sábado, 11 de julio de 2020

TRES POETAS GALLEGOS COMBATEN EL VIRUS Y EL FASCISMO




Tres poetas en estado de alarma

Carlos Negro, Vítor Vaqueiro, Xosé María Álvarez Cácamo

Limiar de Xavier Queipo.

Edicións Laiovento, Santiago de Compostela, 2020, 106 páxinas.

   

    

   A pandemia vírica que actualmente estamos soportando ou da que morreremos, dará lugar a moitas obras literarias. E non soamente por cousa do confinamento. O virus que nos ataca ten unha gramática particular e sen precedentes. Non é a primeira vez que isto acontece nin será a derradeira. A cacofonía de voces, un ruído enxordecedor,  unha morea de información. Unha enxurrada de noticias, moitas delas contraditorias, seguen a confundirnos,  xa que non sabemos ónde se atopa a verdade. Escoitamos ou lemos o parte das mortes diarias ou dos infectados, pero nada máis.

   Fronte a esta situación, tres poetas galego defenden coa pluma a estirpe, a linaxe dos homes sabios que baixaron das árbores. Do que eles crearon coas súas reflexións aceiradas, salmos, metáforas, alegorías, haikus, pequenos relatos, xorde este libro  que edita Laiovento. Eles son Xosé María Álvarez Cácamo, Vítor Vaqueiro e Carlos Negro.

   Resilencia destes escritores que avanzan cara a luz, nos vieiros dunha lingua que lles é propia, e cunha estética que hoxe é máis necesaria ca nunca: defender a liberdade creadora, a liberdade xeral fronte aos fascismos. Con eles celebramos a lingua, e celebramos a loita  para defender todo aquilo que nos queren arrebatar.

   Fixareime de forma especial nos poemas breves, nos haikus. Lembro que cando millóns de usuarios reclamaban que se ampliara a 280 os carácteres do tuit, aos xaponeses semelláballes algo extraño, unha desafortunada proposta. E preferiron quedar cos 140 orixinais, xunto cos chineses e coreanos. É o resultado da cultura milenaria da contención. Un modo de entender o mundo que se traduce marabillosamente  en tres versos e nas dezasete sílabas do haikus, repartidas desde xeito: cinco, sete, cinco. Hai moitos anos que o haikus, no que o mestre Basho destacou coma ninguén no período Edo, deixou de ser patrimonio exclusivo dos xaponeses. Hoxe tamén xa é casa nosa.

   Sexan canónicos ou non, compartan cos orientais a súa métrica silábica, participan con eles  da súa capacidade de asombro -velaquí a verdadeira esencia do haikus-, os haikus que nos ofrece Carlos Negro na primeira parte deste libro (“Diario de corentena”). Oito relatos superbreves de Vítor Vaqueiro que achegan fantasía. Finalmente o poeta Xosé María Álvarez Cáccamo agasállanos con poesía breve (algún haiku) e poemas curtos que con eles comparten o mesmo nivel de emoción, de alma, e a determinacións de manternos afastados do fascismo.

   Un libro pois contra a ignomia do encerro, sobre todo na súa aplicación, sen ter en conta a dispersión da poboación galega. E un berro para que nos contaminemos da escrita  dos tres escritores, e celebremos a literatura sen  fronteiras, fronte a xelatina dos días, como acertadamente remata o limiar do libro escrito por de Xavier Queipo.







TRES  POETAS GALLEGOS COMBATEN EL VIRUS Y EL FASCISMO (Traducción al español)





   La pandemia vírica que actualmente estamos soportando o de la que morimos, dará lugar  a no pocas obras literarias. Y no solamente por causa del confinamiento. El virus que nos ataca posee una gramática particular y sin precedentes. No es la primera vez que tal cosa sucede ni será la última y definitiva. La cacofonía de voces, un ruido ensordecedor, una inmensa cantidad de información, una catarata de noticias, contradictorias muchas de ellas, nos siguen confundiendo ya que no sabemos dónde hallar la verdad. Escuchamos o leemos el parte de las muertes diarias o de los infectados, pero nada más.

   Frente a esta situación, tres poetas gallegos defienden con la pluma la estirpe, el linaje de los hombres sabios que bajaron de los árboles. De lo que ellos crearon con sus reflexiones aceradas, salmos, metáforas, alegorías, haikus, pequeños relatos, surge este libro que edita Laiovento. Ellos son: Xosé María Álvarez Cáccamo, Vítor Vaqueiro y Carlos Negro.

   Resistencia de estos escritores que avanzan hacia la luz, en la senda de una lengua que les es propia, y con una estética que actualmente es más necesaria que nunca: defender la libertad creadora, la libertad  en general frente a los fascismos. Con ellos celebramos la lengua, y celebramos la lucha para defender todo aquello que nos quieren arrebatar.

   Prestaré especial atención a los poemas breves, a los haikus. Recuerdo que cuando millones de usuarios reclamaban que se ampliase a 280 os caracteres del tuit, a los japoneses les parecía algo extraño, una propuesta desafortunada. Y prefirieron  quedar con los 140 originales, juntamente con los chinos y coreanos. Es el resultado de la cultura milenaria de la contención. Un modo de entender el mundo que se traduce de forma maravillosa en tres  versos y en las diecisiete sílabas del haikus, repartidas así: cinco, siete, cinco. Hace muchos años que el haikus, en el que el maestro Basho destacó como nadie en el periodo Edo, dejó de ser patrimonio exclusivo de los japoneses. Hoy también ya es casa nuestra.

   Sean canónicos o no, compartan con los orientales su métrica silábica, participan con ellos de  su capacidad de asombro  - he aquí la verdadera esencia del haikus-, los haikus que nos ofrece Carlos Negro en la primera parte de este libro (Diario de cuarentena). Con ocho relatos supe breves nos agasaja Vítor Vaqueiro, ofreciéndonos fantasías. Finalmente el poeta Xosé María Álvarez Cáccamo nos regala poesía breve (algún haiku) y poemas cortos que con ellos comparten el mismo nivel de emoción, y la determinación de mantenernos alejados del fascismo.

   Un libro pues contra la ignominia del encierro, sobre todo en su aplicación, sin tener en cuenta la dispersión de la población gallega. Y un grito para que nos contaminemos de la escritura de los tres escritores, y celebremos la literatura sin fronteras, frente a la gelatina de los días, como acertadamente concluye la introducción de este libro  escrito por Xavier Queipo.



Francisco Martínez Bouzas

Novenoites

Brújulas y Espirales



SELECCIÓN DE POEMAS



II

“Outra pandemia:

os que escapan as praias

virus Sangenjo.”



VI

“O envés do andazo

anticorpos do cosmos

contra nós patóxenos.”



X

“Grallan os corvos,

agoiros do pánico.

Enferma como informan.”



XI

“A peste,

outra vez a peste.

A existencia é contaxio.”



XIII

“As formigas

Volven facer ringleira:

Supermercado.”



XV

“Confinamento.

Hiperactividade.

Ningún nirvana.”



XVIII

“A menos dun metro,

boca infecciosa

brada o fascismo.”



XXXI

“Dinlle os  maiores.

Xa non son vellos.

Merecen ser ancians.”



XXXV

“Horario de abrazos.

Normativa de bicos.

Vivir polo BOE.”



Carlos  Negro, Coronahaikus , páxinas 25-59



…..



Os cervos

baixaron a beber nas fontes

da cidade baleira.”



…..



“O mar ser  motore4s.

O agarimo da brisa.

O silencio da noite primeira.”



.....



“Cando volvamos á rúa,

¡ai da mansidade!

¡ai da submisión!

Ai do medo  en unánime

consigna de obediencia.

Ai da vida ancorada

nas brañas lamacentas”



…..



“Sobre o chan da agonía

desfilan  os exércitos do mundo.

E continúa a festa dos depredadores.

A mascarada

de luvas brancas.”



…..



A peste tranparente da pobreza.

A noite acoitelada do Poder.

O estoupido da luz.”



…..



“Remexe una muller no colector do lixo.

Fame sen máscara.

Pasan ao seu carón rostros estúpidos,

Bandeiras imperiais”



…..



“Virán novas marés

silandeiras e xordas.

Iremonosnos disolvendo no mar.”



Xosé María Álvarez Cáccamo, Poemas de confinamento, páxinas 87-106
















  



martes, 7 de julio de 2020

EL SUICIDIO COMO FORMA DE REDENCIÓN


Filosofía de la redención (Antología)
Philipp Mainländer
Traducción e Introducción de Manuel Pérez Cornejo
Prólogo de Carlos Javier González Serrano
Alianza Editorial, Madrid,2020, 443 páginas.

    


  

Este libro de Philipp Mainländer (1841-1876) no está indicado para todos los potenciales lectores. Ni la soberbia introducción de Manuel Pérez Cornejo, ni el prólogo ilustrado de Carlos Javier González Serrano, ni el Apéndice biográfico,  tomado de la “autobiografía manuscrita” que Fritz Sommerland publicó en 1898, facilitan la lectura a aquellas personas no iniciadas en el pensamiento de un filósofo intempestivo que rompió con los gallardetes de la Ilustración. En la senda de Schopenhauer, Mainländer ejerció una gran influencia sobre Nietzsche, que le dio un giro a su filosofía después de leer y estudiar este libro (Philosophie der Erlösung). Y posteriormente sobre Hartmann, Cioran, Freud, Thoman Man o sobre el escritor y filósofo sefardí Alberto Caracao. Enfrentado con su familia que le destinaba a ejercer en la profesión de los negocios, en contra de sus vivencias, terminó en la más tenebrosa existencia y suicidándose, con apenas treinta y cinco años.
   Mainländer halla en la idea de Dios una forma a través de la cual expresar su desgarro vital. Sin embargo para el poeta y pensador, el mayor éxito que podemos obtener es la Nada absoluta. Y esta idea la expresa no solo en sus textos más filosóficos, sino también en la poesía, porque Mainländer cultivo también esta faceta literaria. Precisamente cuando escribe poesía se refiere a la miseria que no tiene fin: un desesperado y lastimoso regreso, una vuelta a casa imposible, a la casa del Ser, puesto que, si algo nos espera es la Nada.
   El pesimismo de Mainländer no es más que el resultado de su fundamental convicción: somos el saldo arrojado por el suicidio de Dios, que, a pesar incluso de su omnipotencia, logró soportar al puro Ser. Un Dios que se vio forzado a comenzar a morir para poder comenzar a vivir. Por eso, con la aparición de Dios, se inaugura el “imperio del no ser”, que nos afecta a nosotros ontológicamente. Nos encontramos heridos por la doble cara del no ser, debido a nuestra conciencia cierta de la muerte.
   En esta edición, Alianza Editorial, recoge una Antología de la obra filosófica fundamental de Mainländer (Filosofía de la redención). En cuyo prólogo original, obra del mismo pensador y poeta, aparece este rótulo: “Y la filosofía de la redención, un ateísmo científico”. Idea que justifica repasando el desarrollo del espíritu humano que personificó las fuerzas de la naturaleza mediante dioses. Luego agrupo a estos dioses en un único Dios, y más tarde de él haría una esencia que se hizo crítica e hizo trizas de cada trama, a la vez que entronizó al individuo real, hecho básico de la experiencia interna y externa. Por eso la filosofía fundamenta el ateísmo, no en ningún tipo de creencia, sino sobre el  saber. Debido a todo ello, concluye Mainländer, el ateísmo queda fundamentado científicamente.
   Es interesante la descripción del pensamiento de Mainländer que hace Borges: “… pienso en aquel trágico Philipp Batz (nombre real del pensador)…imaginó que somos fragmentos de un Dios, que en el principio de los tiempos se destruyó ávido de no ser. La historia universal es la oscura agonía de esos fragmentos”. La conclusión es obvia: la no existencia es preferible a la existencia, lo que consecuentemente abocó a Mainländer a su propio aniquilamiento como forma de redención. La búsqueda de la autodestrucción y la negativa a perpetuarse son por consiguiente enteramente coherentes con el pensamiento de Mainländer.
    
 
                                            
Philipp Mainländer
   
   Tal forma de pensar le indujo  a iniciar su propia búsqueda del sentido del mundo. Y la conclusión a la que llegó, solamente tenía dos  salidas: la renuncia a ser libre o el suicidio. Y ambas con la misma finalidad: el cese del deseo. Él optará por la segunda, y nada más finalizar su Filosofía de la redención, se liberará de sí mismo, poniendo fin a su vida.
   El inexorable paso del tiempo condenó esta obra al olvido.  Filosofía de la redención es sin duda un libro oscuro, críptico, un mar de fondo de pesimismo, pero, aunque podamos discrepar de sus ideas, el libro, sobre todo en su conjunto, es una joya, como señala Manuel Pérez Cornejo. El legado de Mainländer es un ejercicio supremo de reflexión y escritura. La Antología que editó, y ahora reedita Alianza Editorial, es una interesante cosmovisión, de la que podemos discrepar, en la que el ser humano, en el fondo de su esencia, se define por la voluntad de morir, como forma de liberarse del suplicio de la existencia. Libro pues peculiar pero valioso que demanda un ejercicio de pensamiento.

Francisco Martínez Bouzas

viernes, 3 de julio de 2020

PERIODISTA DE NECROLOGÍAS DE VIVOS



Las enviadas del final
Eduardo Álvarez Tuñón
Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2019, 285 páginas.

   


    

   El autor de  Las enviadas del final, Eduardo Álvarez Tuñón (Buenos Aires, 1957) es narrador, poeta, ensayista y profesionalmente ejerció como destacado jurista. La novela que comento, está editada por Libros del Zorzal en Buenos Aires aunque impresa en España y con depósito legal de Madrid.
   Como autor de relatos, Guillermo Cabrera Infante considera a Eduardo Álvarez Tuñón poseedor de una ironía poética, y sus piezas -añade- están escritas en castellano con signos de puntuación. Y alejadas de la narrativa postmoderna. Son, al contrario minúsculos gestos de vida, “fotografías” con un deje de nostalgia, y con protagonistas a los que el autor describe sobre todo a través de sus formas  de actuar. E. Álvarez Tuñón, aunque sin el renombre de otros autores, es uno de los grandes narradores de la literatura argentina, con una incuestionable cadencia poética y emocional, buenas dosis de humor que le permiten descubrir la melodía de cada texto, aprisionar en su escritura  y reflejar en sus textos casi siempre lo inverosímil, si bien sus bases, o casi todas ellas, son historias reales, con un  “colaradura de literatura” en palabras del autor, que reconoce que, como autor, no puede competir con Dios.
   Por eso selecciona historias que se acerquen a lo inverosímil, pero, en su estructuración, toma como base la arquitectura clásica del relato. Sus historias tienen principio y fin y se hallan plenamente alejadas de la narrativa caótica. Por esa razón él mismo se considera un narrador puro. Un narrador fiel a las normas de esa literatura que le concede más importancia a los hechos que a lo que pueda percibirse de forma subjetiva. Su propósito pues es contagiar al lector de la misma pasión que le fuerza a él a narrar esa historia.
   En  Las enviadas del final y en algunos de sus cuentos parce predominar un propósito: hacer visible, mediante personajes, la dialéctica vejez y juventud. En la novela presenciamos el debut, o los primeros encargos, a un joven periodista que recibe de su director la misión de preparar, con suficiente antelación, necrologías de personajes famosas con anterioridad a su muerte. Un trabajo similar al dele embalsamador que inicia su trabajo antes de que deje de latir el corazón. Pero le impone el deber de escribir esos relatos necrológicos tras haberse entrevistado con el protagonista al que supone merodea la muerte.
   Entrevista así a un famoso violinista y a un artista plástico: un pintor que siente que ya no está para grandes obras, proyector y desafíos estéticos y existenciales. En ambas entrevistas irrumpen dos adolescentes (posiblemente es la misma aunque con distinto nombre) que sin duda encierran el misterio de lo que queda y de lo que debemos abandonar antes de partir. La primera joven  toma clases de violín, no con la finalidad de aprender, sino para que el músico famoso contemple, ante la proximidad del abismo, la belleza de una forma que ningún sonido puede retener. Al penetrar en sus vidas los dos personajes que han alcanzado la fama, se ven en la tesitura de revisar sus propias concepciones del arte y del mundo.
   Tras ensayar varias hipótesis sobre si las dos jóvenes son la misma persona, y descartada con los dos personajes famosos cualquier relación afectiva, tanto de temática erótica como de amor platónico, el joven periodista llega a la conclusión de que esas chicas son enviadas del más allá para darle a la vida y al arte un sentido que nunca tendría sin ellas y que solamente puede apreciarse si la existencia humana tiene un término. Así, por ejemplo, la joven que toma clases de violín, no lo hace con la finalidad de aprender, sino para que una música contemplara, frente al abismo, la belleza  de una forma, incapaz de ser retenida por ningún sonido.
    
                                                 
Eduardo Álvarez Tuñón
 
La contemplación de un extremo de la vida (la vejez) desde el otro (la adolescencia-juventud) es sin duda el tema de fondo de esta novela. Otras ideas que la obra maneja, es la belleza representada por las adolescentes hasta el punto de que el periodista concluye que son enviadas del más allá (“las enviadas del final”), para hacerles presentes a los entrevistados los últimos resquicios de la vida que huye.
   Novela profunda en su temática, trabajosa en ciertas ocasiones, como es ardua la distancia entre la adolescencia y la vejez, y el vértigo de la existencia del artista que el autor resuelve sin concesiones, basándose sobre todo en la perfecta escritura de cada escena.

Francisco Martínez Bouzas

miércoles, 1 de julio de 2020

REALISMO MÁGICO Y LITERATURA DEL ABSURDO


Breve crónica de una paulatina desaparición

Juliana Kálnay

Acantilado, Barcelona  2020, 209 páginas.



    

   

   Esta novela escrita en alemán por Juliana Kálnay, que creció y  se hizo escritora entre Colonia y Málaga, y con la que debuta y ella misma traduce al español, subvierte la preceptiva canónica  de la novela (inicio, nudo y desenlace), rompe con cualquier linealidad a la hora de narrar, emplea diferentes formas expresivas, mezcla las voces narrativas (primera y tercera persona), funde diálogos, de naturaleza poco menos que teatral, con microcuentos. Un ejercicio narrativo no fácil de asimilar por el lector que además no halla orden en el argumento. Sin embargo, Breve crónica de una paulatina desaparición fue y es una pieza narrativa galardonada con distintos premios, sin duda porque la autora fue capaz de suturar un cierto realismo mágico con la literatura del absurdo. En este imaginario tan peculiar y al mismo tiempo  atractivo y complejo, deberá moverse el lector del debut narrativo  de una joven escritora, Juliana Kálnay (Hamburgo, 1988).

   El título de la novela, especialmente las palabras “paulatina desaparición” puede hacernos pensar que nos encontramos ante una pieza de enigmas e intriga. No obstante los rasgos que definen la novela de Juliana Kálnay, son otros: en primer lugar el manejo de ciertas situaciones absurdas y su capacidad para desconcertarnos por lo insólito de las mismas; un cierto realismo mágico centralizado en torno al edificio 29, habitado por unos vecinos sumamente peculiares, con una vidas insólitas en muchos aspectos, porque la autora ha dado prioridad a la faceta expresiva de la novela por encima de otros intereses. Así pues, un libro raro y posiblemente poco comercial, y que quizás cueste entender en toda su plenitud.

   Hago mía la sinopsis de la contraportada como adecuado resumen de la trama de la novela: “El edificio de vecinos del número 29 es un microcosmos en el que casi cualquier cosas insólita puede ocurrir. En él conviven la primera vecina, Rita, siempre presente y vigilante, y tan vieja como el propio edificio; Maia, la niña a la que le gusta cavar hoyos en el suelo para esconderse; Lina y su marido Don, que sufre una extraña metamorfosis; Tom, que vive inadvertidamente en el ascensor; los insomnes crónicos, siempre alerta, suerte de ejército de Rita; y otros muchos personajes sorprendentes pero profundamente humanos…”

   Hay más personajes insólitos en sus comportamientos, pero pienso que con la precedente relación es suficiente para darnos cuenta de la especial fauna que habita el edificio 29, con múltiples situaciones rayanas con el absurdo o el surrealismo que son los que verdaderamente le aportan un plus a la lectura, ya que, detrás de la historia de cada vecino se esconden situaciones insólitas, atractivas, divertidas, pero todas ellas teñidas de realismo mágico, y a veces bastante reales.

   De todos modos, la novela es un experimento no apto para todos los paladares, especialmente para aquellos lectores que se sienten satisfechos con la forma de novelas de siempre, con una narrativa lineal, y esta es una novela experimental que sí será del agrado de aquellos lectores que se sienten en una zona de beneplácito e incluso de comodidad con la narrativa posmoderna . A pesar de los muchos escépticos, no debemos olvidar que la novela es el reino de la libertad de contenido y de forma, y por su naturaleza es proteica y abierta.

   Por otra parte, en la novela hay no pocos aspectos  que funcionan perfectamente, incluso como secuencias-retratos independientes. Los personajes, en sus rarezas y manías, están bien perfilados. Las secuencias fantástico-surrealistas  no solo divierten al lector, sino que pueden ser interpretadas alegóricamente (por ejemplo la metamorfosis del hombre que se convirtió en árbol.) La autora juega con imágenes que casi siempre impresionan por su rotundidad metafórica y carga imaginativa.  

   

                                            
Juliana Kálnay

 Todo ello y otros rasgos que cada lector puede hallar en Breve crónica de una paulatina desaparición deben desparecer ante aquellos lectores dispuestos a aceptar nuevas formas de narrar, la obscuridad y la peculiaridad de la novela.

   Una novela, en definitiva,  que requiere esfuerzo mental, que posiblemente nos cueste entender del todo, pero que no por ello es una novela rechazable ni absolutamente negativa, siempre, reitero, que la leamos con la mente abierta a los elementos mágicos y a las situaciones absurdas que tienen capacidad para desconcertarnos, precisamente porque la autora, en mi opinión,  las trata con solvencia, a pesar de que puedan desconcertarnos en algún momento y nos cueste entender sus dobles sentidos.



Francisco Martínez Bouzas