Diario Intimo
George Sand
(Libros de siempre)
Si es cierto que Rosalía de Castro lloró por todos nosotros, los que habitamos en este rincón de nieblas, cantiles y aldeas periféricas, George Sand (1804-1876), pseudónimo literario de Armandine Lucie Aurore Dupin, lo hizo por todos los DiarioDDiarioeuropeos. Mares de lágrimas y lamentos, amalgamados unos con otros, y de forma exponencial en sus escritos íntimos. Sus paños de lágrimas: Liszt, Buloz, Sainte-Beuve, el abad de Lamennais. El principal aguijón y causante de tanto desespero, Alfred Musset con el que George Sand intentó realizar el ideal del amor romántico: una pasión eterna y exclusiva, sin embargo siempre manchada y rebajada al prosaísmo cotidiano por las normas sociales.
Esto es lo que el lector hallará en esta amalgama de escritos íntimos, que la escritora no planeaba publicar. Escritos en 1834 y editados en 1926 por su nieta, Aurora Sand. Una edición que empareja para siempre a la abuela y a la nieta. El amor son las lágrimas, si lloras amas, le había recetado en una ocasión Saint-Beuve. De ahí que George Sand llora sus penas tras la primera ruptura sentimental con Musset.
Desde esta perspectiva, un libro que poco tiene que decirnos, que seguramente poca substancia non aportará, esa substancia que fluye de los manantiales de reserva que son los clásicos.
George Sand
Mas cabe otra lectura de estos textos de lamentos y laceraciones. El Diario íntimo y muchos otros escritos de George Sand, es también un libro de desafíos. George Sand tampoco aceptó, como Rosalía, ser una resignada esposa tradicional. Como mujer consciente se encontró encerrada entre sus aspiraciones y las escasísimas posibilidades que la sociedad de su tiempo le permitía. Pero, al contrario de Rosalía y con varias décadas de antelación, su vida fue una permanente provocación contra el sistema establecido, contra sus normas y convencionalismos. “Tos mis atrevimientos se resumirían en reclamar el divorcio en el matrimonio”, escribió en 1837, año del nacimiento de Rosalía, al abad Lamennais. La mujer Aurore Dupin empleaba como la mayoría de las escritoras de la época- una excepción fue Rosalía- pseudónimos masculinos, da testimonio de los derechos de las mujeres a tener sensaciones y experiencias vitales íntimas, incendios pasionales, quizás heterodoxos; y especialmente la independencia y un pensamiento fuerte y libre. Varias décadas más tarde, Rosalía afirmará la ligereza mental de la mujer. Recuérdese en su descargo que París no era este país, como decía de grises atropellos, de un infinito y casi intransigente avasallamiento especialmente para los universos femeninos.
Francisco Martínez Bouzas
Nota sobre la portada: La portada de Diario Íntimo corresponde a la traducción y edición que en el año 1929 efectuó Marie Jeney Howe
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