jueves, 12 de febrero de 2015

"VIENTO DE TRAMONTANA": EN CLAVE PARÓDICA Y SURREALISTA



Viento de tramontana
Sergio Gaspar
Edhasa, Colección Tusitala, Barcelona 2014, 278 páginas

   A los dos años de haber puesto fin a su  meritoria labor editorial en la extinta DVD Ediciones, debuta en la narrativa Sergio Gaspar (Checa, Guadalajara, 1954), primerizo en la prosa ficcional, pero en su haber con el aval literario de cuatro libros de poesía. Y lo hace con un libro muy especial: una pieza híbrida en cuanto a forma y contenido. Lengua híbrida: conjuga el español, el catalán y el español-gitano; prosa narrativa / descriptiva con abundantes escenas y diálogos teatrales. Incluso variados tipos y tamaños de letra. Pero es especial sobre todo en su contenido, porque Viento de tramontana es un texto que retrata la realidad catalana y española en forma de sátira escrita con aires actuales. Un texto delirante, confiesa el autor porque, añade, la realidad que nos presenta el poder político, editorial, universitario… es frecuentemente tan falsa que solo se puede describir de ese modo. Una verdadera amalgama pues de lo paródico y carnavalesco, con buenas dosis de superrealismo, reivindicando y ejecutando así una de las funciones tradicionales de la literatura, mas proyectándola, como ya señalé, sobre la realidad actual. Pero no solo la sátira deja su marca en este debut narrativo de Sergio Gaspar: en el libro están presentes los ecos de la historia, la reflexión sociológica y filosófica, las calles y barrios de Barcelona, una rica guía de viajes, e incluso la metaliteratura y un provechoso diálogo intertextual con muchas obras y autoras de nuestros días y del pasado.
   Nadie mejor que Sergio Gaspar para describir la esencia temática de su novela. En un texto previo al índice y a las dedicatorias sustanciosas y llena de enjundia, después de reconocer que todas las situaciones narradas son ficticias -“la literatura no es creíble, una propuesta increíble”-, escribe que Viento de tramontana es una parodia de la vida política y de la industria editorial española (página 7). En la construcción de esa parodia, el autor se sirve de un verdadero frenesí imaginativo: a la voz narrativa y a su pareja se les presenta en una carretera del Ampurdán, montado en un asno trotero y pardo, Josep Pla, “un vejete vestido con traje de pana negra, camisa  blanca y boina negra sobre la cabeza” (página 22). Más adelante en una analepsis se nos dirá que Jordi Pujol le había pedido a Pla que se muriese, que residirá en los sótanos de la Biblioteca  Nacional de Cataluña en el palpitante corazón del Barrio Chino. Como recompensa se le zanjará el hecho de que el mayor prosista de la prosa catalana haya colaborado con Franco, transformándolo así de traidor en legítimo patriota. Josep Pla se hace llamar José Llano, se pasea con su burro volador por el Ampurdán, haciendo sobre todo turismo político, con numerosas e ilustrativas digresiones: (paisajísticas, literarias, históricas, urbanísticas, sociales, políticas…) para sus acompañantes. Entre ellos el Gran Hombre Bajito, Nuestro Caudillo, Su Excelencia, que no es capaz de entender el concepto de anacronía y está preocupado, casi de forma exclusiva, por los años en que su Avenida se llamará como él.
   En otro de sus viajes por Barcelona se encuentra con Miguel de Cervantes, que visita la ciudad como un turista más. Juntos inician un recorrido por la capital de Cataluña, por sus calles y barrios, recorrido que hace que Viento de tramontana sea también la novela de Barcelona, con calles como el Passeig de Gràcia que representa simbólicamente a Cataluña y la Diagonal a España. La Barcelona del Eixample diseñada por Cerdà es curiosamente una ciudad planeada por España, por el centralismo madrileño.
   La novela disecciona por la vía del humor los nacionalismos, tanto el catalán como el español. No rehúye adentrase en las cuestiones espinosas de hoy y de siempre del nacionalismo catalán y en sus aspiraciones soberanistas, dejando caer que una Cataluña independiente tendría que ser binacional: el Ampurdán debería separarse de Cataluña y construir su propio estado. 
  
Josep Pla
Tampoco obvia ejecutar una parodia hilarante con el mundo editorial. En las páginas de la novela hacen acto de presencia conocidas editoras y agentes literarias. Los premios literarios también entran en sus reflexiones: han caído desde hace tiempo en la monotonía y en el descrédito. Premios otorgados  a dedo. Sergio Gaspar pone en boca de  César  González Ruano, “un fascista mussoliniano” que aspiraba a ganar el primer Nadal, y que ganaría sin embargo Carmen Laforet, estas casi siempre certeras  palabras:”Es la primera vez en la historia de la literatura española que se crea un premio para no darlo a un amigo” (página 142).
   Novela construida de forma fragmentaria, con una arquitectura en cierta medida caótica, pero unida por las deformaciones satíricas, paródicas en la que subyacen, sin embargo, análisis conspicuos y muy inteligentes acerca de las realidades catalana y española. Un gran amor a la literatura  que se deja sentir en los frecuentes diálogos con otros textos y autores, no porque resulte cómodo y útil, sino porque son lecturas de las que Sergio Gaspar se ha empapado y se apropia de forma inteligente, y ese diálogo resulta para su propuesta creativa. En pocas líneas: un texto muy actual, tanto por su contenido como por su construcción postmoderna, repleto de sarcasmo y humor, pero también de sabiduría. Y apto sin duda para generar polémica.

Francisco Martínez Bouzas

                                                     
Sergio Gaspar
Fragmentos

S ya lo sabía yo… -nos explicaba, radiante-. La burguesía nacionalista catalana es y será siempre católica, fascista y corrupta. Nuestra España eterna de derechas: la masía andaluza y el cortijo catalán, intercambiables. Los señoritos de Madrid y los señoritos de Barcelona. Meapilas, antiabortistas y machistas. Tienen los cojones tan machistas que no son capaces de engendrar a una mujer.
-¿Me acompaña, señora…?
-¿A dónde?
-No iremos lejos.
En efecto, no anduvimos mucho. Pla se detuvo en la casa de al lado. Buscó la ventana adecuada, una que aparecía entreabierta, y nos dijo:
-Siéntense en el antepecho, por favor
Nos sentamos los tres.
-Ahora comprobarán ustedes la fuerza de la tradición y la cultura del pueblo catalán. Canten conmigo.
Patim, patam, patúm
          homes i dones del cap dret,
 patim, patam, Batum,
     no trepitgeu el Patufet.”

…..

“-Tías en bikini y ropa interior. Tías en bragas y sujetadores. Tías más altas que nosotros, eso siempre. Mucho más altas y a ser posible extranjeras. Ésta era la fórmula para acabar con el franquismo. Porque los hombres españoles, fuésemos rojos o nacionales, sin distingos, después de vencer el hambre de la posguerra, después de bajarnos de la mula y subirnos a los biscúteres, las vespas y las montesas, sólo teníamos hambre de montarnos en una tía, en un montón de tías y follarlas. Ni toros ni fútbol. Eso ya lo teníamos. Ni novias ni esposas. Eso también lo teníamos. La democracia significaba poder follar. Los tontos del bote de la censura ni se dieron cuenta. Bueno, a lo mejor sí lo sabían, pero y andaban enfrascados en preparar traidoramente la transición como nosotros. Y las españolas, ¿qué querían las españolas? Pues lo mismo que nosotros: despelotarse y follar.”

…..

“-Ustedes, los gallegos, son bisentimentales. Se quieren a  sí mismos y quieren a España. Los catalanes nunca. No se deje engañar por monsergas de poetas modernistas y otras máscaras líricas o periodísticas. Nosotros, los catalanes, somos unisentimentales y monoamantes. No le voy a negar, porque nuestra historia así lo demuestra hasta el aburrimiento, que a menudo cometemos adulterio con España, o dicho con más precisión, con los reyes, presidentes de república y gobiernos de España. Pero siempre será un adulterio por interés, por cálculo político, jamás por atracción erótica, ni desde luego por amor. España, Excelencia, no nos la levanta.”

(Sergio Gaspar, Viento de tramontana, páginas 43-44, 125-126, 130-131)

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