Ricardo
Martínez-Conde
Fundación Jorge
Guillén, Valladolid, 2014, 75 páginas
Con el respeto de un neófito o de un diletante amante de versos, me
adentro en la lectura de La sombra azul
de Ricardo Martínez-Conde, teniendo muy presente algo que ya formulara Philippe
Sollers de forma difícilmente superable y que para mí es un verdadero dogma en
el universo de la creatividad humana. La poesía sigue siendo un remedio para
nuestra época porque el poema es el lugar del pensamiento, un procedimiento de
verdad. Un gran poeta gallego, Luís Pimentel expresó un envés de la obra
poética menos racional: la poesía es el gran milagro del mundo. La poesía,
pues, habrá de amalgamar pasión y pensamiento, hablarnos al corazón y a la
cabeza. Es entonces cuando de verdad se transforma en remedio para nuestra
época, porque la voz que nos embelesa, nos hace a la vez meditar, salvándonos
así del tedio, de la facticidad del mundo. Y esa sutura se manifiesta con
notoria claridad en este poemario de
Ricardo Martínez-Conde, La sombra azul.
Un poemario impreso a finales del pasado año, enmarcado en las
actividades de la cátedra Jorge Guillén de la Universidad de Valladolid, y que
se acopla sin disonancias formales ni temáticas al amplísimo macrotexto poético
que Ricardo Martínez-Conde ha ido creando con poemarios publicados tanto en
gallego como en castellano. El amplísimo quehacer lírico de Ricardo
Martínez-Conde rebosa de composiciones extremadamente depuradas, sin palabras
vanas, sin ornatos espurios, en una sucesión contenida que nos hacen pensar en
el lirismo de los haikus.
Pero esta lírica, concentrada, vehiculizada a través de una lengua
cristalina, diamantina muchas veces, encierra una gran lucidez conceptual que
se proyecta en reflexiones ontológicas insinuadas en breves y escuetas
palabras. No es de extrañar por eso que en La
sombra azul se hallen presentes los
temas de siempre, los grandes temas esenciales-existenciales: la vida y su
sentido, el amor, la muerte, la nada y, sobre todo, el tiempo y su inexorable
pasar, desde mi punto de vista, uno de los grandes ejes de esta colactánea
poética. Ese tiempo que renueva sus sombras (página 20), transmitido
poéticamente a través de imágenes ciertamente insólitas: el otoño, la paloma
seria memorialista…
Y en compases más existencialistas, palabras e imágenes que quieren
penetrar en los territorios y misterios del vivir. Ese vivir que, muchas veces
se resume en entender la lenta aceptación de la tristeza (página 23) o del
vacío. El hombre que mira hacia sí y ve el vacío (“junto al sueño de la
religión”, página 13). Y como no podía ser menos, la incansable porfía de la
muerte y ese aguardar nuestro destino, expresado en un imagen a la vez simple y
aterradora: “Morir desnudo, desnudo como el silencio” (página 67).
Poemas pues que, en su elemental pero cristalina concentración
conceptual, explorando a veces productivas antítesis y juegos de contrarios,
descorren el velo de la realidad más inasible, en una perenne interrogación, y
proyectan sobre el lector un aura luminosa, desafío quizás de la razón, capaz,
sin embargo de crear evocaciones de realidades que están más allá de lo
empírico. Meritoria operación de lenguaje y de pensamiento en un poemario
rotulado como sombra, pero preñado de luz.
Francisco Martínez Bouzas
Ricardo Martínez-Conde |
Fragmentos (poemas)
“El caos no deriva del cardo, sino
de la ignorancia del mismo. No exige
fervor (algo más propio de sombras) pero
sí
el mirarle y reparar en su azul armonía.
Cómo sostiene, tan seco, el equilibrio
de
un paisaje desnudo que invita a pensar
en lo sustancial, en la materia quieta.
y así aleja el olvido”
…..
“LA ISLA MARINA
Al viento se le mece; se le escucha.
Él es el gran aliado de la Nada, de
la rara misericordia, del riesgo
y el gozo de la aventura.
Aquí le confío cuanto sé de mí. Siempre
escaso para
el Conocimiento. No importa,
es viento es libre; y me hace libre.
Me enseña la Libertad a donde miro”
…..
“Una premisa a tiempo
-reservarse el conocimiento del final-
es una seguridad para el pensamiento
y el músculo.
Afuera zurea la paloma
Adentro la idea de Infinito”
…..
“Medid el tiempo. Sed fieles a su devaneo
y su cordura
para escuchar y aprender lo cierto.
Como la luz (animada como algo propio) pasa
Dejando la estela de su vida.
No añora, es.
Conforma la imaginación de lo real.
Muere para vivir. Vive para morir.
Cada día soy yo”
(Ricardo
Martínez Conde, La sombra azul,
páginas 15, 37, 47, 53)
Bueno, quiero felicitarte por tu trabajo que es enriquecedor y maravillosamente bien explicado. Aunque a mí en particular me guste un poco más la poesía de tipo sentimental, en la que es el alma la que habla, no dejo de reconocer que la poesía del autor es muy profunda y deja viajar la mente por conceptos muy internos, y quiero hacer notar que me gustaron un poco más los últimos versos del último poema que se refiere al tiempo:
ResponderEliminarNo añora, es.
Conforma la imaginación de lo real.
Muere para vivir. Vive para morir..
con estos versos,me ha dejado prendada.
Abrazos de luz.
Gracias por compartir tu trabajo, aprendo mucho de tus letras...
ResponderEliminarEs un trabajo muy bien presentado...
ResponderEliminarSaludos