martes, 9 de octubre de 2012

SADOMASOQUISMO DURANTE NUEVE SEMANAS Y MEDIA

Nueve semanas y media
Elizabeth McNeill
Traducción de Manuel Sáenz de Heredia
Tusquets Editores, Barcelona, 2012, 189 páginas.


   Tusquets Editores nos ofrece a los lectores en español una nueva edición de Nine Weeks and a Half. La editorial barcelonesa editó por primera vez este súper éxito de ventas en la colección “La Sonrisa Vertical” en 1982. Ahora es Maxi la colección que reemplaza la edición de estas memorias eróticas de una ejecutiva americana, escondida bajo el heterónimo de Elizabeth McNeill. Al éxito literario de 1978, como el lector sabe, le siguió el cinematográfico, el de la película que con el mismo título dirigió en 1986 Adrian Lyne.
   En el relato de Elizabeth McNeill nunca se mencionan sus nombres, pero una tarde de domingo se encuentran en una feria callejera neoyorkina  y, a partir de ese instante, se inicia entre ellos una extraña aunque intensa y corta historia de amor que pronto se convertirá en una experiencia sadomasoquista de inusual intensidad. Son dos personas cultas, civilizadas e independientes y sin embargo se embriagan en una relación sexual vertiginosa, basada el  ritual de dominación y humillación que es aceptado con sorpresa en un primer momento por la protagonista de la narración. Más tarde con auténtica fruición.
   La novela se inicia con un salto temporal, una prolepsis de apenas una página que relata los cuatro primeros encuentros sexuales en los que se mezclan los vendajes de los ojos con el envío de rosas. A continuación, Elizabeth McNeill comenta brevemente cómo se conocieron, obviando todo lo superfluo  y resaltando el caminar juntos de la pareja hacia el sadomasoquismo, la sumisión de la protagonista que pierde completamente el sentido de la realidad, participa en juegos sexuales cada vez más sofisticados, “en una aventura que la gente a la que conozco tacharía de patológica” (página 33). Transcurridas nueve semanas y media, esos juegos de sexo la sumergen en un absoluto descontrol de su cuerpo y de su mente.
   La protagonista se pregunta cómo el dolor podía excitarla tan intensamente. Pero ella misma brinda la respuesta: cuando su amante la humilla, le provoca  dolor, la diferencia con el placer se obscurecía de tal forma que se transformaba en el envés de la misma moneda. Reconoce así mismo que en sus noches otra persona controlaba su vida hasta en sus últimos detalles, mas ella lo asume con gusto porque le quedaba el voluptuoso lujo de convertirse en observadora de su propia vida (página 136).
   En la novela existen escenas de sexo; son el hilo conductor aunque la autora no profundiza demasiado en ellas. Las describe no para excitarnos –objetivo de todo relato erótico- sino para hacernos ver como se va aceptando cada día un mayor nivel de sadomasoquismo hasta hacer perder la capacidad de decidir y tener que saborear al final la angustia, el descontrol y la descomposición del termostato de las emociones. Escrita con un lenguaje cuidado, ajeno a lo obsceno y escabroso, la narración se vuelca sobre todo en la historia integral de una relación de dominación / sumisión, situada no en tétricos escenarios medievales, sino en  el marco de la gran ciudad, Nueva York, icono de la modernidad.

Francisco Martínez Bouzas



Escena de la película Nueve semanas y media


Fragmentos

“-Sube a la cama. No, a gatas.
Me  pasa una mano por detrás para desabrocharme los pantalones y dice:
-Bájate los pantalones por el culo.
Algo cede en mi, y mis codos ya no pueden sostener mi peso. Estoy de rodillas, la cabeza entre los brazos y de mi garganta surgen sonidos que no alcanzo a interpretar: ni temor ni deseo, sino la incapacidad de distinguir entre ambas cosas y como resultado…Me golpea, tras ponerme una almohada encima de la cabeza para amortiguar mis gritos; después, me posee como poseería a un hombre. Grito más fuerte que antes, con los ojos abiertos como platos en la obscuridad, la almohada cubriéndome el rostro. Muy dentro de mi, su golpeteo cesa abruptamente. Me empuja boca abajo, su mano derecha debajo de mi y entre mis piernas…”

…..

“Dado que el dolor siempre aparecía como preludio, y sólo como preludio,  a veces horas antes, pero siempre finalmente conducente al orgasmo, era tan deseado, tan sensual, tan consustancial al acto del amor como las caricias que recibían mis pechos.”

…..

“A lo largo de los dos últimos meses, he pasado por un proceso de aprendizaje de mi misma, todas las noches algo nuevo, una profunda corriente que se refuerza con el paso de las horas; manos sujetas encima de la cabeza, breves gemidos, mi cerebro repitiendo «esto es nuevo». Un poder nuevo y consciente: una vulnerabilidad perversa tan sólo en la medida en que es total, en todo caso natural como la hierba, o el asfalto en Nueva York. Abandono. Tómame, cualquier cosa, házmelo, cualquier cosa, tómame, cualquier cosa, mátame si te place. Pero, antes átame…”

(Elizabeth McNeill, Nueve semanas y media, páginas 102-103, 105, 183-184)

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