lunes, 13 de abril de 2015

"CICATRIZ", UNA NOVELA ADICTIVA




Cicatriz
Sara Mesa
Editorial Anagrama, Barcelona, 2015, 194 páginas


   La autora de Cicatriz, Sara Mesa (Madrid, 1976), es una de las figuras emergentes de la narrativa en español. De hecho ha sido seleccionada por una prestigiosa revista literaria entre los/las treinta escritores/as cuyas edades oscilan entre los treinta y los cuarenta años. Sin que todavía haya escrito o publicado mucho (un poemario y tres novelas, la última Cuatro por cuatro finalista del XXX Premio Herralde de Novela), su voz muy personal y quizás desusada se está dejando sentir por la originalidad de su temas y también por el tratamiento escritural de los mismos. Con ello está creando un marco narrativo propio. Una obra todavía corta cuantitativamente y en la que siempre ha estado presente el tema de la ofuscación en las relaciones humanas, especialmente en las amorosas, cimentadas en impulsos y en comportamientos obsesivos e insanos. En Cicatriz constituye sin duda uno de los temas centrales, junto con el perfeccionismo, la relación con los objetos, relación fetichista en uno de los personajes centrales, la seducción o la construcción mental del objeto que creemos amar. En menor medida, el mundo subterráneo de las relaciones virtuales entre internautas, un modo de interactuar tan frecuente en las comunicaciones de al menos medio mundo.

   Con el desarrollo de todos ellos, ya que con mayor o menor intensidad todos están presentes en la novela, la autora ha creado una pieza narrativa intensamente adictiva. Si la literatura en algún momento se puede convertir en droga, la lectura de Cicatriz propicia tal atadura, tanto por el interés del hilo o de los hilos conductores que tiñen y dan sentido a todas las unidades narrativas de la novela, como por el tratamiento escritural de las mismas, muy ágil, depurado, muy de nuestros días, relatadas además con un ritmo rápido y un tono derivado de la escritura epistolar.

   La novela pivota sobre dos personajes principales, Sonia y Knut, y en un secundario, Verdú el novio/marido de Sonia, sin apenas relieve. Dos personajes en una relación a distancia, con una historia contada siempre desde la perspectiva del personaje femenino. Del masculino sabemos lo que ella nos filtra. Y centrada desde la primera secuencia. Sonia, una joven de nuestro tiempo, con una vida real gris y anodina, desempeña un trabajo que considera un absurdo despropósito. En internet, sobre todo en los chats, halla horas de distracción para su desatinado trabajo. En un foro literario contacta con un hombre que se enmascara bajo el alias de Knut Hamsun, un tipo de su edad que entre sus mayores “virtudes”, además de su retórica tan calculada que se convierte en algo artificial, destaca su habilidad para “pillar”, para robar. Pero en sus robos está impresa su particular ética: roba de manera aséptica, con estilo, habilidad y paciencia psicopática, y en grandes superficies comerciales, una suerte de sisa contra el sistema.

   Al poco tiempo de “conocerse”, Sonia recibe el primer paquete de libros robados por Knut, y a partir de ahí se verá inundada por regalos (cds musicales, perfumes, zapatos, lencería fina y cara…). A la vez Knut la va  moldeando, supuestamente para convertirla en escritora, mas en el fondo para hacer de ella una criatura a su medida, un particular objeto de culto. Sonia incorpora a Knut y a sus regalos a su cotidianeidad y acepta los frutos de sus pillajes, a pesar de que va teniendo la sensación de pérdida de control. Lo hace por la vanidad de sentirse el centro de atención de alguien, por el placer de verse obsequiada con carísimos regalos, y sin pedir nada a cambio, solo su atención. Pero todo eso la está ofuscando. Y, a pesar de que le cuesta otorgarle a Knut consistencia de persona real, y se observa a si misma actuando como un personaje, siente la necesidad de fabular que es posible vivir otra vida en la que ella juega el papel de chica elegante, distinguida y despreocupadamente liberal (página 112).

   Llega el momento en el que el personaje masculino busca hacer real lo que hasta entonces todo se había jugado en el plano de la irrealidad (un catálogo de fantasías perturbadoras y posesivas. Y Sonia reacciona a tiempo, se da cuenta de que está participando en una relación, aparentemente sin peajes, pero intensamente enfermiza y morbosa con un maniático, perfeccionista, manipulador que la ha llevado a su terreno, no a un territorio común.

   La autora delinea con gran rigor los personajes, sobre todo el de Knut. Un personaje al que va desvelando poco a poco y al que hace que a la vez nos atraiga y repela. Vive al margen de cualquier imperativo social, pero le gusta ir siempre bien vestido, incluso para “pillar” una lata de sardinas. Es un autodidacta que consume gran parte de su tiempo en perfeccionar el arte del robo, con lo que neutraliza su estrés; es un maestro en el uso del tono inquisitivo y persuasivo y es esclavo de una exhaustividad enfermiza. Con especial interés observamos la óptica que sobre el sexo tiene este neurótico perfeccionista: todas las maravillas del sexo residen en la fabulación de ese “ser que aún no es” y, por consiguiente, puede prescindir del paso posterior, de la consumación. Piensa así mismo que el alma, la espiritualidad, el amor deben quedar fuera del sexo. Pero cuando cree haber moldeado al personaje femenino como un objeto a su medida, no sólo el catálogo de fantasías que le propone es perturbador, sino que pretende hacerlo con ella sin tocarla, a través de la mediación de una de sus amantes.

   La acción narrativa está perfectamente enfocada desde la primera línea y prosigue de forma ascendente, con no pocas zonas de sombra y elipsis, períodos temporales con acontecimientos que solamente se intuyen y que el lector habrá de llenar con la luz de su propia lectura. En el haber de Sara Mesa es preciso resaltar la habilidad para hacer creíble un entramado hecho de obsesiones y sumisiones, porque lo hace encajar perfectamente con una radiografía objetiva de nuestro tiempo. Pocas pausas descriptivas, por lo que el ritmo del relato nunca se desacelera. Así mismo, escasos o nulos  artificios estilísticos y empleo de aquel lenguaje depurado que demanda la narración. Un modo narrativo focalizado en el personaje femenino, y una estructura fragmentada con cierta reiteración de prolepsis que no dificultan la lectura porque la anticipación de ciertos acontecimientos y el regreso al relato primero, se encuentran marcados por los rótulos de los capítulos. Todo ello para hacer más legible el relato de la espesa sustancia maloliente que rebosa de la mente de un maniático y el dejarse llevar en buena porción de la novela por parte de su víctima.

Francisco Martínez Bouzas

                                                               
Sara Mesa (Foto Europa Press)

Fragmentos


“Días antes una amiga a la que se atrevió a contarle una versión descafeinada de la historia se plantó con firmeza. Si de verdad quieres saber mi opinión, le dijo, creo que debes dejar de escribirle de inmediato. ¿Por alguna cuestión moral?, preguntó Sonia. Él no los coge (lo libros) de casas ajenas ni de librerías pequeñas, se apresuró a aclarar. Los pilla en grandes almacenes, cadenas como la Fnac, el Vips, sitios así. No, dijo su amiga, no era eso, o no era sólo eso. Es porque nadie regala cosas así porque sí. Algo está buscando, y si no me haces caso, algún día esta historia te salpicará en la cara, sentenció. Pero no son regalos estrictamente hablando, explicó Sonia. Hay establecido una especie de acuerdo. A él le gusta que ella le escriba, busca hablar de libros, compartir opiniones generales sobre la vida. Su amiga inclinó la cabeza, la miró achicando los ojos. Venga ya, susurró. ¿De verdad crees que tus opiniones sobre la vida valen tanto?”



…..



“Sonia le pregunta cómo ha podido un moralista como él convertirse en alguien tan impasible. ¿No enfoca el sexo con una apatía que raya la crueldad? Pero Knut no ve contradicción en su actitud. A mí lo que me gustaría es pasar totalmente, dice. El impulso del sexo termina siempre adquiriendo una raíz social detestable, formada por aprensiones morales, impulsos burgueses y la ausencia de ambiciones más intelectuales. Yo aspiro a dejarlo sólo en el impulso, sin revestirlo de nada más. ¿Eso es crueldad? El alma, o la espiritualidad, o comoquiera que acuerden llamarlo, debería quedar fuera del sexo, intocada. Detesto ese tono triturador con el que algunos hombres hablan de las mujeres, como si estuvieran en la guerra y, en nombre de la patria, presumiesen de haber matado a alguien, pero también odio esa visión del sexo como algo falsamente lúdico, un juego propio de la modernidad, como el rafting o el puenting. El sexo es tormento, dolor y soledad, una rémora animal de la que no se puede escapar. Además, por muchos disfraces que se le pongan, el sexo es…sexo.”



…..



“M. y Sonia. Sonia y M. Un día Knut le desvela otra fantasía. Él podría hacerlo con M. estando ella  justo al lado, para que él sintiese que en realidad lo está haciendo con Sonia. Ya sabes que a ti te respeto demasiado para intentarlo, pero con esta mediación sí lo veo posible. No sería una situación tan fría como parece. Podrían compensar la falta de contacto físico con miradas y palabras de amor. Por ejemplo, cuando M. se fuera al servicio, él se acercaría a ella y le susurraría al oído algo tierno, que los acercara entre sí y la excluyera a ella definitivamente. Decirte, por ejemplo, que te quiero. ¿Te molestaría eso?

Sonia lo lee y siente un nudo de inquietud en el estómago. Hasta entonces todo se había jugado en el plano de la irrealidad. Ahora, se da cuenta, Knut está buscando la manera de hacer real esa irrealidad. Sonia es consciente de su culpa. Si ni siquiera le gustan sus besos, ¿cómo se ha metido en esa historia? Fue ella misma quien, irresponsablemente, con ese no-sé-por qué que él tanto le censura, lo ha alentado a llegar hasta ese punto: ella la que finge entusiasmo, la que le ha mandado fotos con lencería y los zapatos, quien propuso la cita y quien, finalmente, fijó la fecha, aun sabiendo que todo era una farsa. Se siente bloqueada, furiosa consigo misma y, también, ligeramente asqueada.”

(Sara Mesa, Cicatriz, páginas 28-29, 85, 151)

3 comentarios:

  1. Esta novela está pegando fuerte. Y Sara Mesa es una autora que hace tiempo vengo siguiendo la pista y quiero estrenarme con ella. Puede que con Cicatriz

    Un saludo

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    1. Sin duda,Ana. "Cicatriz" no solo te servirá de adictivo entretenimiento sino que también te hará pensar.
      Gracias por tu lectura. Otro saludo para ti.

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