La madrileña Ediciones Siruela, fue fundada
en 1982 por Jacobo Fitz-James Stuart, con el propósito de dar a conocer traducciones
de obras modernas de la literatura universal así comolas joyas olvidadas de la
literatura medieval europea. Este sello editor cuenta actualmente con numerosas
colecciones y nos suele proveer de buena literatura. La calidad de algunas de sus novedades es una
inexcusable exigencia para acercarnos en una primera visual, solamente
informativa y elaborada primordialmente a base de las presentaciones que hace
la misma casa editora. Más tarde retomaré estos dos títulos de las colecciones
“Nuevos Tiempos” y “Libros del Tiempo” para ofrecer una valoración crítica
personal
La entidad de los dos autores, el Premio
Nobel de Literatura 1997, Darío Fo y el polifacético Juan Eduardo Cirlot, se
hace merecedora de este comentario informativo.
Dario Fo
Traducción de Carlos Gumpert
Ediciones Siruela, Madrid, 2016, 203
páginas
El autor:
Dario Fo (Sangiano, Lombardía, 1926) autor,
director, actor y Premio Nobel de Literatura en 1997, escribió su primera obra
de teatro en 1944, y en 1948 debutó como actor. En colaboración con su esposa,
Franca Rame, ha escrito y representado más de cincuenta obras, ácidas sátiras
políticas en su mayoría, en las que arremete sin piedad contra erl poder
político, el capitalismo, la mafia y el Vaticano. Todo ello lo ha convertido en
una de las figuras del teatro con mayor prestigio internacional. Entre sus
piezas destacan Misterio bufo y otras
comedias, Muerte accidental de un anarquista y Aquí no paga nadie. En 2014, Ediciones Siruela publicó en español
su primera novela, Lucrecia Borgia, la
hija del Papa.
Sinópsis:
Tras el éxito de Lucrecia Borgia, la hija del Papa, el Nobel italiano nos ofrece una
nueva novela histórica. Una fascinante combinación de intrigas y luchas por el
poder en la Escandinavia del siglo XVIII.
Una historia de amor y locura. Un sueño
revolucionario hecho realidad en la Dinamarca del siglo XVIII. Estas son las
claves de la nueva novela histórica del nobel italiano.
En ocasiones, una serie de circunstancias impredecibles puede cambiar el rumbo de la historia: la locura de un rey, el ímpetu utópico de un médico ilustrado, la complicidad de una joven princesa... Un triángulo de amor desesperado que dará inicio a una avalancha de reformas inimaginables en su época, tales como la abolición de la tortura, la libertad de prensa o la promoción de la cultura y la educación. Pero un golpe de mano, orquestado desde las más altas esferas de la corte, intentará dar al traste con este bello sueño revolucionario.
Gracias al hallazgo de unos diarios secretos y de varios documentos inéditos, Dario Fo ha podido completar el rompecabezas de una intriga fascinante y arrebatadora, en la que se entretejen de forma extraordinaria los ideales políticos, la pasión amorosa y la lucha por el poder. Una fábula verdadera, un capítulo memorable de la historia.
En ocasiones, una serie de circunstancias impredecibles puede cambiar el rumbo de la historia: la locura de un rey, el ímpetu utópico de un médico ilustrado, la complicidad de una joven princesa... Un triángulo de amor desesperado que dará inicio a una avalancha de reformas inimaginables en su época, tales como la abolición de la tortura, la libertad de prensa o la promoción de la cultura y la educación. Pero un golpe de mano, orquestado desde las más altas esferas de la corte, intentará dar al traste con este bello sueño revolucionario.
Gracias al hallazgo de unos diarios secretos y de varios documentos inéditos, Dario Fo ha podido completar el rompecabezas de una intriga fascinante y arrebatadora, en la que se entretejen de forma extraordinaria los ideales políticos, la pasión amorosa y la lucha por el poder. Una fábula verdadera, un capítulo memorable de la historia.
En las páginas finales de la novela, la
editorial madrileña reproduce una galería de personajes, hermosas ilustraciones
a color de Dario Fo de personajes renacentistas, elaboradas con la colaboración
de Jéssica Borroni, Michela Casiere y Sara Bellodi.
Juan Eduardo Cirlot
Ediciones Siruela, Madrid, 2016, 186 páginas
El autor:
Juan Eduardo Cirlot
(Barcelona, 1916-1973) fue compositor, poeta y crítico de arte. Estudió bachillerato en Barcelona y trabajó en una agencia de
aduanas y en el Banco Hispanoamericano. En 1937 fue movilizado para luchar por
la República; a comienzos de 1940 fue movilizado otra vez, pero por el bando
franquista. Estuvo en Zaragoza hasta 1943; allí frecuentó el círculo
intelectual y artístico de la ciudad y se relacionó con el pintor Alfonso
Buñuel -hermano de Luis Buñuel.
En el verano del 43 regresó a Barcelona para trabajar en el Banco
Hispanoamericano y conoce al novelista Benítez de Castro, quien le introdujo en
el periodismo como crítico de arte. Trabaja en la librería editorial Argos.
Compone música y trata a los artistas del grupo Dau al Set. En 1949 colabora en la revista Dau al Set. En octubre
viaja a París y conoce a André Breton
en persona. Se edita Igor Stravinsky, su primer ensayo. En 1951 empieza
a trabajar en la editorial Gustavo Gili, donde permanecerá hasta su muerte.
Compone Nebiros, que no superó la
censura
en 1951. Cuando Cirlot destruyó su archivo anterior a 1958, dejó a esta novela
incólume, que fue publicada póstuma en 2016 por Ediciones Siruela.
Entre 1949 y 1954
conoce y trata al etnólogo y músicologo alemán Marius Schneider en Barcelona; Trabaja con José Gudiol Ricart. En 1954 aparece El ojo
en la mitología. Su simbolismo. Entra a formar parte de la Academia del
Faro de San Cristóbal. En el año 1958 empieza a escribir colaboraciones en Goya,
Papeles de Son Armadans, etc. y aparece su obra más famosa e
internacional, el Diccionario de símbolos tradicionales en la editorial
Luis Miracle. Siguen unos años de intensa actividad como crítico y
conferenciante. En 1962 se publica en inglés su diccionario con el título A
Dictionary of Symbols con prólogo de Herbert Read.
En 1966 vio la película El señor de la guerra
de Franklin J. Schaffner. En 1971 enferma de
cáncer de páncreas y fallece en Barcelona
a los dos años.
Sinópsis:
Juan Eduardo
Cirlot escribió Nebiros, la única novela en su obra, en el verano de
1950. Su editor debía de haber sido José Janés, pero la censura española no
autorizó la publicación por considerarla «de una moralidad grosera» y
«repugnante». En el epílogo, su hija Victoria Cirlot explica las vicisitudes de
este manuscrito que ha permanecido olvidado y perdido durante más de medio
siglo para retornar fantasmagóricamente justo en el centenario del nacimiento
del poeta.
Nebiros relata el paseo nocturno de un personaje por los prostíbulos de una ciudad portuaria, nunca nombrada, dentro de un clima denso y agobiante. Las calles, los bares, la gente, las prostitutas, son percibidos por un ojo que traspasa las fronteras de lo real para alcanzar las zonas de la alucinación. Las imágenes del mundo exterior se confunden con los monólogos interiores del protagonista a través de los cuales el lector asiste a una concepción del mundo, profundamente nihilista y abismada en el problema del mal. El nombre que da título al libro es el de un demonio y ciertamente infernal es el viaje propuesto. La novela se sitúa en una tradición muy concreta, que no es otra sino la de aquella literatura ocupada en el mal, tan bien diseñada por Georges Bataille.
Nebiros relata el paseo nocturno de un personaje por los prostíbulos de una ciudad portuaria, nunca nombrada, dentro de un clima denso y agobiante. Las calles, los bares, la gente, las prostitutas, son percibidos por un ojo que traspasa las fronteras de lo real para alcanzar las zonas de la alucinación. Las imágenes del mundo exterior se confunden con los monólogos interiores del protagonista a través de los cuales el lector asiste a una concepción del mundo, profundamente nihilista y abismada en el problema del mal. El nombre que da título al libro es el de un demonio y ciertamente infernal es el viaje propuesto. La novela se sitúa en una tradición muy concreta, que no es otra sino la de aquella literatura ocupada en el mal, tan bien diseñada por Georges Bataille.
Francisco Martínez Bouzas
Muy bien presentados...
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