jueves, 8 de octubre de 2015

PLABRAS DE UN NOBEL PARA RECIBIR A OTRO NOBEL



Discurso en la Academia Sueca
Patrick Modiano
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia
Editorial Anagrama, Barcelona, 2015, 34 páginas.

   Tal día como hoy, el 9 de octubre de 2014, mientras paseaba por las calles parisinas, Patrick Modiano recibió una llamada de la Academia Sueca, similar a la que hoy escuchó Svetlana Aleksándrova Aleksiévich, Alexievich trasliterado al inglés (Ivano-Frankievisk, Ucrania, 1948). La Academia Sueca le comunicaba que le otorgaba el Premio Nobel de Literatura por “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje de nuestro tiempo”. Poco es lo que conocemos sobre esta periodista reportera, con un solo libro, Voces de Chernóbil, editado en España. Quizás solamente que desarrolló un nuevo género literario que recibe distintas denominaciones: “novela colectiva”, “novela-oratorio, “novela-evidencia”, “coro-épico”, entre otras. Verdaderos collages, mediante los que, con el recurso a testimonios individuales, logra penetrar en la esencia humana de los acontecimientos, y en la historia de los hombres y mujeres soviéticos y postsoviéticos.
   Recibo pues y celebro a la nueva Premio Nobel de Literatura recordando algunos textos del bello y sencillo discurso que Patrick Modiano leyó el 7 de diciembre de 2014, tras recibir el Premio Nobel, y que, en traducción de María Teresa Gallego Urrutia, editó Anagrama el pasado mes. Como escribe Jorge Herralde en la sinópsis del libro, el discurso de Modiano es una auténtica ars poética, en la que desgrana las claves de su obra y de su particular visión de la literatura. Patrick Modiano nos recuerda sus raíces, “los constructores de catedrales”, grandes narradores del siglo XIX (Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievski), autores de “recios macizos novelísticos”, y, a la vez, reconoce que la escritura literaria de nuestros días demanda novelas distintas, más discontinuas, semejantes a las que él ha trasladado a su corpus narrativo. También aquellos episodios biográficos, especialmente de su infancia, repleta de enigmas y estigmatizada por el mundo incierto de la Ocupación. Ese París de la Ocupación que fue siempre para él “una noche primigenia”. O aquellos otros de la adolescencia y juventud en los que se atreve a explorar de noche los barrios de una ciudad omnipresente en su obra literaria. Sobre esos cimientos biográficos levanta Modiano su edificio narrativo.
                                                   
Sevetlana Alexievich, Premio Nobel de Literatura 2015
 La voz de Modiano se centra así mismo en la desvelación de los misterios que se esconden tras la cotidianeidad. La imaginación del narrador penetra en ella e intenta revelar para sus lectores lo que se esconde tras las apariencias. Es también esa una forma de combatir la tentación del olvido, luchar contra él por medio de las palabras que “como icebergs asoman en la página en blanco”.
   Apenas una treintena de páginas escritas con palabras sencillas, pero que son capaces, sin embargo, de profundizar de una forma difícilmente superable, en la misión que, a su juicio, hoy tiene el narrador. Una lectura de la que entresaco algunos fragmentos con los que, desde la modestia de estas páginas, recibo el Premio Nobel hoy concedido a Svetlana Alexievich, una escritora todavía por descubrir en nuestro país.

Francisco Martínez Bouzas

 
Patrick Modiano tras recibir el Premio Nobel de Literatura 2014

Fragmentos

“¡Qué curiosa actividad solitaria es esta de escribir! Pasas por momentos de desánimo al redactar las primeras páginas de una novela. Tienes a diario la impresión de errar el camino. Y en tal caso es grande la tentación de dar marcha atrás y meterse por otro. No hay que ceder a esa tentación, sino seguir por la misma vía. Es algo así como ir conduciendo de noche, en invierno, con hielo en la carretera, sin visibilidad. No hay dónde elegir, no puedes dar marcha atrás, tienes que seguir adelante, diciéndote que antes o después la carretera acabará por ser más segura y la niebla levantará.
Cuando estás a punto de acabar un libro, te parece que empieza a desprenderse de ti y respira ya el aire de la libertad, como los niños, en clase, el día antes de las vacaciones. Están distraídos y alborotadores y ya no le hacen caso al profesor. Diría incluso que, cuando estás escribiendo los últimos párrafos, el libro se muestra algo hostil contigo por las prisas que le entran de librarse de ti. Se va y te deja en cuanto escribes la última palabra.”

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“De la declaración que vino tras el anuncio de la concesión del Premio Nobel, destaco esta frase que aludía a la última guerra mundial: «Ha revelado el mundo de la Ocupación.» Soy, como todos los nacidos en 1945, un niño de la guerra y para ser exactos, ya que nací en París, un niño que debe el haber nacido al París de la Ocupación. Las personas que vivieron en aquel París quisieron darse mucha prisa en olvidarlo o en no recordar sino detalles cotidianos, de esos que proporcionaban la ilusión de que, pese a todo, la vida diaria no había sido tan diferente de la que llevaban en tiempos normales. Un mal sueño y también un remordimiento inconcreto por haber sido, hasta cierto punto, supervivientes. Y cuando sus hijos les hacían preguntas, más adelante, acerca de aquella época y de aquel París, respondían con evasivas. O callaban, como si quisieran tachar de la memoria aquellos años oscuros y ocultarnos algo. Pero, ante los silencios de nuestros padres, lo adivinamos todo, como si lo hubiéramos vivido.”

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“No querría aburrir a nadie con mi caso personal, pero creo que algunos episodios de mi infancia sirvieron más delante de matriz para mis libros. Estaba casi siempre lejos de mis padres, en casa de amigos a los que me confiaban y de los que yo no sabía nada, y en sitios y en casas que se iban sucediendo. Sobre la marcha, a un niño no le causa extrañeza nada y, aun cuando se halle en situaciones insólitas, le parece algo completamente natural. Fue mucho más adelante cuando mi infancia me pareció enigmática e intenté saber algo más de las diversas personas a las que  me habían confiado mis padres y esos sitios varios que cambiaban sin cesar. Pero no conseguí identificar a la mayoría de aquellas personas ni situar con precisión topográfica todos esos sitios y esas casas del pasado. Esa voluntad de resolver enigmas sin conseguirlo en realidad y de intentar aclarar un misterio hizo que me entrasen ganas de escribir, como si la escritura y lo imaginario pudieran ayudarme a resolver por fin esos enigmas y misterios.”

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“Me parece que la búsqueda del tiempo perdido ya no puede llevarse a cabo, por desdicha, con la fuerza y la franqueza de Marcel Proust. La sociedad que él describía era aún estable, una sociedad del siglo XIX. La memoria de Proust hace que el pasado vuelva a ver la luz con sus mínimos detalles, igual que un tableau vivant. Tengo la impresión de que hoy en día la memoria tiene mucha menos seguridad en sí misma y que tiene que luchar continuamente contra la amnesia y contra el olvido. Esa capa, ese bloque de olvido que lo cubre todo, impide que consigamos captar cuanto no sean fragmentos del pasado, rastros que interrumpen, destinos humanos escurridizos y casi inaprensibles.
Pero no cabe duda de que la vocación del novelista, ante esa extensa página en blanco del olvido, es la de devolver a la luz algunas palabras a medio borrar, como si fueran esos icebergs perdidos que van a la deriva por la superficie del océano.”

(Patrick Modiano, Discurso en la Academia Sueca, páginas 10-11, 14-15, 25-26, 33-34)

2 comentarios:

  1. Un libro interesante de tipo biográfico ante las vivencias que fueron determinantes en la existencia del autor (premio novel en literatura) un viaje de tipo histórico y muy interesante. Gracias por tan linda e ilustrativa reseña, siempre brillante tu trabajo y del cual aprendo muchísimo. Gracias, abrazos de luz.

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