Montecore
Un tigre único
Jonas Hassen Khemiri
Traducción de Martin Simonson
Miscelánea (Roca Editorial de Libros), Barcelona, 2011, 380 páginas.
Jonas Hassen Khemiri es un escritor nacido en Suecia en 1978 (padre tunecino, madre sueca) que forma parte del boom de las letras nórdicas o escandinavas. Basta con fijar nuestra mirada en la novela negra de estos países para sorprendernos gratamente por la riqueza y profundidad con que germina la noir entre los fríos nórdicos. No resulta aventurado pensar que durante el pasado siglo, especialmente en su primera mitad, la literatura de los países escandinavos vivió una auténtica edad de oro. Los nombres de Karen Blixen. Mika Waltari o la narrativa de propedeutica filosófica de Jostein Garrder así lo confirman.
Jonas Hassaen Khemiri prosigue en esa estela con Montecore, una novela-testimonio o biográfica, ganadora de diversos e importantes galardones y traducida a no pocos idiomas.
En una breve sinopsis cabe decir que el “superhéroe” del libro, el mejor padre del mundo, afamado fotógrafo y progenitor de un joven escritor, llamado precisamente Jonas Hassen Khemiri, celebra su cumpleaños en una lujosa azotea neoyorkina. Es Abbas. Le acompañan en la celebración celebridades del mundo de la música, de la cultura, de la fotografía y de la política, como Bono, Kofi Annan, Salman Rushdie, Cartier-Bresson, Richard Avedon. El incipiente escritor se pregunta cómo fue posible que un humilde tunecino emigrante en Suecia haya podido alcanzar un éxito de tal magnitud. Viajemos al territorio del libro y hallaremos la respuesta, nos responde el autor, hijo del padre afamado, pero con el que apenas se relaciona.
La voz que teje el relato y alter ego de Hassen Khemiri nos ofrece en efecto una mordaz y brillante historia en la que se juegan muchas cosas: la identidad y el racismo, el ascenso social, la amistad y la vida familiar. La novela se elabora y ofrece una primera respuesta a ese interrogante que quedó en suspenso, mediante e-mails de un viejo amigo de la familia, Kadir, que llevan agregados documentos Word y que relatan la infancia de Abbas en Túnez. Un intercambio epistolar entre ambos irá reconstruyendo la trayectoria vital de Abbas desde su infancia en Túnez hasta su etapa como exiliado político y padre de familia en el país escandinavo.
Nos convertimos así en asombrados testigos de una vida narrada en tercera persona y magnificada hasta la caricatura en el altar del mito en el que cree sobre todo Kadir y por eso redacta sus e-mails como si lo fueran: “una historia contada de generación en generación se transforma en mito”, afirma Jonas Hassen Khemiri, aunque ahora aquellas luchas e ideales de la juventud hayan quedado engullidas en un acomodaticio aburguesamiento.
Jonas Hassen Khemiri |
Narrativa pues en la que las relaciones humanas actúan de hilo conductor, dando lugar a episodios y reflexiones a través de las que se revela la figura poliédrica del padre y tiene lugar una subversión de los tópicos y clichés acerca de las identidades (personal, familiar, nacional).
Una agradable sorpresa que nos regala esta novela, es el lenguaje con el que el autor hilvana la historia. Una lengua intencionadamente anárquica que se sirve de las expresiones lingüísticas deformadas por los emigrantes y jergas juveniles tan logradas que hoy en día se ha bautizado como “khemírico” este tipo de escritura.
Todo ello, junto con un sutil sentido del humor, un logrado perfil de los personajes y un inteligente uso de las estructuras narrativas dan como resultado un ingenioso producto literario, que, sin embargo, resultaría beneficiado mediante una reducción de las páginas y una contención en la ejecución de algunos aciertos. Porque, en definitiva, la brevedad, acompañada de calidad es la mejor moneda literaria.
Francisco Martínez Bouzas
Francisco Martínez Bouzas
Fragmento
“El segundo recuerdo viene de los tiempos en que padres acaba de empezar a conducir metros y vigilar torniquetes y despertar borrachuzos dormidos en las estaciones terminales. Es en esta época cuando padres sella billetes y guía a turistas alemanes hacia la salida desde el laberíntico andén de Kungsträdgärden. Es padres quien encuentra los vespertinos olvidados y hace sonar su manojo de llaves que tiene la solución para todo, donde la llave L abre la puerta a los compartimentos de los conductores entre los vagones cuando los trenes están demasiado llenos y la llave del cuadrado abre las trampillas de las escaleras mecánicas cuando los gamberros han pulsado el botón de parada de emergencia. Padres gira la llave, pone las escaleras en marcha con un empujón y devuelve la sonrisa de los agradecidos padres con sillas de bebé”
(Jonas Hassen Khemiri, Montecore, página 112)
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