Sergio Gaspar
Edhasa, Colección Tusitala, Barcelona 2014, 278
páginas
A los dos años de haber puesto
fin a su meritoria labor editorial en la
extinta DVD Ediciones, debuta en la narrativa Sergio Gaspar (Checa, Guadalajara,
1954), primerizo en la prosa ficcional, pero en su haber con el aval literario
de cuatro libros de poesía. Y lo hace con un libro muy especial: una pieza
híbrida en cuanto a forma y contenido. Lengua híbrida: conjuga el español, el
catalán y el español-gitano; prosa narrativa / descriptiva con abundantes
escenas y diálogos teatrales. Incluso variados tipos y tamaños de letra. Pero
es especial sobre todo en su contenido, porque Viento de tramontana es un texto que retrata la realidad catalana y
española en forma de sátira escrita con aires actuales. Un texto delirante,
confiesa el autor porque, añade, la realidad que nos presenta el poder
político, editorial, universitario… es frecuentemente tan falsa que solo se
puede describir de ese modo. Una verdadera amalgama pues de lo paródico y
carnavalesco, con buenas dosis de superrealismo, reivindicando y ejecutando así
una de las funciones tradicionales de la literatura, mas proyectándola, como ya
señalé, sobre la realidad actual. Pero no solo la sátira deja su marca en este
debut narrativo de Sergio Gaspar: en el libro están presentes los ecos de la
historia, la reflexión sociológica y filosófica, las calles y barrios de
Barcelona, una rica guía de viajes, e incluso la metaliteratura y un provechoso
diálogo intertextual con muchas obras y autoras de nuestros días y del pasado.
Nadie mejor que Sergio Gaspar para describir
la esencia temática de su novela. En un texto previo al índice y a las
dedicatorias sustanciosas y llena de enjundia, después de reconocer que todas
las situaciones narradas son ficticias -“la literatura no es creíble, una
propuesta increíble”-, escribe que Viento
de tramontana es una parodia de la vida política y de la industria
editorial española (página 7). En la construcción de esa parodia, el autor se
sirve de un verdadero frenesí imaginativo: a la voz narrativa y a su pareja se
les presenta en una carretera del Ampurdán, montado en un asno trotero y pardo,
Josep Pla, “un vejete vestido con traje de pana negra, camisa blanca y boina negra sobre la cabeza” (página
22). Más adelante en una analepsis se nos dirá que Jordi Pujol le había pedido
a Pla que se muriese, que residirá en los sótanos de la Biblioteca Nacional de Cataluña en el palpitante corazón
del Barrio Chino. Como recompensa se le zanjará el hecho de que el mayor
prosista de la prosa catalana haya colaborado con Franco, transformándolo así
de traidor en legítimo patriota. Josep Pla se hace llamar José Llano, se pasea
con su burro volador por el Ampurdán, haciendo sobre todo turismo político, con
numerosas e ilustrativas digresiones: (paisajísticas, literarias, históricas,
urbanísticas, sociales, políticas…) para sus acompañantes. Entre ellos el Gran
Hombre Bajito, Nuestro Caudillo, Su Excelencia, que no es capaz de entender el
concepto de anacronía y está preocupado, casi de forma exclusiva, por los años
en que su Avenida se llamará como él.
En otro de sus viajes por Barcelona se
encuentra con Miguel de Cervantes, que visita la ciudad como un turista más.
Juntos inician un recorrido por la capital de Cataluña, por sus calles y
barrios, recorrido que hace que Viento de
tramontana sea también la novela de Barcelona, con calles como el Passeig
de Gràcia que representa simbólicamente a Cataluña y la Diagonal a España. La
Barcelona del Eixample diseñada por Cerdà es curiosamente una ciudad planeada
por España, por el centralismo madrileño.
La novela disecciona por la vía del humor
los nacionalismos, tanto el catalán como el español. No rehúye adentrase en las
cuestiones espinosas de hoy y de siempre del nacionalismo catalán y en sus
aspiraciones soberanistas, dejando caer que una Cataluña independiente tendría
que ser binacional: el Ampurdán debería separarse de Cataluña y construir su
propio estado.
Josep Pla |
Novela construida de forma fragmentaria, con
una arquitectura en cierta medida caótica, pero unida por las deformaciones
satíricas, paródicas en la que subyacen, sin embargo, análisis conspicuos y muy
inteligentes acerca de las realidades catalana y española. Un gran amor a la
literatura que se deja sentir en los
frecuentes diálogos con otros textos y autores, no porque resulte cómodo y
útil, sino porque son lecturas de las que Sergio Gaspar se ha empapado y se
apropia de forma inteligente, y ese diálogo resulta para su propuesta creativa.
En pocas líneas: un texto muy actual, tanto por su contenido como por su
construcción postmoderna, repleto de sarcasmo y humor, pero también de
sabiduría. Y apto sin duda para generar polémica.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“S ya lo sabía
yo… -nos explicaba, radiante-. La burguesía nacionalista catalana es y será
siempre católica, fascista y corrupta. Nuestra España eterna de derechas: la
masía andaluza y el cortijo catalán, intercambiables. Los señoritos de Madrid y
los señoritos de Barcelona. Meapilas, antiabortistas y machistas. Tienen los cojones
tan machistas que no son capaces de engendrar a una mujer.
-¿Me acompaña, señora…?
-¿A dónde?
-No iremos lejos.
En efecto, no anduvimos mucho. Pla se
detuvo en la casa de al lado. Buscó la ventana adecuada, una que aparecía
entreabierta, y nos dijo:
-Siéntense en el antepecho, por favor
Nos sentamos los tres.
-Ahora comprobarán ustedes la fuerza de
la tradición y la cultura del pueblo catalán. Canten conmigo.
Patim,
patam, patúm
homes i dones del cap dret,
patim, patam, Batum,
no
trepitgeu el Patufet.”
…..
“-Tías
en bikini y ropa interior. Tías en bragas y sujetadores. Tías más altas que
nosotros, eso siempre. Mucho más altas y a ser posible extranjeras. Ésta era la
fórmula para acabar con el franquismo. Porque los hombres españoles, fuésemos
rojos o nacionales, sin distingos, después de vencer el hambre de la posguerra,
después de bajarnos de la mula y subirnos a los biscúteres, las vespas y las
montesas, sólo teníamos hambre de montarnos en una tía, en un montón de tías y
follarlas. Ni toros ni fútbol. Eso ya lo teníamos. Ni novias ni esposas. Eso
también lo teníamos. La democracia significaba poder follar. Los tontos del
bote de la censura ni se dieron cuenta. Bueno, a lo mejor sí lo sabían, pero y
andaban enfrascados en preparar traidoramente la transición como nosotros. Y
las españolas, ¿qué querían las españolas? Pues lo mismo que nosotros:
despelotarse y follar.”
…..
“-Ustedes,
los gallegos, son bisentimentales. Se quieren a
sí mismos y quieren a España. Los catalanes nunca. No se deje engañar
por monsergas de poetas modernistas y otras máscaras líricas o periodísticas.
Nosotros, los catalanes, somos unisentimentales y monoamantes. No le voy a
negar, porque nuestra historia así lo demuestra hasta el aburrimiento, que a
menudo cometemos adulterio con España, o dicho con más precisión, con los
reyes, presidentes de república y gobiernos de España. Pero siempre será un
adulterio por interés, por cálculo político, jamás por atracción erótica, ni
desde luego por amor. España, Excelencia, no nos la levanta.”
(Sergio Gaspar, Viento
de tramontana, páginas 43-44, 125-126, 130-131)
Muy interesante !
ResponderEliminarSaludos