Francisco Javier Guerrero
Ilustraciones de Raquel Boucher
Editorial Adeshoras, Madrid, 2014, 97 páginas
Francisco Javier Guerrero (Córdoba, 1976) es
uno de los nuevos narradores que apuestan sin complejos por la novela como
reino de la subversión, de la libertad de contenido y de forma, abierta,
proteica por naturaleza, como escribía hace más de veinte años Darío
Villanueva, actual director de la Real Academia Española. Es uno de los sellos
de la narrativa de la posmodernidad, cimentada en el fragmentarismo, con
estructuras arborescentes. Infinitas historias infinitamente ramificadas como
predijo Borges en un texto de Ficciones (“Examen
de la obra de Herbert Quain”). Textos fragmentados en múltiples pequeñas
historias, guiadas sin embargo por un centro oculto. Recurso pues al
fragmentarismo como estrategia constructiva que, en este caso, alienta y
sostiene la arquitectura de Caleidoscopia.
Añádase a lo anterior, el debilitamiento de
las barreras entre los géneros, así como el empleo deliberado de la
intertextualidad. Intertextualidad no tanto en un ejercicio que juega con
textos ajenos, sino como una estela en
la que unos relatos o microrrelatos se unen entre sí. Una narrativa
aparentemente lineal que esconde, no obstante, una realidad fragmentada, pero a
la vez invisible, como se ha escrito.
Caleidoscopia
no es ni más ni menos que una novela hecha de relatos de distinta extensión,
algunos tan condensados que no superan las tres palabras. Cuarenta y seis
relatos, microficciones, repartidas en dos partes: “La verdad, a veces” y “La
mentira para encontrar la verdad”. Toda la carga diegética se despliega a
partir del relato inicial, “Matanza en el café Fantasía”, una matanza cuyo
enigma actuará de hilo conductor y de elucidario de las historias fragmentadas,
pero indivisibles, como ya quedó señalado, y que el lector ira hallando, y a la
vez construyendo, a medida que se adentra en la lectura.
En efecto, el primer cristal del juego
especular caleidoscópico es la masacre del café Fantasía, de la que
incomprensiblemente se liberan Ricardo y su amigo Abel Durán. En el siguiente
relato se nos revela el nombre del autor de una cruel masacre, cuyo “cerebro
malo” se encontraba, no en la cabeza, sino en el corazón. Esa masacre seguirá
resonando, directa o indirectamente, en las siguientes aperturas cuentísticas,
junto con sorpresivas calas en inquietantes situaciones existenciales: la
demencia, la muerte, vidas salvadas inexplicablemente, sueños que se ramifican
infinitamente, insectos convertidos en hombres -un penetrante e inequívoco
homenaje a Kafka-, máquinas del tiempo capaces de atrapar la emoción al
escuchar tu nombre susurrado… Y, en una estructura también circular, todo
termina en el mismo café Fantasía. Allí están todos los convidados a este festín literario, que
concluye como se inició. Todos muertos, también el homicida y Fabio Gerbasi,
con una lápida sobre su tumba, aunque, por ser un escritor puro, jamás morirá
del todo.
He comenzado hablando de que lo más
sorprendente y meritorio de esta entrega literaria de Francisco Javier Guerrero
es su estructura compositiva, asentada en un fragmentarismo con un centro
oculto. Pero mejor que mis palabras, lo expresan las del excelente prólogo escrito por Francisco Onieva: “Así, Caleidoscopia es al mismo tiempo, un
libro de microrrelatos y una sola historia fragmentada, siendo cada fragmento
una microhistoria (…) que cobra sentido por sí misma, que posee un universo
diferenciador y único, que podría vivir aparte y que, además, se integra en
otro universo mayor que es el único cuento que en realidad se está narrando”
(página 13).
Ilustraciones de Raquel Boucher |
Por consiguiente, cada una de estas prosas
también puede ser leída de forma independiente, con la seguridad de que no
defraudarán. Francisco Javier Guerrero domina la gramática del microrrelato.
Sus relatos, especialmente aquellos que transitan por distancias muy cortas,
superan la prueba del algodón de la minificción: títulos que ejercen
eeficazmente su función orientadora, economía lingüística, núcleos diegéticos
explícitos o implícitos altamente condensados, finales cortantes y sorpresivos…
Un pequeño libro en cuanto a su extensión,
rico y complejo, que camina hábilmente por las rutas de la posmodernidad
literaria, capaz de comprender ese mundo cada vez más fragmentado, inconexo e
incoherente que se le escapa a la narrativa tradicional, con sus discursos
compactos, cerrados y canónicos, que no responden a la realidad de nuestros
días en la que nada cuadra. A visualizar ese mundo contribuyen las excelentes
ilustraciones de Raquel Boucher.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
MATANZA EN
EL CAFÉ FANTASÍA
“Todo
comienza en el popular café Fantasía. Ricardo, un joven histrión que está dando
sus primeros pasos en la gran pantalla, y el insigne poeta y novelista Abel
Durán, conversan. El éxito, arguye Abel, radica en contar algo extraordinario,
en narrar una historia imposible y hacerla verosímil. Para conseguirlo,
continúa, el autor, ya sea escritor o actor, debe pensarse y sentirse obra y
personaje. Ricardo escucha en silencio los consejos del que considera su
maestro, cuando un perturbado armado con un rifle entra en el bar y empieza a
disparar indiscriminadamente. Por suerte, ellos están situados en un recodo que
los oculta del homicida. Éste, vacía el cargador y repasa visualmente el local
para asegurarse de haber hecho bien su trabajo. Entonces sus ojos se topan con
los de Ricardo. Eso al menos piensa él, aunque no debe ser así, porque el
asesino saca de su gabardina una pistola y se quita la vida. Ricardo mira a
Abel incrédulo. El fragor de la calle los saca del estado de shock, y ambos
deciden huir ante la posibilidad de que aquel hombre tenga algún cómplice.
Correr sin mirar atrás ni a nadie. Uno, dos y tres:¡Ya!
Cuando
llega a casa, Ricardo se tumba en la cama boca arriba y se queda contemplando
el techo. No hay nada más. Pasa el día ensimismado, examinando ese abismo
blanco que se eclipsa al llegar la noche y lo adormece. Pero llega la luz de la
mañana siguiente. Ricardo reacciona. Agarra el móvil. Necesita saber que su
amigo y guía está bien. Pero no lo localiza. Tampoco en su casa ni en la
oficina. Nadie le contesta. Sale al porche. Recoge el periódico. Lee la crónica
de la primera página y se estremece al comprobar los nombres de las víctimas.”
…..
LA PIANISTA
“Musa, déjame
respirar”
…..
LA
METAMORFOSIS
“Cuando
el insecto se despertó una mañana, después de unos sueños agitados, se encontró
en una mesa, entre papeles, convertido en hombre.”
…..
EPITAFIO
“Sobre
la lápida del escritor Fabio Gerbasi hay un epitafio. Las palabras que, como
epílogo, cerraron también su libro más célebre: Lo siento. Mentí para encontrar la verdad. Lo hizo. Fabio fue un escritor puro. Esos
nunca mueren del todo.”
(Francisco Javier Guerrero, Caleidoscopia, páginas 19-20, 25, 49, 97)
Excelente...
ResponderEliminarMe encantó tu reseña, me avispa la curiosidad de leer este libro que sugiere una buena lectura, al parecer es una gran obra hacia un mundo de espejo muy interesante, ojalá y lo pueda encontrar, gracias de corazón, por enriquecer mi alma. Abrazos de luz.
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