domingo, 20 de febrero de 2011

MORALIDADES ACTUALES, RECUPERANDO A RAFAEL BARRETT


Moralidades actuales
Rafael Barret
Pepitas de calabaza ed., Logroño 2010, 371 páginas.

   Rafael Barrett (1876 – 1910) es un perfecto desconocido en España, su país de origen, pero muy reconocido en tierras de Latinoamérica, donde el pasado año se le homenajeó en el centenario de su fallecimiento. Nació de noble abolengo en Torrelavega, hijo de padre británico y de una española de la vieja nobleza de la casa de Alba. Disfrutó de una esmerada educación universitaria y frecuentó las tertulias madrileñas, especialmente la de Valle Inclán, al que admira como maestro del lenguaje y como bohemio. Aparece citado fugazmente en las memorias de Pío Baroja y llegó a ser amigo de escritores, entonces radicales, como Ramiro de Maeztu y Manuel Bueno. Sin embargo, su vida de señorito modernista se vio truncada por un incidente rayano a la leyenda: herido en su honor por la atribución de una supuesta homosexualidad, azotó en público con una fusta  el rostro de un grande de España, el duque de Arión. El incidente le obligó a exiliarse, primero en Buenos Aires y posteriormente en Paraguay y Uruguay, donde será considerado como un maestro por los escritores e intelectuales de al época. Se consagra al periodismo y publica su primer libro, Moralidades actuales, afortunadamente recuperado ahora por la editorial riojana, Pepitas de calabaza. Después de sufrir varios desengaños políticos en Paraguay, Rafael Barrett fallece en Arcachón (Francia), tras escribir sus dos últimos artículos glosando la figura de Lev Tolstói.
   A pesar de su exigua obra, el pensamiento de Barrett ha ejercido una gran influencia en América latina, especialmente en el Cono Sur. La escritura de Barrett puede adscribirse  al modernismo literario. Un estilo muy elaborado es el vehículo de un pensamiento y una posición intelectual y política muy cercana a la oleada regeneracionista que se expandió por España a raíz del desastre del 98. Su relevancia literaria fue reconocida por Roa Bastos y sobre todo por Borges que calificó de genial la escritura de Barrett.
   La edición de Moralidades actuales que nos ofrece Pepitas de calabaza, recupera la versión original, preparada minuciosamente por el propio autor - exactamente 89 artículos como el año inicial de la Revolución francesa -, adulterada sin embargo en la edición de sus Obras Completas, impulsada por los anarquistas argentinos que celebraron a Barrett como a uno de los suyos. No obstante y a pesar de su autodefinición como anarquista, su pensamiento social y político tiene poco que ver con el de un militante anarquista y mucho más con el de un intelectual vitalista radical, preocupado por los temas sociales y muy crítico contra las estructuras de poder, incluidas las religiosas.
   Moralidades actuales es una colectánea de artículos, seleccionados, como ya dije, por el autor. El fruto maduro de un pensador en el momento más creativo de su vida, que se muestra muy cercano a los explotados en y por el engranaje del poder y de los partidos políticos. Por eso Barrett dirige sus dardos contra las leyes, el estado y su monopolio de la violencia. También contra la religión, como institución de control de las mentes y corazones humanos. Pero “esta época – escribe Barret – necesita otros dioses: quiere ser dirigida por la esperanza y el amor, no por el miedo” (página 251).
Rafael Barrett
   Reflexiones que, a pesar del paso del tiempo y del ninguneo del que fue víctima su autor, no han perdido actualidad, no sólo por la radicalidad de sus posiciones intelectuales, sino también por el acierto con que analiza la realidad social. Todo ello, unido a un estilo altamente depurado, que tiene poco que ver con los nenúfares y melindres modernistas, hace que Moralidades actuales sea capaz de penetrar la superficie del silencio y ofrecernos una visión novedosa y más justa y solidaria del mundo. El breve fragmento que sigue, da fe de la potencia de un pulso estilístico  quizás intempestivo en el sentido nietzcheano del término, es decir, dotado de un vigor inesperado: “Don Tancredo I fue un horado padre de familia, de esos que prefieren la muerte a la miseria, y comprenden al pelícano. Tuvo una idea genial, nacida de la angustia que se apoderaba de él cuando pensaba en el pan de sus hijos. Se le ocurrió plantarse en medio de la plaza, pintado de blanco por toda defensa, inmóvil por toda astucia, a esperar la acometida de un toro recién soltado. Abatido bajo ciertos prejuicios, no se dedicó a hacerse ratero, ni a vivir de la prostitución de su mujer. Amaba demasiado a los niños para descoyuntarles los huesos o para amaestrarlos a palos en cualquier prueba de circo” (página 298)

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