martes, 7 de agosto de 2018

LA PASIÓN QUE CONDUCE A LA MUERTE




Romeo y Julieta

William Shakespeare

Traducción de Luis Astrana Marín

Prólogo de Vicente Molina Foix

Alianza Editorial, Madrid, 192 páginas



El rey Lear

William Shakespeare

Traducción: Instituto Shakespeare

Alianza Editorial, Madrid, 208 páginas

(Libros de siempre)





   Referencia fundamental en la historia de la literatura universal, la obra de William Shakespeare (Straford-upon-Avon 1564-1616) es con justicia patrimonio de todas las culturas y de todos los pueblos. Por eso mismo, las ediciones y traducciones se suceden unas tras otras. También por ello resulta innecesario e incluso presuntuoso hablar en la insignificancia de estas líneas, del escritor inglés, considerado desde siglos atrás uno de los grandes dramaturgos de todos los tiempos. Sin embargo, hasta el siglo XVIII, Shakespeare fue apreciado únicamente  como un genio difícil, y la llamada “Cuestión Shakespeare” hizo que surgieran teorías según las cuales sus obras habrían sido escritas, no por un actor de teatro, sino por alguien dotado de una educación superior, como por ejemplo el filósofo Francis Bacon, el conde de Southampton, o incluso por el mismo dramaturgo Christopher Marlowe.

   A pesar de tales controversias, las obras de Shakespeare, tanto poéticas como teatrales, ya habían sido admiradas en su tiempo por Ben Jonson y otros autores que percibieron en las mismas una brillantez y una profundidad que las desatinaba a sobrevivir. Como dijo Ben Jonson, Shakespeare no era de una época, sino de todas las épocas. Mas la apoteosis de Shakespeare llega con el juicio de Harold Bloom: la obra dramática de Shakespeare, junto con Don Quijote de Cervantes son las únicas piezas literarias que logran la universalidad. Pero para valorar a Shakespeare, continúa el crítico americano, precisamos un término más borgiano que universalidad, ya que “Shakespeare es el canon occidental”

   La mayoría de las treinta y ocho obras del dramaturgo se siguen representando hoy en día, y son fuente de inspiración para numerosos experimentos teatrales, porque destilan y comunican un profundo conocimiento de la naturaleza humana, ejemplificado especialmente en la perfecta caracterización de sus personajes. La habilidad de Shakespeare en el empleo del lenguaje poético y de los recursos dramáticos, capaces de crear una unidad estética a partir de una multiplicidad de expresiones y acciones, no tiene parangón dentro de la literatura universal.

   De todas estas características participan Romeo y Julieta y El rey Lear. Se trata en el caso de la primera de las más populares obras dramáticas del autor inglés, junto con Hamlet y Macbeth. Romeo y Julieta es la pasión que conduce a la muerte. La pasión encerrada entre el deseo, el odio y el destino, vinculados a los apellidos Montesco y Capuleto. Una historia de amor que nace imposible y que concluye con la muerte de los amantes. Y también el paradigma de toda tragedia amorosa, porque los dos adolescentes de Verona que reavivan el odio entre las dos familias, y subvierten el orden de la ciudad, le dan cuerpo a la pasión por excelencia, aquella que no se ajusta a las órdenes y consejos y pretende configurar un mundo a medida de sus deseos. La densidad emotiva de la obra, la potencia y hermosura de sus versos, con la incorporación de la moda del soneto, hicieron que Shakespeare alcanzara una cumbre poética inigualada dentro del género dramático. Pero Romeo y Julieta no es solamente teatro de sentimientos, una pieza dramática sobre las relaciones amorosas; es también como ya lo percibió W.H. Auden, el vivo retrato de una sociedad en la que sus integrantes reglamentan la conducta según el parámetro de la “bella y bruta figura”.
    
                                               


   El rey Lear fue escrito en el tercer período del dramaturgo inglés, el período en el que compuso sus mejores tragedias. Es sin duda alguna la más radical y estremecedora de las obras shakesperianas. La más profunda reflexión sobre los abismos de la naturaleza humana que haya producido el teatro. Shakespeare narra, con extrema crudeza, una experiencia extrema de locura, dolor y destrucción. También, una reflexión sobre la verdad y la mentira y una denuncia sobre la maquinación de las mentes por el poder. De ahí su contemporaneidad. Una gran pieza dramática, considerada por Martin Amis como la más angustiosa y a la vez la más inspirada de las obras de Shakespeare

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