues que halla un perfecto
marco en la colección “Paisajes narrados” de Minúscula.
Pero Las
llanuras no carece de protagonistas. Lo es un joven cineasta que se interna
en la Australia interior con el propósito de filmar una película que revele el
verdadero ser del territorio de las llanuras, una región sin fronteras situada
en la zona central del vasto continente. Mas muy pronto el proyecto de película
deriva hacia algo mucho más complejo y ambicioso de lo que había proyectado,
porque, en las llanuras interiores australianas, encontrará una realidad y un
tipo de vida, tradiciones, costumbres y hábitos enteramente distintos de las
pautas de vida de los habitantes de las ciudades costeras del país.
Después de interactuar con algunos de los
habitantes de una de las ciudades interiores, el protagonista es invitado por
uno de los hacendados terratenientes de las llanuras, y se instala en su
mansión, con la intención de que la finca del hacendado sea el escenario para
la proyectada película, con la que pretendía documentar un viaje de
exploración. En la mansión, frecuenta asiduamente la biblioteca para completas
las notas del guión, y allí coincide con la esposa del terrateniente llanero
que deambula sobre todo por la sala del Tiempo.. Y vislumbra a la hija montando
a caballo a través de los inabarcables prados. Finalmente es consciente de su
fracaso como cineasta, renuncia a traducir sus anotaciones en una película real
y se siente satisfecho con su papel de explorador de un paisaje muy particular.
Porque, en las llanuras, el paisaje es imposible de ser representado en
imágenes, de forma que no se traicione lo que realmente es. Y sin embargo ese
paisaje nos construye, en él es donde el hombre se construye a sí mismo (página
73).
Las
llanuras es, como ya señalé un cruce de géneros, con una tonalidad
meditativa y reflexiva que convierte al libro en una parábola, fábula,
mitología, como se ha dicho. Una meditación sobre el paisaje y el tiempo y
sobre las llanuras como una forma de vivir, como un tipo de llanura más.
El autor traslada en varias secuencias del libro
las controversias artísticas y filosóficas entre los horizontunos y los lebrunos, cuyas divisas son
representadas respectivamente por el verdeazulado y el oro viejo. Cada uno de
estos grupos estéticos reivindica el verdadero tejido cultural de las llanuras.
Y lo mismo hace con la existencia de verdaderos ejércitos privados bajo la
apariencia de clubs de polo.
En definitiva, un libro que, a pesar de su
contenido abstruso, nos acerca a la esencia de los espacios abiertos, casi
infinitos, de las llanuras australianas, a su cultura y, sobre todo, a los
efectos que su visión produce en la mente humana. Y también, al alma de los
hombres y mujeres de esos espacios abiertos en el interior del continente
austral.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Un
terrateniente solitario, aislado en una sala repleta de libros, detrás de
galerías frondosas y hectáreas de pasto en el corazón de sus kilómetros de
tierra silenciosa, había estado soñando en la llanura tal como debería haber
sido. Había hablado con otros de su clase. Todo el boato de las sociedades
secretas, las ediciones privadas de ensayos que resucitaban las viejas disputas
olvidadas, los planes acerca de campañas militares comunicados entre
susurros…Todo ello había sido obra de hombres ilusos y solitarios. Hablaban de
separar las llanuras de Australia cuando ellos mismos vivían aislados en sus
fincas y sus pastos, a una distancia colosal del continente.”
…..
“Ese
autor afirmaba que, en el fondo, cada hombre es un viajero en un paisaje sin
límites. Pero incluso los habitantes de las llanuras (que deberían haber
aprendido a no temer la amplitud de horizontes) buscaban puntos de referencia e
indicadores en el inquietante terreno del espíritu. Si un llanero sentía la necesidad
de multiplicar la presencia de su monograma o de una nueva gama cromática de
reciente elección en las llanuras visibles, lo hacía tan solo para marcar los
límites del territorio que reconocía. Ese hombre, concluía el artículo, habría
hecho mejor explorando lo que había más allá de unas ilusiones que podían
representarse mediante una serie de formas y motivos simples.”
…..
“Como
ninguno de esos hombres ha explicado nunca, ni de palabra ni por escrito, el
porqué de su preferencia por vivir
discretamente y al margen de toda ambición en un anexo modestamente
amueblado de sus sencillas casas, solo puedo decir que percibo en ellos una devoción
callada, obstinada, por demostrar que las llanuras no son lo que muchos llaneros
creen. Que no son, por así decirlo, un vasto teatro que dota de mayor significado
los acontecimientos que en él se representan; tampoco son un campo inmenso para
exploradores de todo tipo. Son simplemente una práctica fuente de metáforas para
quienes saben que los hombres inventan sus propios significados.”
(Gerald Murnane, Las
llanuras, páginas 42, 48-49, 121-122)
Excelente reseña, gracias Francisco, una novela interesante y significativa en cuanto a las Llanuras Australianas. Según el autor por lo que he podido ver, hay un misterio que éstas encierran más allá de lo comprensible o lo que se puede observar a simple vista y que no puede ser por el cineasta fotografiado. Me encantará leerlo. Un abrazo y gracias nuevamente por todo lo que nos compartes y de lo cual, aprendo mucho.
ResponderEliminarInteresante...
ResponderEliminarSaludos