Jordi Llobregat
Ediciones
Destino, Colección Áncora y Delfín, Barcelona, 2015, 540 páginas
El secreto de Vesalio supuso
el debut mundial de Jordi Llobregat, un narrador tardío, gran lector y director
del Festival Valencia Negro. Debut mundial porque la novela, antes de ser
editada en español por Ediciones Destino, ya había vendido los derechos a
dieciocho países. Así pues, un estreno afortunado y a la vez muy digno porque El secreto de Vesalio es un thriller adictivo que alienta una historia llena de giros
inesperados que sin duda, y a pesar de su considerable extensión, mantienen al
lector en vilo hasta el desenlace. En definitiva, una novela de consumo masivo,
pero no exenta de calidad.
El hilo conductor de la historia es un secreto relacionado con Andrés
Vesalio (1514-1564), considerado el padre de la anatomía moderna. Un médico que
centró sus estudios en la observación directa, en la disección del cuerpo
humano, rompiendo así con los cánones didácticos de la medicina galenista
imperantes hasta el momento en la medicina occidental. No así en la de otros
países y culturas, especialmente en la Persia del legendario maestro Ibn Sina
(Avicena es su nombre latinizado). Es el propio Jordi Llobregat el que nos
revela cómo descubrió a Vesalio y cómo su secreto marca el compás y, sobre
todo, el desenlace de la novela: parece ser que Andrés Vesalio fue juzgado en
Madrid por un tribunal de la Inquisición y condenado a la hoguera por haber
diseccionado a un hombre vivo. Habría abierto el pecho de un joven noble en el que
latía todavía su corazón. Felipe II logró que le fuera conmutada su condena por
una peregrinación a Jerusalén en la que se pierde su rastro. Así descubrió el
autor a Vesalio y es entonces cuando su
imaginación tomó el control de su mente y de su pluma. Aventura el escritor que
es posible que el joven estuviera muerto y quizás Vesalio, en el proceso de la
disección, aplicase alguna técnica experimental secreta con la que habría logrado
que volviera a latir el corazón de aquel cadáver. El secreto de Vesalio,
recogido en su obra clásica De Humani
Corporis Fabrica y la búsqueda de uno de sus capítulos, impregna las
páginas de un afortunado debut narrativo, convirtiéndose en la fuerza motriz de
una pieza narrativa tejida con puntadas de thriller, novela histórica y relato
de aventuras y que nos ofrece a la vez una fidedigna estampa costumbrista de la
Barcelona de finales del siglo XIX.
El tema de fondo o la síntesis del significado esencial de la novela no
puede ser otro, en un thriller como este, que la investigación detectivesca del
o de los responsables de espeluznantes asesinatos que desemboca en una intriga
centrada en el libro, o mejor dicho, en el capítulo perdido del libro de
Vesalio. Un tema que se despliega en un mundo ficticio, en una trama de cuya
sinopsis solamente adelanto lo esencial. Barcelona, mayo de 1888, pocos días
antes de la inauguración de la Exposición Universal. En los alcantarillados de
la ciudad aparecen los cadáveres mutilados de varias jóvenes que residen en los
barrios más miserables, la mayoría en la Barceloneta. Crímenes en serie con
horribles heridas en los cuerpos que traen el recuerdo de una antigua maldición
de la ciudad -un monstruo asesino, el Gos Negre- , olvidada desde tiempo atrás,
y que la policía trata de silenciar ante la inminencia de la inauguración de la
Exposición. No obstante, todo da un giro radical cuando Daniel Amat, joven
profesor residente en Oxford y a punto de contraer matrimonio, recibe un telegrama
que le comunica la muerte de su padre, el eminente médico y profesor Alfred
Amat, fallecido en extrañas circunstancias. El joven profesor se ve obligado a
volver a Barcelona para asistir a las exequias de su progenitor. Tras el
enterramiento, se le presenta Bernat Fleixa, un ambicioso periodista de
sucesos, quien le informa de que la muerte del doctor Amat no se ha producido
por causas naturales, sino que ha sido asesinado, y que todo da a entender que
hay una clara conexión entre el fallecimiento de Alfred Amat y los asesinatos
de las jóvenes mujeres, ya que este se había dedicado a investigar esos
macabros crímenes.
Al dúo investigador se le une Pau Gilbert, un brillante y enigmático
estudiante de medicina, colaborador del doctor Amat en su investigación sobre
la higiene y salubridad de los barrios marginales y sus humildes moradores.
Siguiendo las anotaciones de un cuaderno del doctor fallecido, no dejan un
resquicio por rastrear. Mas pronto advierten que las heridas que presentan las
jóvenes desmembradas, parecen ser obra de un experto cirujano, y todo apunta a
un antiguo médico, Frederic Homs, enloquecido a consecuencia de la muerte de su
esposa, dedicado ahora a realizar macabras
transgresiones criminales, cuyo origen o motivación estaría en un
primitivo manuscrito anatómico, un documento de incalculable valor, capaz de
cambiar los conceptos más básicos del conocimiento científico sobre el cuerpo
humano: el Liber Octavus de Vesalio.
Hallar ese manuscrito es el objetivo que persigue el supuesto asesino y también
Daniel Amat que se verá inmerso en una vertiginosa persecución y tendrá que
enfrentarse no solo al asesino, sino también a su propio pasado que había
intentado olvidar, pero cuyas heridas nunca terminarán de cerrar.
La novela, articula en torno a
una tenebrosa investigación criminal, rodeada de ciencia, medicina, moral,
miedos, superchería, industria, proletariado, prostitutas, podredumbre… en el
escenario de la Barcelona industrial de finales del XIX, una ciudad luminosa, que asiste al primer gran acontecimiento
de la modernidad, pero también una oscura ciudad de viejos hospitales,
bibliotecas, callejones, siniestros crímenes, muy parecida al Londres
victoriano y a sus asesinos en serie. Una ciudad incluso oculta, subterránea,
recorrida por túneles y alcantarillados. Una urbe pues de contrastes que se
convierte en el claro protagonista de la narración, que por eso mismo no solamente es un thriller
apasionante, sino también un fresco histórico.
Grabado del De Humani Corporis Fabrica |
Jordi Llobregat diseña con maestría a sus personajes, especialmente a
aquellos que tienen más peso en la acción: Daniel Amat, Bernat Fleixa, Pau
Gilbert, pero también al doctor Frederic Homs, desquiciado tras la muerte de su
esposa y una paranoica investigación para salvar a su mujer, que convierte sus
macabros experimentos en una verdadera declaración de amor, y que, por otra
parte, será el motor de todo lo que acontece en la novela.
En un thriller de intriga criminal es de capital importancia mantener la
tensión narrativa y lograr que el enigma se conserve intacto hasta el
desenlace. Todo esto lo consigue la pluma de Jordi Llobregat que, en un largo
relato repleto de acción y de subtramas, dosifica el ritmo hasta alcanzar el
acontecimiento que resuelve, al final del discurso narrativo, las innumerables
intrigas planteadas a lo largo de la historia.
Un estilo de prosa con un buen dominio del lenguaje, pero ajeno a
complejidades formales, facilita la lectura de un texto repleto de intriga,
misterio, tenebrosos asesinatos, manuscritos antiguos, supercherías, que
profundiza al mismo tiempo en las bases de la ciencia y no deja de plantearnos
un interrogante ético sobre qué límites se pueden traspasar sin que caigamos en
la paranoia. Así pues, leer El secreto de
Vesalio no es por supuesto vérselas con un exquisito producto literario
desde el punto de vista de su
arquitectura y artificios formales, pero sí que sumergirá al lector que deguste
sus primeras páginas, en un notable y adictivo thriller que flirtea con la
historia.
Francisco Martínez Bouzas
Fragmentos
“Fleixa terminó la segunda copa y
prosiguió.
-Una tarde, un anciano carpintero al que
su padre auxilió le confió una historia. Al parecer, se comentaba entre
susurros que el Mal se había adueñado de la Barceloneta. Durante las últimas semanas,
siempre al ponerse el sol, varias jóvenes que volvían de los talleres o andaban
haciendo recados habían desapareció de modo inexplicable. Cuatro o cinco días
más tarde, sus cadáveres eran encontrados en un estado terrible. Les faltaba la
sangre del cuerpo y algunos de sus miembros habían sido amputados. Con todo, lo
que más terror provocaba era que los cadáveres mostraban unas enormes
mordeduras y la carne alrededor de las heridas aparecía quemada.”
…..
“-¿Vesalio? ¿Quién es ese tipo?
–intervino achispado Fleixa.
-Cualquier estudiante de primer curso
sabe responder a esa pregunta -contestó Pau-. Andrés Vesalio fue un eminente
anatomista del siglo dieciséis que cuestionó a Galeno. En su época eso suponía
cualquier cosa, tengan en cuenta que durante más de un milenio el médico griego
fue considerado el supremo referente de la medicina.
-¿En serio? -inquirió Fleixa.
Pau pasó por alto la sorna del
reportero.
Los estudios anatómicos de Galeno están
basados principalmente en la disección de animales y, en consecuencia, cometió
muchos errores. Vesalio, que al principio lo admiraba, como cualquier otro
médico de la época, optó de forma revolucionaria por observar de forma directa
la anatomía humana.
-¿Eso quiere decir…?
-Durante su etapa en París realizó
centenares de disecciones de hombres, mujeres y niños, en un tiempo donde
conseguir un cuerpo para su estudio era, en la mayoría de las ocasiones, muy
difícil. Se conocen sus tratos con rescatadores de cadáveres. -Ante la expresión
desconcierto de sus compañeros se explicó-: Los rescatadores sustraían de los
cementerios los restos de los recién fallecidos a cambio de unas monedas. Más
tarde, de vuelta en Italia, se benefició de una dispensa sobre los cuerpos de
malhechores ejecutados que iban a parar a manos de hospitales y colegios.”
…..
“Dejó caer el ejemplar del De Humani Corporis Fabrica sobre la superficie libre. La cubierta del cuero viejo resplandeció
con el reflejo del fuego. Las llamas acentuaron las formas del grabado, que
pareció estremecerse.
Abrió el manuscrito. La certeza de su
error le devoraba las entrañas. Empezó a pasar las páginas con avidez.
Intercalados entre amplios textos en latín se sucedían los grabados originales que
representaban diversas partes del cuerpo humano. Las ilustraciones, que en ocasiones
ocupaban una página entera, reflejaban con
inquietante detalle cuerpos desmembrados, miembros diseccionados, esqueletos humanos
en poses inverosímiles. Cualquier coleccionista de Europa hubiera pagado una fortuna
por poseer aquel manuscrito, pero a él eso no le importaba, tan solo buscaba, página
tras página, cada vez más exasperado. Revisó los márgenes, los espacios entre pasajes,
los detalles de los dibujos hasta que llegó al final. Entonces cerró el libro con
un golpe que retumbó en el techo abovedado.”
(Jordi
Llobregat, El secreto de Vesalio, páginas
46, 194-195, 298-299)
Realmente curioso...
ResponderEliminarExcelente reseña, de este thriller que invita a la lectura, me recordó un poco a Frankenstein de Mary Shelley en cuanto a la disección de cuerpos, pero también a la verídica historia de Jack el destripador, donde no se encontraba al asesino en serie de tantas mujeres. Parece muy interesante esta novela que me encantará leer. Abrazos de luz, gracias por alimentar mi espíritu.
ResponderEliminarAunque no es el tema que prefiero, me parece que tu reseña abre la curiosidad y tienta hacia el camino de su lectura dado que nos cuentas que hay un coqueteo con la historia, y a mí personalmente, la novela histórica es uno de los subgéneros que más me atrae.
ResponderEliminarPor lo que dices tiene todos los condimentos para satisfacer al lector.
Como siempre me parece muy interesante y clara tu propuesta.
Saludos.
Sin dudas una reseña que convoca a la búsqueda de la obra, de la que podemos beber sorbos espectaculares acá. Más de 500 páginas que como dices, manitienen el interés de punta a cabo. Un abrazo y muchas gracias, amigo.
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