Luis Gonzalo Segura
Ediciones Destino, Barcelona, 2015, 309 páginas
Luis Gonzalo Segura saltó a la
fama mediática en 2014 con su libro Un
paso al frente, basado en las múltiples denuncias de corrupción en las
Fuerzas Armadas españolas. Porque Luis Gonzalo Segura es, o era, oficial del Ejército
español hasta el pasado junio, mes en el que le fue notificada oficialmente la
pérdida de su condición militar. Luis Gonzalo Segura, según algún medio “ídolo
favorito” de Podemos y en especial de Pablo Iglesias, fue expedientado
precisamente por publicar esa novela. Previamente había sufrido varios arrestos
por denunciar varios abusos de corrupción en el Ejército español, o por afirmar
que no participaría en una eventual intervención armada en Cataluña. El pasado
verano publicó una nueva novela, Código
rojo, que hoy comento.
Código
rojo, echa a andar precisamente con una calificación semántica del título
del libro, porque esas dos palabras constituyen un término militar que define
el acoso extremo en el ámbito castrense; un castigo para los que se niegan a
cumplir las órdenes de la cadena de mando, o simplemente no encajan. Esa
etiqueta la emplea el autor para poner de manifiesto la reprobación del sistema
que, a su juicio, impera dentro del Ejército, cuyos pilares básicos son el
secretismo, la corrupción y los abusos. Desde la ficción, pues, prosigue el
autor su lucha contra lo que él considera hechos criminales o delictivos, que
no son infrecuentes en una institución jerarquizada como la de las Fuerzas
Armadas. Y lo hace con un thriller en el que los actantes son tres personajes
vinculados con la Guardia Civil o con el Ejército, y que desemboca, en su
desenlace, en un ejercicio de cruda denuncia de no pocos acontecimientos o
situaciones que, a diario, se producen en España y que sin duda reconocerá el
lector, porque están protagonizadas por personajes públicos muy conocidos.
Una ficción con visos detectivescos
ambientada en una institución en la que, según Luis Gonzalo Segura, nunca se ha producido la Transición, y mantiene
ciertas estructuras de la dictadura franquista. Esos tres personajes aludidos que forman un equipo especial, son
Fernando, un cabo de la Guardia Civil; es un gay al que en el cuerpo tratan con
cierto desprecio por su condición y porque pertenece a organizaciones
reivindicativas dentro de la Benemérita; Sira del Rosal, teniente igualmente de
la Guardia Civil, inteligente, buena conocedora de la historia y discriminada
en su carrera por su condición de mujer. A ellos se unirá Guillermo Fernández,
militar de carrera expulsado del Ejército por sus declaraciones en los medios
de comunicación, un claro trasunto literario del autor, si bien él lo niega.
Este equipo se va a enfrentar con una cadena
de crimines. El primero de ellos no puede ser más macabro y escalofriante: la
víctima aparece crucificada, con las cuencas de los ojos vacías, la lengua
cercenada y con una nota en los pies del cadáver en la que el asesino avisaba
que las víctimas serían cinco. El cabo Fernando se enfrenta a un asesino en
serie, pero recibe órdenes de su coronel de cerrar el caso cuanto antes.
Decidirá, sin embargo, seguir adelante con la ayuda de su jefa Sira del Rosal y
de Guillermo Fernández. El siguiente caso es tan espeluznante como el primero.
La víctima, despellejada viva, aparece encerrada en una urna de cristal,
devorada por hormigas. La “cuna de Judas” será el instrumento del que se sirva
el asesino para torturar a su tercera víctima.
Estas
macabras escenificaciones de los cadáveres y el avance de las investigaciones
hacen derivar la novela hacia episodios de la historia de España, acontecidos
hace más de cien años (la Guerra del Rif, en 1921, con el desastre de Annual) y
miles de soldados muertos debido a la improvisación de sus mandos superiores).
Avanza la investigación y se suceden los crímenes. Una vuelta de tuerca en el
desenlace hará ver que la realidad no es lo que parece.
La investigación detectivesca, entre
dificultades y órdenes de la cadena de mando que pretenden silenciar lo que
está ocurriendo, avanza incluyendo revelaciones ocultas pero reales de
acontecimientos escandalosos producidos en el Ejército o en la Marina española;
a la vez que se hace referencia y se denuncia las “puertas giratorias”: esas
puertas doradas que se abren ante ex políticos de primer orden acomodados en
consejos de administración de las hidroeléctricas. También la referencia al
todavía ministro español de Defensa, ligado a en un pasado reciente a empresas
armamentísticas
Código
rojo no es un gran ejercicio literario. Nunca estuvo eso entre las
intenciones del autor. Su estructura constructiva es, no obstante,
suficientemente sólida y bien arquitrabada. El estilo de la novela se define
con dos palabras: explícito, claridad. Luis Gonzalo Segura no pretende otra
cosa. Novela que entretiene, pero también nos revela las interioridades
desconocidas de las Fuerzas Armadas españolas. Y no exenta de confrontaciones
entre los principios éticos y la absoluta obediencia que se exige en la vida castrense. Así como
denuncias muy claras de las relaciones existentes entre el sistema político, el
poder financiero y la cúpula militar. Ficción, pues, para entretener, informar
de las interioridades de las instituciones castrenses y hacer pensar.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
La
imagen que vio Fernando nada más cruzar el umbral le impactó como nada nunca lo
había hecho antes en su dilatada carrera como guardia civil. El cuerpo estaba
desnudo y crucificado sobre una cruz de madera de olivo, en mitad de un salón
diáfano de unos cuarenta metros cuadrados con unos grandes ventanales cerrados
casi por completo, lo que hacía que al principio apenas se pudiera ver con
claridad y que el hedor golpease con virulencia. Se quedó unos instantes
inmóvil frente a la crucifixión asimilando lo que creía estar viendo. Cuando su
vista se adaptó a la falta de luz se acercó al cuerpo para observarlo con
nitidez. Un reguero de sangre descendía por las piernas desde las rodillas
hasta llegar a los clavos metálicos, negros y gruesos, clavados en los talones,
situando éstos de forma paralela a cada lado del tronco de olivo. Las rodillas
y las tibias habían sido machacadas, quizás con mazas. «Tranquilo, sólo es un cadáver, haz tu trabajo como
siempre», se dijo
Fernando para tranquilizarse ante tan macabra imagen. El cuerpo estaba tenso
como si alguien lo hubiese estirado, la cabeza caída, las muñecas clavadas al
travesaño, que también parecía de madera de olivo. En el suelo, de parqué, no
había ni una sola gota de sangre.
Encendió
una linterna e iluminó la cabeza, lo que le permitió descubrir que las cuencas
de los ojos estaban vacías y había una serie de pequeños orificios en las
mismas. «¿Qué coño es
esto?” Se acercó más y dio un respingo porque algo se movió de forma extraña.
Su respiración se aceleró e intentó tranquilizarse. Al cabio de unos instantes
volvió a observar las cuencas y confirmó lo que sospechaba: pequeñas larvas se
movían libres en su interior.”
…..
“El
universo militar era y es así: un acosador sexual asciende a coronel y se le
otorga el mando de una unidad; cuando se le condena se hace con el suficiente
cuidado de conseguir que la pena sea inferior a los tres años de cárcel para que
de esta manera pueda seguir siendo militar una vez cumplida la condena. En
cambio, a los que denuncian la corrupción o los desmanes, se les expulsa sin
piedad. «Te crees que
vas a heredar», se suele
espetar a los militares que son rigurosos en las cuentas, mejor dicho que lo
intentan, como si ello fuese una lacra, un defecto a corregir de la forma más
inmediata posible. «Ni que fuese
tu empresa», decían
muchos. Pero lo cierto es que lo era, y lo es: la empresa de ése, de éste, de
aquel, de todos.”
…..
“¿Cuándo
se transforman los niños en políticos corruptos, en jueces injustos, en
fiscales que actúan como abogados defensores, en periodistas manipuladores y/o
tergiversadores, cuando no mentirosos, en altos mandos militares, talibanes
capaces de cualquier cosa, en directivos de farmacéuticas que especulan y se
enriquecen con la muerte…?¿Cuál es el momento exacto?. Guillermo miraba a los
niños y les preguntaba en su mente: «Serás tú el próximo presidente que
mienta a los ciudadanos? ¿Serás tú el próximo presidente que organizará una
banda paramilitar y después trabajará para una hidroeléctrica? ¿Serás tú el
próximo ministro de Defensa que venderá bombas de racimo a un dictador para que
éste las arroje contra su propio pueblo ¿Serás tú el próximo presidente de la Unión
Europea que solicite recortes a los países a la vez que cobra más de 360.000 euros
anuales? ¿Serás tú el próximo que suba el salario a los altos cargos, amiguitos
todos ellos, para que cobren cantidades desorbitadas? ¿Serás tú? ¿Serás tú.”
(Luis Gonzalo Segura, Código rojo, páginas 23-24, 160, 170)
Muy interesante...
ResponderEliminarInteresante reseña,felicidades y gracias por introducirnos en la buena lectura, una ficción que quizá no está muy lejos de la realidad, abrazos de luz.
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