Dario Fo
Traducción de Carlos Gumpert
Ediciones Siruela, Madrid, 2017, 176 páginas.
Con esta historia en la que desde la ficción
Dario Fo recrea la aciaga vida de Johann Trollmann, (1907-1943), Rukeli para
los gitanos sinti, campeón de los pesos semipesados, un título del que fue
desposeído por el régimen nazi, queda patente que no todo está dicho sobre la
barbarie del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial. Una época tan accidentada
y explosiva sigue guardando tremendas historias, historias de maldades e
injusticias que muestran la ambivalencia de nuestra especie, capaz de lo mejor
y de lo peor.
Razza
di zíngaro, traducida al español para Siruela por Carlos Gumpert, es la
última novela publicada en vida por el Nobel italiano fallecido en 1916. Y de
nuevo, como ya ocurrió con Lucia Borgia,
la hija del Papa y Hay un rey loco en
Dinamarca, Dario Fo llega al lector con una novela verdad, en la que, a los acontecimientos reales, meticulosamente
investigados, se les inyectó el marcador semántico de la ficción, mas sin
alterar los hechos, ni su valor de verdad. La ficción en este caso explica los
elementos históricos, a los que además ilustra bellamente.
Dario Fo escribe este libro “para remover
conciencias”, como ya lo había hecho con sus monólogos recuperados del
personaje del bufón medieval, o con los diálogos de Muerte accidental de un anarquista, en los que denunciaba los
abusos del poder en Italia. Esa fue una de las razones por las que le fue
otorgado el Nobel: “mofarse del poder y restaurar la dignidad a los oprimidos en la más pura tradición de
la juglaría medieval”. Es el otro lado de la historia personalizada en
personajes que son víctimas de sus avatares y que al mismo tiempo revelan la
dignidad del ser humano. Y bajo esa dimensión Johann Trollmann es una figura
paradigmática.
Dario Fo, en efecto, revisa la vida de
Trollmann, llamado Rukeli (árbol) por la etnia a la que pertenecía, los gitanos
sinti. Y la ilustra con una hermosa colección de bocetos reproducidos en las
páginas finales de la publicación. En la vida real, Johann fue un boxeador
alemán perteneciente a la etnia gitana sinti. Desde los ocho años mostró un
gran amor por el boxeo; tras un breve entrenamiento, noqueó a un compañero con
experiencia profesional. Su técnica -el baile de piernas heredado de las danzas
sinti- la recibió con sus genes. Con su piel ambarina y cuerpo de elegancia
escultural, fue el fan de las chicas alemanas que veían en él la reencarnación
de un dios griego. Mereció ser seleccionado para las Olimpiadas de 1928, pero, en
un país que rendía tributo a la raza aria, Alemania no podía estar representada
por un gitano. Posteriormente será desposeído del título del peso semipesado
que había obtenido venciendo a Adolf Witt. Una desposesión caprichosa, basada
aparentemente en la técnica del baile de piernas impropio del estilo alemán,
pero en realidad fueron motivos racistas los que la provocaron. No podían
aceptar que un miembro, según ellos, de una raza inferior fuera campeón de Alemania.
Y el acoso continuó: a riesgo de perder la licencia, se vio forzado a pelear en
ferias y espectáculos circenses apara alimentar a su familia.
Posteriormente le obligaron a divorciarse
para proteger a su mujer y a su hija, ya que una mujer alemana no podía estar
casada con un gitano. En 1939, cuando el Tercer Reich inicia la guerra, fue llamado a filas junto
con miles de gitanos. Los judíos en cambio fueron excluidos. Enviado a combatir
a Polonia y posteriormente a Francia, en 1943 como consecuencia del “Decreto de
Auschwitz”, fue arrestado, esterilizado junto con cientos de miles de gitanos e
internado en el campo de concentración de Neugamme. Allí realizó su último acto
de dignidad: fue obligado a pelear contra un kapo y no se dejó vencer. Una victoria que le costaría la vida.
Entre las distintas versiones sobre su muerte, Dario Fo se decanta por la que
parece más obvia: una venganza del kapo
vencido y humillado.
Dario Fo recupera una historia verdadera y
olvidada gracias a las investigaciones de Paolo Cagna Ninchi y Jana Pavlović, activistas de los derechos de los gitanos. En sus
investigaciones se asienta el esqueleto de la novela, una reconstrucción
narrativa, con la que indirectamente nos habla de un presente que nos negamos a
ver y que sigue atormentando a muchos seres humanos: el racismo que está vivo y
presente en nuestros días.
La estructura narrativa que emplea el autor,
parte de la narración del Rukeli que se aficiona al boxeo, los primeros
puñetazos y entrenamientos en Hannover, hasta su muerte a los treinta y seis
años en el campo de concentración. Y entre esas dos fechas, la adolescencia a
la que el autor le dedica un amplio espacio. Años transcurridos en
entrenamientos, con el recuerdo del abuelo violinista, los días transcurridos
con los tíos, criadores de caballos, y con los primos artistas del circo. Son
momentos narrativos que le permiten a Dario Fo revelar la cotidianidad de los
gitanos sinti, sus danzas y ritos, muy útiles para permitirnos conocer orígenes
y tradiciones, desacreditando prejuicios resistentes y peligrosos todavía en
nuestros días. Más tarde, los títulos arrebatados; Trollmann se verá obligado a
esconderse en el bosque; la llamada a las armas en 1939 en las filas del
ejército alemán. Finalmente, la persecución, la esterilización por ser miembro
de una raza degenerada en base a teorías genéticas absurdas; la deportación y
el asesinato.
Tanto esta, como las otras dos novelas que
conocemos de Dario Fo, están escritas en un estilo señaladamente oral. Más que
lectores de un relato, parecemos oyentes y espectadores que escuchan a Dario Fo
contando una historia, con una tonalidad aparentemente ligera -frases cortas y
contundentes-, pero rebosantes de recursos escénicos. Y sobre todo manteniendo un
cierto equilibrio entre lo trágico y lo cómico. Así nos hace llegar Dario Fo la
cotidianidad, a la vez brillante y trágica de Johann Trollmann. La bajada al
infierno del púgil bailarín, muerto por venganza, pero jamás vencido.
Dario Fo |
Fragmentos
“Por
último, les planteó una cuestión que va más allá de las discusiones acerca de
supuestos méritos deportivos. ¿Puede representar un sinti al gran Reich alemán
en las Olimpiadas, los juegos que todo el mundo observa? Y si por casualidad
-en el boxeo podría suceder- este representante nuestro llegara a alcanzar el
máximo reconocimiento de la competición, ¿qué escribirían los grandes
periódicos de las otras naciones? ¿«Alemania
carece de campeones y ha de recurrir a los gitanos»?
Merece la pena que meditemos sobre este particular.
-Perdoné
-prosigue el otro-, pero usted trata a este grupo étnico como si fuera una
horda de bárbaros llegados de las estepas. Pues bien, me he informado, y no
estoy de acuerdo. He averiguado que los sinti tienen reglas y comportamientos
propios de notables civilizaciones. ¿Por qué discriminarlos? ¿Por qué
discriminar a un buen púgil por ser sinti? No hay ninguna razón para hacerlo.”
…..
“Olga
entra en la habitación en la que está sentado Johann.
-Zirzow
viene hacia aquí. Vamos, sal de la cama, no puedes seguir ahí toda la vida. Tal
vez venga a traerte buenas noticias.
-
Olga, mi amor, ¿qué buenas noticias quieres que me traiga ¿Qué los gitanos han
sido readmitidos en los combates nacionales, siempre y cuando se presenten con
los tobillos atados el uno al otro, de modo que no puedan brincar como canguros
en el ring? ¿Es que no entiendes que todo ha terminado para mí? He sido
campeón. ¡Durante una semana! Una semana con la corona y la medalla y luego, de
repente: «¡Nada de eso!
¡Esto no es para ti! Me han arrebatado el título sin una razón deportiva, solo
porque soy de raza sinti, después de los judíos ahora nos toca a nosotros
abandonar el pugilato. ¿Te acuerdas de Seelig? Era un gran campeón. Huyó el
mismo día en el que tenía que disputar la pelea por el título. Huyó a París, al
parecer. Para convencerlo de que hiciera las maletas, ¿qué crees que le habrán
dicho?
…..
“Johann
está realmente fuera de sí:
-¡Estos
nazis son unos auténticos locos criminales! Primero me excluyen de los Juegos
Olímpicos porque un gitano no puede representar a Alemania, después me quitan el
título de campeón porque un gitano no puede convertirse en un campeón alemán, luego
van y me obligan a divorciarme para salvar a mi esposa y a mi hija, porque una mujer
alemana no puede estar casada con un gitano, ¡pero para ir a la guerra a defender
a Alemania, un gitano vale perfectamente!”
(Dario Fo, El campeón
prohibido, páginas 92-93, 129-130, 152)
Un libro muy bien presentado ...
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