El Globo de Shakespeare
Jaureguizar
Traducción: Equipo Pulp, 2012
Pulp Books, Cangas do Morrazo, 2012, 180 páginas.
La canguesa Editorial Pulp Books (un sello de Rinoceronte Editora) traduce del gallego O Globo de Shakespeare, novela ganadora del VIII Certame de Narrativa en galego Terra de Melide en el año 2008. Su autor, Jaureguizar. Santiago Jaureguizar, nacido en Bilbao (1965), es un escritor asentado definitivamente en el idioma y en la literatura gallega. Es, en efecto, autor de una extensa y exitosa obra narrativa en la que se aprecia una clara evolución desde sus comienzos en la llamada “literatura o movimiento bravú” (Todo a cien, Fridom Spik) hacia una narrativa muy personal, en la que sin las vestimentas externas del “movimiento bravú”, se conservan grandes dosis de actitud irreverente, de parodia e ironía. Pero también buenas historias, correctamente estructuradas, bien contadas, con personajes hábilmente esculpidos, con ambientaciones cuidadas. Alejado de cualquier línea generacional, Jaureguizar cultiva una narrativa única, propia, no de un prosista exquisito, sino de un novelista muy versátil y politemático.
No son los juegos de artificios estilísticos los que ornamentan la narrativa de Jaureguizar, sino sobre todo la narratividad. Tal es el caso de El Globo de Shakespeare, un viaje narrativo, desencadenado por el hallazgo de un manuscrito de Shakespeare, alrededor de ese universo que es la condición humana en la que afloran ruindades y egoísmos. Y todo ello revestido de un humor “negro, cáustico, ácido, pesimista”.
El Globo de Sakespeare está narrada a partir del supuesto descubrimiento de un manuscrito, la primera versión de Hamlet en un pazo de la villa Ribadeo, escenario de la novela y en el que habitan los principales personajes que pueblan el relato. Personajes valleinclanescos que tienen en común el hecho de que consumen su vida en el mundo de lo sueños. Un actor titiritero que sueña con Sakespeare al que representa con sus marionetas en el teatro que hay en el sótano del pazo. Suple la carencia de público con una prostituta a la que contrata para que las contemple. Pero a ella, que sueña con evadirse de la soledad que la rodea, no le agradan y solamente presta atención a las más románticas como Romeo y Julieta. Otros personajes secundarios de este teatro de la vida son Rosalía, la exmujer de Ricardito, el titiritero, que sigue girando en su entorno y al que soporta porque sigue enamorada de él. La señora Quickly (Celia Mandiás), el ama de llaves, paradigma del deber, la moral y de la crueldad cuando ve amenazado su situación de poder. Sebe (Eusebio Pontella), el guapo de esta tropa que sueña con limones entre verdes y maduros, que le arrastrarán hacia una pasión que interferirá en su capacidad de decisión sentimental.
Todo, no obstante, transcurre tranquilamente hasta que irrumpe el elemento desencadenante de la tragedia: el encuentro del documento shakespeareano, un original de Hamlet, que ahogará sus sueños y sus vidas.
Jaureguizar aborda en El Globo de Shakespeare el espectáculo del teatro. Homenaje al teatro de Shakespeare que refleja como ninguno las pasiones humanas. Pero, sobre todo, retrato de la vida como puro teatro, sobrado así mismo de pasiones humanas, de amores, rencores, ruidades que explotan en la dantesca y esperpéntica escena final.
Francisco Martínez Bouzas
Jaureguizar |
Fragmentos
“Las causas de las separaciones son complejas y variadas, pero Rosalía argumentó que se había hartado de hablar con un hombre y oír la respuesta a través de un títere con la voz impostada. Incluso cuando ella le pidió que recogiese sus cosas y se marchase, Ricardo respondió irguiendo hacia el cielo un títere sujeto con hilos y recitando un galimatías que Rosalía había renunciado a intentar comprender. No obstante estaba segura de que había sido escrito por Shakespeare porque su marido era un apasionado del teatro, es decir, de Shakespeare.”
…..
“Como cada noche, Micaela ocupó el lugar en la representación que le había asignado Ricardo. El titiritero había mandado, como todas las madrugadas, que fuese espectadora. Igual que cualquier otra noche, Ricardo había citado a la prostituta en el pazo y le había mandado bajar al sótano, a un espacio con las dimensiones de dos campos de baloncesto construido para el ocio en un complejo funerario (…) La joven se sentía intranquila allí abajo, consciente de que había murciélagos sumando horas de vuelo al fondo de la estancia fría. Ricardo alegaba que la luz de las antorchas mantenía a raya a aquellos bichos repugnantes, pero esa afirmación era un principio teórico que no siempre se cumplía. Al principio también desasosegaba a la pobre en aquella tiniebla el hecho de que el extraño personaje que la contrataba vistiese sólo de negro, pero acabó imaginándose que él era el jorobado de Notre Dame y ella, la bella gitana Esmeralda.”
…..
“Micaela había ocupado su lugar en la representación dos horas atrás. Se había sentado con una minifalda verde en el sofá de cuero marrón y había atado sus muñecas con sendos grilletes, tal como le ordenaba Ricardo. La joven fumaba, mascaba chicle y daba tragos a una Coca Cola Light con los ojos entornados por el sopor. De vez en cuando levantaba una pierna para comprobar la eficacia depilatoria de las nuevas cuchillas Wilkinson Sword Xtreme III Beauty, pero aquel examen quedaba limitado por la escasa visibilidad: Ricardo solía usar dos antorchas para iluminar el escenario y el resto permanecía a obscuras. Pero la joven no hallaba nada más entretenido en aquel húmedo agujero que disfrutar observando la belleza morena de sus extremidades inferiores.”
(Jaureguizar, El Globo de Shakespeare, páginas, 32, 42, 44-45)
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