jueves, 26 de mayo de 2016

"EL CARACOL" : PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE EL SENTIDO DE LA VIDA



El caracol
Nelson Jiménez
Ilustraciones de Mónica Rodríguez
Por el ojo de la aguja Editorial, Miami, 2016, 60 páginas.


   Nelson Jiménez Vivero publicó, en una editorial de Alicante (España), hace ya dieciséis años, la primera edición de este pequeño relato, un libro de acertijos, adornado con la capacidad de generar un universo de símbolos. Hoy, desde Miami y editado por el sello Por el ojo de la aguja, el libro-conversación recobra una nueva vida. La datación de su escritura es anterior, tanto con relación a la primera edición como a la segunda. Prosas inventadas, soñadas, en La Habana en el año 1992. Su autor es una persona polifacética en grado sumo: médico, graduado de escritor, realizador de programas de radio tanto en Cuba como en Venezuela, cantautor, columnista de varios medios de comunicación, profesor universitario, poeta y narrador en formato breve. Y en la actualidad, director de la emisora Punto y Seguido Radio, en la diáspora cubana en Miami.

   El caracol, una de sus primeras publicaciones, no es exactamente un libro de cuentos, sino una larga conversación -así lo reconoce su autor- que se extendió durante doce años. Un repentino oscurecimiento, en una tarde de un veinte de enero, la interrumpió e impidió que se siguiera dilatando en el tiempo. Un demorado diálogo entre un viejecito  de pelo canoso y un niño, alter ego, sin duda, del propio escritor. Abuelo y nieto que charlan, mientras la abuela cocina. Una charla que atesoró muchos acertijos, muchas preguntas, con las respuestas explícitas o entre líneas si el lector tiene la capacidad de escudriñar las palabras no escritas.

   Los interrogantes que un niño le formula a la persona amada y consentidora del abuelo. La primera: ¿Por qué existe la tristeza? Y en cada secuencia del relato, una pregunta: ¿Por qué los ríos van hacia el mar? ¿Qué es un árbol? ¿Por qué no caminan? Y más y más preguntas, ya que la curiosidad infantil no tiene fronteras. Y la amorosa y bonachona paciencia del abuelo es infinita. Hasta que llega el encuentro con el caracol. Que, a pesar de los cuatro cuernos / tentáculos del diseño de la portada, no es  es seguramente ese caracol gigante africano (Achatina fúlica), el gasterópodo invasor más dañino del mundo, y que tantas alarmas, temores e incluso infortunios está provocando en muchos países de América Latina. El caracol que el niño había encontrado es bello como una mariposa.

   El interrogatorio del niño llegará a traspasar el mundo de las realidades sensibles, también el de los animales, y se internará en el ámbito de los sentimientos: ¿Por qué las lágrimas? ¿Qué es el odio? ¿El Amor? ¿La distancia? ¿Una espiral? ¿La verdad? ¿Cómo se mide el amor?

   Y así, con preguntas y respuestas, Nelson Jiménez le da forma a una sencilla, pero intensa historia de amor familiar, que es también el necesario aprendizaje de los secretos de la vida. La iniciación a las sencillas o complejas verdades que modularán la existencia de un niño que se está abriendo a la vida. Y todo ello bajo el paraguas protector, hilo conductor además del relato-conversación cimentada en el amor, fuente inagotable de emociones, verdades y sentimientos.

   Narrativa lineal, minimalista, no en un sentido elusivo, sino como expresión de una escritura sencilla, aunque habitada por la poesía. Literatura de sentimientos sin caer en el sentimentalismo. Y que, sobre todo, lleva impresa en su médula la marca de las pequeñas y grandes verdades que dan sentido al afecto familiar, a la amistad y, en definitiva, al verdadero sentido de la vida.

Francisco Martínez Bouzas

                                                      
Nelson Jiménez
Fragmentos


“-Abuelito, mira, encontré un caracol.

-¿Ya sabes qué hacer con él?

-He pensado guardarlo como recuerdo en mi gaveta.

-¿Sólo eso?

-¿Qué más pudiera hacer con un caracol?

-Un caracol sirve para trazar un camino.

-No entiendo, abuelo.

-Los caracoles son las casas de algunos animalitos que son tan fieles a su hogar que no lo abandonan; ellos lo llevan a donde quiera que vayan. Su camino es largo o difícil, pero por nada del mundo se deshacen de su casa ni por un minuto. Un caracol sirve para trazar un camino. ¿Entiendes ahora?”



…..



“-¿Y el amor cómo se mide?

-Primero: saber reconocerlo, después recordar siempre que el amor no se mide por la cantidad de besos; la forma de medirlo no es importante, cualquiera sirve si aprendiste para qué sirve la luz. Ten mucho cuidado, pues siempre hay un abismo libre para hundir la luz. ¡Cuidad lo cerrado!

-Abuelo, si es grande y profundo el amor, ¿por qué ha de estar encerrado?

-Recuerda siempre estas palabras: zumba la abeja fabricando la miel para que otro ingiera el pastel.”



…..



“-Abuelo, ¿qué es la esperanza? ¿Acaso el verde de los árboles?

-Es más que el verde, mi nieto, es la otra cara de las ganancias.

-¿Cómo se pierde?

-Con la distancia

-¿Cómo se gana?

-Con la añoranza?

-No entiendo, abuelo, si se pierde con la distancia ¿cómo puede ganarse la esperanza con la añoranza?, si uno añora lo distante?

-Fíjate bien, uno siempre añora lo que no tiene, es por eso que surge la esperanza por alcanzarlo, pero la distancia lo separa todo, por lo que arranca los sueños tallados por una imaginación fértil, casi siempre sin cabellos. Escucha esto, no pierdas  la esperanza porque dejarás crecer el pelo inútil de la ignorancia.

-La ignorancia?

-Sí, mano fuerte que puede despojarte del horizonte, el puño torpe que talará los árboles que siembres.

-Tendré horizonte, abuelo, cuidaré la esperanza.”

(Nelson Jiménez, El caracol, páginas 18, 40-41, 49-50)

martes, 24 de mayo de 2016

"LA PASIÓN DE MADEMOISELLE S.": ALTO VOLTAJE ERÓTICO



La pasión de Mademoiselle S.
Anónimo
Traducción de Isabel González-Gallarza
Edición y prólogo de Jean-Yves Berthault
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2016, 244 páginas

   Se nos dice (Le Parisien) que La pasión de Mademoiselle S. es el texto erótico más apasionado jamás escrito. Reivindica su hallazgo el diplomático francés Jean-Yves Berthault, autor así mismo de la edición y del prólogo. Berthaut confiesa que,  ayudando un día a una amiga a vaciar su casa, encontró un viejo estuche de piel repleto de cartas escritas a mano y con la misma caligrafía. Una correspondencia amorosa “con un lenguaje más que atrevido…de una increíble audacia erótica” fechadas entre 1928 y 1930. Son las cartas de Simone a su amante Charles, un hombre casado, más joven que ella. Misivas desprovistas de fecha en su mayoría. Lo que  Berthault  ofrece en esta edición es, según afirma, solamente una parte de la correspondencia, pero conforma, en su opinión, una novela epistolar escrita con una audacia y obscenidad que se va acrecentando a medida que pasan los meses, y sin que su presunta autora hubiera podido inspirarse en la literatura más atrevida de la época. Genet no había publicado nada en esa época, Gide había dado a la imprenta Corydon en 1924 y Si le grain ne meurt (1926), pero en ninguno de estos dos libros traspasaba la frontera de sus obsesiones homosexuales. Otros libros como Les Chansons de Bilitis, no se servían de un lenguaje que para la época resultaba grosero.
   Las cartas, publicadas en orden cronológico, muestran la pasión celosa y desenfrenada de Simone. Es ella la que expresa sus deseos, sus fantasías, la que toma el timón de una singular exploración corporal, sobre todo sexual, exigiendo, pidiendo más y más, mientras Charles es el elemento pasivo: se deja hacer. No son cartas de amor o erotismo intransitivo porque sabemos por comentarios que hace Simone, que sus cartas tuvieron respuesta, pero en el “tesoro” epistolar encontrado no figura ninguna.
   A medida que pasa el tiempo, el erotismo con el que se inicia la relación, se convierte en lujuria desenfrenada, y el lenguaje roza o entra de lleno en el terreno de la pornografía. Y es aquí donde, una vez más, surge el interrogante sobre cómo diferenciar la pornografía del erotismo. Las diferencias son muy sutiles y relativas. Dependen de las líneas argumentales, de los estereotipos éticos, sociales, psicológicos, estéticos, feministas, machistas…, pero en cualquier caso siempre son subjetivos. La Real Academia Española adopta como criterio diferenciador la obscenidad: “El carácter obsceno de las obras literarias o artísticas”. Pornografía sería pues la sexualidad pervertida. Un concepto que no se libera del relativismo cultural como demostró Pierre Klossowski cotejando ciertas prácticas sexuales (la entrega sexual de la esposa a otro hombre por parte de su marido), merecedoras de distinta valoración en función de que los practicantes sean franceses o esquimales. Tienen cabida además otras muchas consideraciones, como las propuestas sociológicas que definen el erotismo como la pornografía de las clases dominantes, mientras que la pornografía sería una actividad de menor categoría, vinculada a la clase dominada. Mas en lo que no hay dudas es que, tanto el erotismo como la pornografía son manifestaciones de la sexualidad, una actividad reprimida por la tradición intelectual judeo-cristiana.
   Las cartas de Simone, especialmente a medida que avanza el tiempo, van más allá de la sexualidad pervertida, de la lascivia, de la obscenidad. Incluso surgen los celos, porque ella es libre, pero su amante Charles está casado, es más joven que ella y los encuentros no se producen con la frecuencia que Simone desearía. La relación, al menos en el testimonio epistolar, duró  dos años. Él dejo de ir al encuentro de ella. Lo que ocurrió o provocó la ruptura quedó guardado bajo el sello del enigma. Pero la amante, la lujuriosa Simone que ofrece un testimonio epistolar de la relación, sin eufemismos, sin disfrazar detalles, quedó emocionalmente desvalida.
   La pasión de Mademoiselle S. no es exactamente literatura sino una muestra de narrativa epistolar que pone al descubierto  experiencias vitales, la ebriedad de los cuerpos. Además, con el avance del tiempo, se evapora la lírica frescura inicial y el erotismo se transforma en una erotomanía incontrolada, en la obsesión enfermiza de una mujer víctima de los celos. Libro de protagonismo femenino. Es una mujer la que toma iniciativas, la dueña de los cuerpos y de los deseos, la que rompe los tabúes sexuales y afronta las consecuencias.
Jean-Yves Berthault
   
 Pese a no ser una obra de grandes valores literarios, sorprende el estilo en el que estas cartas están redactadas, no solo por su audacia que recrea fantasías que incluso hoy podrían ser consideradas obscenas, episodios de sadomasoquismo por ejemplo, que Simone rememora. Sorprende la modernidad del lenguaje que emplea esta mujer parisina de la clase alta en los años veinte del siglo pasado. Por eso mismo no faltan analistas que ponen en duda el origen de las cartas, llegando a insinuar que Jean-Yves Berthault es el autor de la correspondencia. El artífico del manuscrito encontrado que ha dado origen  a tantas novelas y relatos, y una frase que el editor incluye en el prólogo (“uno de mis mejores amigos (…) me dijo: «¡Vamos, reconócelo, las has escrito tú mismo! Esto no puede haberlo escrito una mujer en 1928!»”), incitan a la desconfianza, acrecentada además por lo que estas misivas tienen de documento de la época, ya que la correspondencia de la misteriosa Simone habla de feminismo, de la liberación de la mujer, de lesbianismo, de homosexualidad y de todas las filias imaginables.

Francisco Martínez Bouzas

Postal erótica editada en 1915, trece años antes de las cartas de Simone

Fragmentos

“Querido, quisiera verte alguna noche de la semana que viene si es posible, pues anhelo tanto tus caricias que se me haría largo esperar hasta el sábado.
Quiero volver a disfrutar de esos minutos apasionados de nuestro último encuentro…El recuerdo de esas caricias me turba extrañamente, y quiero revivir en tus brazos las sensaciones tan maravillosas que sabes darme. Amado mío, quiero que me ames con todo el ardor de tu deseo, quiero que me hagas gozar apasionadamente con tus abrazos perversos. Amado querido, dime que, como yo, quieres vivir otra vez esas caricias, dime que eres feliz entre mis brazos, muy feliz, y que me amas.”

…..

“Yo también quiero entre nosotros caricias inauditas. Quiero que saquemos el máximo placer de nuestros cuerpos para que nunca podamos olvidarnos. Sí, querido, en nuestra penúltima cita me di cuenta de que deseabas ese abrazo nuevo y te dije lo turbada que me sentí cuando, con tanta suavidad, tanta ternura, deslizabas tu polla cálida y dura entre mis labios húmedos. Era infinitamente delicioso sentir cómo me follabas el coño. Has sabido despertar en mí el deseo de ese abrazo que había excluido voluntariamente de nuestras relaciones por muchos motivos. En nuestro próximo encuentro, así es como deberás tomarme, si así lo quieres, pero para atenuar la banalidad de una posesión así, ya sabes lo que espero de ti. Me encularás con ese miembro infatigable.”

…..

“Charles, mi pequeña Lotte, estoy muy triste, pues creo que soy la única que atesora tan maravilloso pasado. ¿De verdad ya no me deseas, mi culo ya no te tienta con la piel satinada de sus nalgas, y ha perdido también mi boca el poder portentoso que antes te la ponía dura entre sus labios? Pero anoche mismo, ¿por qué la sentí tan hermosa y tan dura bajo mi lengua si ya no has de metérmela nunca en el culo ni en el coño? Ah, tesoro, tesoro, ¿es posible que te hayas vuelto tan indiferente? Yo te deseo tanto todavía…Sufro, querido, y no quieres entenderlo.”

…..

“Sí, Charles, se acerca la hora en que al fin podrás conocer los últimos goces. Será primero aquí, en mi casa, si así lo quieres, el preludio de esa orgía. El vasto lecho recibirá tres cuerpos, tres desnudeces en la luz tamizada en la que adivinarás muslos, brazos, cabezas, un montón de carne rosa y cálida, y en la noche se elevarán quejidos de voluptuosidad. Verás a tu amante, a tu zorrón, chuparle como loca el culo a su joven amiga de piel morena. Tomará entre sus labios ese botoncito misterioso que crece con su beso, mientras sus dedos ágiles recorrerán el cuerpo que se estremece. Mírala gozar con los besos de su amante, esa joven virgen…Mira cómo se estremece su vientre, mira cómo se hinchan sus pechos…Gime, grita bajo la caricia hábil que la lleva al éxtasis…Ya no puedes más, la apartas violentamente y ahora te toca a ti chupar a tu amante. Tu polla dura está llena de leche, tienta mi boca…Vamos, ven, quiero que tú también alcances el éxtasis con mi beso.”

(Anónimo, La pasión de Mademoiselle S. páginas 13, 63, 202, 209)

sábado, 21 de mayo de 2016

"DOMINGO DE REVOLUCIÓN": LA NOVELA DE CUBA DESDE DENTRO DE CUBA



Domingo de Revolución

Wendy Guerra,

Editorial Anagrama, Barcelona, 2016, 224 páginas



   Con esta novela Wendy Guerra no se consagra en España como una de los/las escritores/escritoras de Latinoamérica más perspicaces, sofisticadas e interesantes. Ya lo había hecho con Todos se van (2006), Posar desnuda en  La Habana (2010) o Negra (2013). Domingo de Revolución es la quinta novela de esta actriz y poeta cubana (La Habana, 1970), medio ahijada de Gabo y su alumna en el taller de guiones “Cómo contar un cuento”. La producción literaria de Wendy Guerra -escribe con igual empeño poesía- está considerada como una de las más interesantes de la actual narrativa latinoamericana. Y una prueba es la traducción de varias de sus obras a una docena de idiomas. Sin embargo, fue y sigue siendo invisible en su propio país del que no  reniega, ni se quiere alejar de la tierra donde nació. Como le ocurre a Cleo, la protagonista de Domingo de Revolución, que refleja el drama de la protagonista que es también el drama de la propia autora.

   La novela, dedicada a Gabo, comenzó  a ser escrita con la muerte del autor de Cien años de soledad. Y su conclusión coincidió con el anuncio de Raúl Castro y Obama del restablecimiento  de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, un hecho histórico que se cuela en el libro, otorgándole así un marchamo de novela histórica, prácticamente del presente, por absorber lo que pasa en nuestros días.

   Domingo de Revolución es la conversión de un cuento, “La espía” en una novela de mediana extensión, aconsejada la autora por Ana María Moix. Y echa a andar después de recibir la protagonista desde España la notificación de que había ganado un suculento premio literario y que, por consiguiente, la invitaban a viajar para recogerlo y publicitar el libro. Pero enseguida acuden a su domicilio los “segurosos” (militares vestidos de civil), obsesionados con la idea de que Cleo no se comunicase con nadie, que no concediese entrevistas. Es la pista para que se nos revele el núcleo de la trama novelesca: la creencia en la Isla de que Cleo, la joven poeta, es una agente de la CIA, mientras que en el exilio la consideraban una adiestrada de la inteligencia cubana para dinamitar a la intelectualidad en el exilio. Y así, con fuertes acentos autoficcionales, Wendy Guerra, nos acerca a la historia de Cleo, un personaje inspirado en una escritora de la generación de su madre, la poeta Albis Torres. Un texto en el que la autora bucea en los conflictos que, en Cuba, engendra la paranoia de un país en el que, durante más de cincuenta años, todo el mundo ha experimentado el miedo al vecino.

   En una narración en primera persona por la protagonista, encontramos a Cleo de regreso, después de recoger el premio en Cataluña. Pero en su país solamente se siente una apestada, los escritores le dan la espalda. Ella misma se percibe como disidente, no por su poesía, sino por su status. Es la razón por la que vive prácticamente enclaustrada en su casa de El Vedado. Viajará, no obstante a México impulsada por el deseo de reclutar a un ex novio y allí lo que encuentra son decepcionados del comunismo que la ven como una agente del gobierno cubano. Aquellos “valientes héroes” la creen una traidora. Es de nuevo la paradoja de Cleo y el tema de fondo de al menos la primera parte de la novela: el conflicto de una mujer que solo quiere ser poeta y es considerada traidora por los cubanos emigrados y por los disidentes en la Isla.

   Sin abandonar esta dicotomía que martiriza la personalidad de la protagonista, la novela experimenta un giro radical con la llegada de Gerónimo Martines, un famoso actor de Hollywood de origen nicaragüense. Él le revela su otredad y que pretende dirigir, una película sobre su verdadero padre, que no es el que ella cree, sino un revolucionario fusilado por el régimen en 1978. Es así como avanza el relato con constantes violaciones de la intimidad de la protagonista y viajes al extranjero. Una novela llena de confidencias, claves difíciles de descifrar, documentos imposibles de cotejar, enredos históricos en la Cuba revolucionaria que  desentrañan finalmente el camino hacia el verdadero padre de  Cleo, cuando en Cuba los fusilamientos estaban a la orden del día.

   Wendy Guerra fue la primera blanca que escribió como negra en la literatura cubana. En Domingo de Revolución lo hace como una nieta de la Revolución, atormentada, desilusionada, pero resistiéndose a cambiar la realidad desde fuera de Cuba; lo pretende hacer desde ese “insidio” con el que ella misma explica la situación de los cubanos que no emigran. Sus críticas al régimen cubano son explícitas y rotundas. Por eso mismo son difícilmente justificables las virulentas  arremetidas que contra ella acaba de dirigir un periódico de Miami, más partidario de la autofagia que de una salida verdaderamente democrática a la situación cubana. Wendy Guerra no mancha a las Damas de Blanco; su novela no es un paradigma del irenismo, sino una radiografía de Cuba desde dentro de la Isla, sin escamotear la realidad. Retrata desde la ficción un país en el que la intimidad de las personas es violada, una Cuba donde se desprecia lo bello y se ensalza lo “macho”, lo infame y se aplasta cualquier atisbo de individualidad.

   En el plano estrictamente literario, es preciso reconocer que Wendy Guerra articula una novela de lectura lineal. No es lineal ni plana, sin embargo, la protagonista  que, fiel a su forma de pensar, a esa Isla de la que siempre se sentirá ciudadana, evoluciona a lo largo del relato, y lo hace a marchas forzadas, acuciada incluso por complejas intervenciones históricas, y por inesperadas revelaciones a veces hirientes. Una novela habitada por una encomiable naturalidad a la hora de narrar, por el humor y también por el dolor. Anidada así mismo por la poesía -la poesía es la protección mágica de la escritora contra el miedo- y de la que no están ausentes algunas escenas de alto contenido erótico. Un libro pues que bascula entre la crónica y la narrativa autoficcional, rebosante de un ritmo poético intensamente musical.



Francisco Martínez Bouzas



                                                       
Wendy Guerra, fotografía de Silvio Rodríguez

Fragmentos



“Almorzaba sola en los hoteles, a veces comía con los amigos de mis padres, que preferían no exhibirse mucho conmigo. Era una apestada, y ese sentimiento se hizo más fuerte cuando empecé a colaborar con El País en los tiempos que pasaba fuera de Cuba. A partir de entonces tuve varias visitas al mes, todas de funcionarios con guayabera. Llegaban a la hora de la comida, a tiempo de «pegar la gorra», y durante sus charlas me fui dando cuenta de que me habían elevado a la categoría de disidente. ¿Por qué disidente? No se trataba de mi poesía, se trataba de mi estatus, ese que me habían fabricado ellos mismo sin darse cuenta. Tenían que colocarme en un lugar, no importaba si era real, había que colgarme un cartel, y así lo hicieron. Nadie me preguntó si mi corazón estaba a la izquierda o a la derecha, nadie averiguó cuál era mi posición con respecto a este largo gobierno. Eso ya ellos lo habían resuelto por mí. Era una disidente y me estaban «dando atención».”



…..





“Éramos las mulas de carga para avanzar al abismo que empuja el dolor, la brutalidad, la necedad incoherente y la vulgaridad, sobrellevando lo poco que nos queda de aquella utopía nacida en los años sesenta. Este sentimiento, sin dudas, venía como una anticipación del malentendido que me restaba por vivir. Así soy, una adivina insulsa que presiente, cuándo la desgracia llega, se paraliza, y es incapaz de hacer algo por detenerla. Mis amigos reencontrados no me perdonaban haberme quedado, y a la vez sentían compasión por todo lo que había atravesado sola. ¿Por qué quedarse? Era la pregunta que nadie pronunció pero que el aire traía y llevaba en el aura de aquel restaurante. Eso era evidente. Al fin nos dejaron solos, Enzo y yo  olvidamos el origen y salimos a caminar desafiando el peligro de DF. ¿Qué mayor peligro que todo lo contado y todo lo vivido?¿Que mayor peligro que haberlos perdido?”



…..



“Perdía el pulso y la noción del tiempo cuando, tendida de espaldas, dejaba que Gerónimo, con sus seis pies de altura, me montara arrojando su cuerpo sobre el mío. El peso era parte del éxtasis, y el esfuerzo de sostenerlo en mi espalda me mantenía dilatada, potente, tensa como una cuerda de arpa. Encaja su sexo «hecho a mano» desde atrás, lo ensartaba suavemente mientras lo llevaba hasta estrangularlo en una magnífica curva. Él deliraba entre saltos, topando la punta del diamante, provocando el filoso hilo del gusto, minándome de diminutas explosiones, voladores de placer, marejadas que iban y venían compulsando la embestida de luces y goce, estallidos furiosos y húmedos al final del combate. Con la mente en blanco, embriagada por su olor, untada de hircismos y aguas benditas, despertaba entre orgasmo y orgasmo sólo para mirar los artefactos que amenazaban desde la pared. Me sentía una traidora al no contarle que nos estaban grabando, espiando, vigilando.”



…..



“Pedir una visa para una cubana es mendigar.

Pedir una visa para una cubana es rogar, sentirse desvalida ante la cara de una mexicana que no quiere creer que haces algo más en la vida que acostarte con un extranjero para escapar del averno socialista.

¿Qué es un cónsul?

En Cuba un cónsul no es un empleado público, es un rey. Es tratado con reverencia porque tiene las llaves de entrada a la otra dimensión.

Pedir una visa en Cuba me da tanta vergüenza.

Me preguntan cosas que no vienen al caso. ¿Estas preguntas se las hacen a todos los ciudadanos que llegan aquí?”



(Wendy Guerra, Domingo de Revolución, páginas 24-25, 34, 102, 118)