viernes, 19 de octubre de 2012

FENOMENOLOGÍA DE LA ESCRITURA DE FAULKNER

Ensayos & Discursos
William Faulkner
Traducción de David Sánchez Usanos
Introducción de David Sánchez Usanos
Prólogo de James B. Meriwether
Capitán Swing Libros, Madrid, 2012, 369 páginas.


   El padre o uno de los padres de la narrativa contemporánea, William Faulkner, no solo escribió memorables novelas y antologías de cuentos como El ruido y la furia, ¡Absalon, Absalón!, Luz de agosto, La  paga de los soldados o Santuario, quizás la más vendida, sino que es así mismo autor de obras menores: pequeños ensayos, discursos, prólogos, reseñas, cartas públicas, cuya lectura permite comprender más cabalmente  la figura y la obra de uno de los más grandes creadores del siglo XX. Hace apenas unos días Capitán Swing Libros editó la traducción al español de la segunda edición de Essay, speches & publics letters, una novedad editorial ya que incluye múltiples materiales hasta ahora inéditos. Su lectura nos acerca un poco más al Premio Nobel de 1949, a Faulkner al desnudo.
   En efecto, esta colectánea de escritos no ficcionales de William Faulkner  refleja lo que el introductor español de esta edición califica con acierto como la “fenomenología de la escritura” faulkneriana: las razones de sus dedicación a la escritura, su visión sobre porqué ciertos textos funcionan y otros no, qué sensaciones produjeron en él ciertos libros, algunos ajenos como El viejo y el mar de Hemingway. Y otras múltiples cuestiones de cariz político, social y cultural: el Sur, su tierra natal, una idea primordial en su narrativa, la conciencia de la derrota, la creencia de formar parte de un pueblo tan empecinado como humillado, en cuyo contrapunto aparece Estados Unidos, la nación en la que el éxito del sueño americano no solo es demasiado sencillo, sino también un verdadero monoteísmo, generador de injusticias y de conflictos, entre ellos los raciales. Su retrato del Sur es todo lo contrario a este ingenuo optimismo: El Sur es lo primitivo, el desamparo en el que el escritor da rienda suelta a esa fuerza interior que crea la literatura al margen de corrientes, modas y cánones.
   Pero, como ya señalé, en estos textos de Faulkner convive así mismo una mirada sobre la literatura, sobre su magia y poder simbólico. Mirada sobre los propios textos y sobre los de otros escritores. Mirada veraz y comprometida con la verdad. Por eso con el mismo arrojo que afirma que en El viejo y el mar Hemingway descubrió a Dios, a un Creador, califica los poemas de W. A. Percy como “emotivos  éxtasis de extravagancia lírica y una efímera fuerza artificial alcanzada al precio de la verdadera fuerza de la belleza” (página 269). Porque para Faulkner la literatura es algo que tiene que ver no con la mediocridad, sino con fuerzas salvajes y universales, capaces de superar a la muerte y de reproducir la vida.
   ¿Qué decir de los textos mayores, de esos ensayos como “Mississippi”, “Sobre la crítica”, “Sobre la privacidad (El Sueño Americano ¿Qué le sucedió)”, “Sobre el miedo: El Sur de parto: Mississippi” y otros recogidos en este volumen antológico? Son sin duda pequeñas obras maestras que reflejan el verdadero yo del escritor, su inmenso talento, la fuerza de sus convicciones, la audacia de un coloso de la ficción que también en la no ficción apuesta por la verdad, por “las viejas verdades” en un momento desazonado, oscuro y peligroso.

Francisco Martínez Bouzas



William Faulkner

Fragmentos

“Ese era el Sueño: no que el hombre fuese creado igual en el sentido de que fuese creado negro o blanco o marrón o amarillo y entonces condenado irrevocablemente a eso que para el resto de sus días -o, mejor dicho, no condenado con igualdad sino bendecido con igualdad, sin que él mueva un dedo sino en lugar de eso yaciendo encogido y dormitando en su baño templado y sin aire como el embrión aún en el útero-; sino la libertad en la que tener un igual comienzo en la igualdad con todos los demás hombres, y el ser libre para defender y preservar esa igualdad por medio del coraje individual y del trabajo honorable y de la responsabilidad mutua. Entonces lo perdimos. Nos abandonó lo que nos había sostenido y protegido y defendido mientras nuestra nueva nación de nuevos conceptos de existencia humana conseguía un punto de apoyo lo suficientemente firme para permanecer erguido entre las naciones de la tierra (…)

…..

Reseña de El viejo y el mar de Ernest Hemingway

“Lo mejor que ha hecho. El tiempo ha de mostrar que ésta es la mejor composición de cualquiera de nosotros, quiero decir de sus y de mis contemporáneos. Esta vez, él descubrió a Dios, a un Creador. Hasta ahora, sus hombres y mujeres se habían hecho a sí mismos, dado forma a sí mismos a partir de su propio barro; sus victorias y sus derrotas eran a manos de unos a otros, sólo para probarse a sí mismos o  los unos a los otros lo duros que podían ser. Pero esta vez, él escribió acerca de la piedad: acerca de algo en alguna parte que los hizo a todos ellos: el viejo que tenía que capturar el pez y perderlo, el pez que tenía que ser capturado y después perdido, los tiburones que tenían que robar al viejo su pez; los hizo a todos y los amó a todos y se apiadó de todos. Está bien. Alabado sea Dios por lo que hizo y por amar y compadecerse de Hemingway y de mí evitando que lo retocase”

(William Faulkner, Ensayos & Discursos, páginas 193-194, 307)

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