miércoles, 7 de octubre de 2020

VACUNADAS Y PROSTITUIDAS POR LA PATRIA

Nación vacuna

Fernanda García Lao

Editorial Candaya, Avinyonet del Penedès (Barcelona), 140 páginas.

 

    

 

   

   No es poco ni baladí lo que se ha escrito sobre Fernanda García Lao, la narradora más rara y original de la actual literatura argentina. Una de las autoras argentinas con más proyección en la actualidad, según las Claves que ha confeccionado la editora Candaya sobre esta novela que es a la vez no pocas cosas. La autora cultiva la narrativa, relato corto incluido, sin desdeñar la novela erótica, la poesía y la dramaturgia.

   El punto de partida de Nación vacuna es posapocalíptico y al mismo tiempo burlesco. Una nación, Argentina, ha ganado la guerra en las islas  M (todos entendemos las Islas Malvinas), pero el territorio queda devastado. Y el enemigo además tuvo la astucia suficiente para emponzoñar las aguas, provocando así en la población una enfermedad mortal. Es entonces cuando al Junta Civil encarga a un funcionario, Jacinto Cifuentes, que reclute a un grupo de mujeres para llevar a cabo un gran servicio patriótico en esas Islas devastadas donde permanece un grupo de militares afectados por una rara enfermedad. Las mujeres seleccionadas serán utilizadas como vacunas, y a la vez como cuerpos para procrear de forma patriótica nuevos niños exentos de la dolencia. Serán tratadas como reses sin voluntad. Como animal vacuno, tendencia que se acrecienta a lo largo de la novela debido al comportamiento de los militares o autoridades y sus bajos instintos que en el sexo furtivo  o mediante una transacción comercial, hallan un escape  para su libido, frente a un poder que todo lo controla, sin excluir las relaciones afectivas de los ciudadanos. En la novela encontramos múltiples muestras y ejemplos de esta visión de las mujeres como cuerpos. Personas que utilizan sus encantos sexuales para ascender en la escala social.

   Las mujeres salvadoras serán elegidas de forma disparatada, cuestionarios absurdos, protocolos sin sentido. Pero un falso patriotismo seduce a esas hembras-reses y son muchas las que se presentan. Ellas garantizarán el surgimiento de una nueva raza nacional.

   La autora plantea en su relato una curiosa y burlesca ucrania perversa. ¿Qué hubiera acontecido si Argentina hubiera ganado la guerra de las islas M, pero el enemigo derrotado hubiera envenenado las aguas provocando en la población una enfermedad mortal? En las Islas sobrevive un grupo de soldados abandonados a su suerte por el Terceto Civil -se supone que no quedan militares de alto rango- que dirige el país. En la novela la autora nos presenta un mundo alterado que no corresponde con la realidad en algunos aspectos, o lo hace simbólicamente. La ucronía dejó de ser tal en la Guerra de las Malvinas: las mujeres argentinas no se ofrecieron para procrear otra raza pero, por falso patriotismo, donaron sus objetos de oro, supuestamente para los soldados. Nada recibieron, excepto la derrota y la muerte.

   Sin embargo, la ucronía no tiene desperdicios precisamente por su absurdez y por estar narrada con grandes dosis de humor. Las seleccionadas en el proyecto vacuna viajan supuestamente a las Islas donde les esperan soldados sodomizados y sin hembras, lo cual no es un buen ejemplo para la patria. Ellas vivirán con los soldados supervivientes hasta quedar preñadas. De esas preñeces nacerán niños sanos porque ellas han sido vacunadas. Pero allí, en la inmensidad del Océano quedarán los héroes apestados, porque el bienestar general bien vale el sacrificio de unos pocos.

   La historia está narrada por la voz de  Jacinto Cifuentes y desde su perspectiva. Es vegetariano, pero había trabajado en la carnicería de su padre con reses desolladas y nauseabundas. Quizás por eso en la novela se resalta tanto la carne, los cuerpos de las mujeres seleccionadas para la misión patriótica. Prácticamente son utilizadas como reses empujadas al matadero. Jacinto asciende a funcionario de rango medio y a él le corresponde hacer la selección de las mujeres que deben de ser preñadas en  M. Él es una pieza más en el engranaje orquestado por la Junta.

    

                             

                                 Fernanda Garcia Lao

 

Desde una escritura realista la autora erige un cuadro a la vez inquietante y rebosante de humor, ironía y dislate, en el que reconocemos momentos cruciales de la historia reciente de Argentina. Además de incidir en temas como la violencia social sobre las mujeres que son tratadas como ganado. De ellas, lo reitero, interesa su cuerpo, que sean aptas para parir prostituyéndose en nombre y honor de la patria. Cosificación patriótica. Vaginas salvadoras, que no tienen nombre; son números.

   La trama es u verdadero despropósito, pero el lector ansía saber cómo terminará. En el diseño de los que mandan la novela es una ucronía. Un no lugar. Está basada en hechos posibles pero que jamás sucedieron. Así pues, una falsa ucronía, o simplemente una ucronía porque ninguna por definición tuvo lugar. Con elementos distópicos, indeseables, deshumanizadores. Las mujeres parten hacia M sin derecho a retornar porque no se puede contradecir al pueblo. Todo es una farsa, pero  la sabiduría de la naturaleza o de la autora hará que las mujeres y la embarazadas de la Nación Vacuna pongan fin a una farsa con otra. Habrá bebé patrio pero será un engaño.

   Fernanda García Lao cincela su prosa de una forma  incisiva. Secuencias muy breves, pero cortantes, secas, brutales, descarnadas para acrecentar ante los ojos lectores la brutalidad del proyecto de una prostitución patriótica.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

lunes, 5 de octubre de 2020

EL OGRO Y SUS SIETE MUJERES

 Las sangres

Audrée Wilhelmy

Traducción de Luisa Lucuix

Hoja de lata Gijón 2018, 192 páginas.

(Libros de siempre)

 

   

 

 

  
En la historia de la literatura ogros como Barba Azul hay pocos, pero el que crea Audrée Wilhelmy (Cap-Rouge, 1985) no solo sigue su senda, sino que le supera. En efecto, en  Las sangres encontramos la fábula moderna del ogro del cuento clásico de Perrault con muchos de sus ingredientes  muchos y otros enfoques.

    Lo curioso de esta breve novela es que la autora la escribió en 2013 como parte del trábalo final de su tesis doctoral en Estudios y Prácticas de las Artes. Había publicado su primera novela, Oss en 2011. Si algo logra Aundrée Wilhelmy en su texto es sorprendernos, dejarnos estupefactos, sobrecogernos y fascinarnos. Y una buena suma de interrogantes. A todos estos sentimientos podemos añadir el horror, la repulsa o el embeleso.

   El hilo conductor de la novela es si duda, al menos de forma aparente, la amoralidad. La autora le da una vuelta de tuerca al cuento de Barba Azul, porque le quita la voz al protagonista, Féléor  Barthélemy Rü, un hombre poseedor de una inmensa fortuna y un apetito desmedido por la carne humana, y se la da a las siete mujeres, a las siete esposas, que fascinadas por la macabra leyenda que le persigue, nos cuentan a través de sus diarios o anotaciones, las oscuras experiencias eróticas que libremente tienen con él. El esposo solamente cierra a posteriori cada uno de los relatos.

   Féléor es un joven atractivo, rico, descendiente de la noble estirpe de los Rü, precedidos de generaciones de hombres fuertes, cazadores. La sangre y la masculinidad como dominación forman parte de sus genes. De niño, a la vez que se embelesa observando los retratos de escenas de caza, desarrolla una pasión invencible por la carne cruda, la sangre y el dolor infringido.

   Son experiencias al límite que desplegará con sus siete mujeres. Cada una de estas mujeres nos cuenta su historia en un diario o anotaciones íntimas. Todas acuden a él por voluntad propia, huyendo de una historia pasada, de sus antecedentes y atraídas por las riquezas de Féléor. Y todas saben que, tarde o temprano,  serán asesinadas. Fascinadas por los aristocráticos modales y los los rumores que circulan y envuelven al seductor, las siente mujeres no dudan en casarse con él, dispuestas a dejarse llevar por las más oscuras fantasías amorosas. Cada una de ellas sabe cuál será su final, pero, a diferencia del cuento original de Barba Azul en el que las mujeres son asesinadas por desobedecer, en Las sangres son las mujeres las que deciden morir y las que deciden el cuándo. No son pues víctimas; solamente nos cuentan lo que las ha llevado a la situación irreversible en la que voluntariamente han entrado.

   La arquitectura del relato es la misma para las siete mujeres, aunque la autora nos narra una historia completamente distinta para cada una de etas mujeres. En primer lugar Féléor ofrece una breve descripción un tanto simbólica de cada mujer. Sigue a continuación el diario o la anotación íntima, y, una vez muertas, es de muevo Féléor quien toma de nuevo la palabra y nos hace saber su punto de vista sobre ciertos aspectos que ellas han contado, lo que sentía por cada una de ellas y el modo en que las mató.

   La primera de ellas es Mercredi Fugère. De admirable belleza y elegancia, excepto por su gusto por la carne cruda. Su amor platónico idealiza de tal modo al Ogro que el propio Féléor intenta convertirse en el hombre que ella soñó: un alter ego de Hannibal Lécter, sin escrúpulos, pero muy elegante y masculino. Absorta por las delicias de la noche anterior, le pide durante el orgasmo, que la mate. Tardará tres días en morir estrangulada por una corbata. La segunda es Constance Bloom. Lo suyo es la botánica erótica. Había contraído matrimonio con Féléor para olvidar a su esposo fallecido en Indochina. Goza del instinto de ser dominada. Muere de esos deseos violentos. La siguiente es Abigaëlle Fay que practica  ballet clásico y asocia el dolor de los ejercicios que infringe a su cuerpo, con el éxtasis sexual. También decide regalarle su vida. Frida-Oum Malinonovski, una mujer madura, con carnes flácidas, se siente halagada porque Féléor la haya elegido para casarse con el. Después de los orgasmos con  el Ogro, solamente aspira al descanso eterno.

   Otra sus víctimas es  Phélie  Léanore, una mujer cerebral que ve como algo natural e inevitable que Féléor la asesine, y que sabe que él había sido el asesino de su esposas anteriores. Otra mujer, la bella Lotä Istvan cree en los presagios del tarot y profecías de su madre, y rota por su ausencia, busca el reencuentro con ella. Lo que encuentra es a Féléor, precisamente en su intento de escapar del destino. Pero, como las anteriores esposas morirá de imaginación por querer demasiado. Y por último  Marie  des Cendres. Muere de aburrimiento en un convento de monjas. Escucha hablar del castillo del Ogro. Pero le dicen que para formar parte de la historia, es preciso casar con el amo y escribir que desea que la maten. No lo amará nunca, pero el hecho de saber que le gusta el deseo del Ogro, fue el placer más intenso que jamás tuvo.

    

                    

                                     Audrée Wilhelmy

   Ante este libro no es justo quedarse con una lectura superficial porque está lleno de interrogantes y aristas. Todas las mujeres acuden a la convivencia con el Ogro, conocedoras  de su muerte segura. Pero lo hacen por propia voluntad. Todas saben que cuando ellas lo decidan, serán asesinadas. No son pues víctimas en el estricto sentido del término. Son ellas las que forman parte del juego de la muerte y lo hacen de forma voluntaria.

   La autora, ya quedó indicado, escribió este texto como parte de su tesis de fin de carrera. Lo que ella pretendía con este texto era explorar de forma lúcida y sin tapujos, la sexualidad femenina y sumergirse en comportamientos anómalos para analizar los impulsos primitivos y sórdidos de estas mujeres. Y hacerlo sin moralinas ni sentencias. La controversia está servida y hay quien apela al medievalismo, al romanticismo y al freudismo para dar con las claves de este texto controvertido. La tradición medieval más remota nos remite a un mundo poco menos que onírico de peligros que acechan. Según el romanticismo, todas las pasiones deben de ser llevadas hasta el extremo. El otro debe tomar el control de uno mismo. Y para los analistas freudianos, hay un erotismo sin límites, con instintos salvajes, crueles, sin excluir la autodestrucción. Hay filias, como las tanatofilia y la pulsión de la muerte que quizás marquen la senda para entender esta novela de libertinajes y atrocidades. Pero todo dependerá de quien lo lea. Es el signo de eta novela: provocar reacciones diferentes y controvertidas.

 

Francisco Martínez Bouzas


sábado, 3 de octubre de 2020

EL DERRUMBAMIENTO DE UNA ÉPOCA

La Cripta de los Capuchinos

Joseph Roth

Traducción de Roberto Bravo de la Varga

Alianza Editorial, Madrid, 2020, 234 páginas.

 

     

 

   Joseph Roth (1894-1939) es junto  con Herman Broch y Robert Musil uno de los grandes escritores de aquel  país “imperial y real”, la “Kakania” de El hombre sin atributos de Musil: el imperio austrohúngaro. Si bien su obra, al menos en las lenguas peninsulares, apenas se ha recuperado. Sin embargo Roth es un escritor imprescindible, especialmente para entender, desde la ficción, el período de entreguerras. Joseph Roth era un judío rural, un “ostjuden” (judíos del Este), que tras su traslado a la ciudad perdió la conciencia de su origen étnico judío, para él algo totalmente accidental. En su madurez se convirtió al catolicismo. Su existencia, desterrado tanto de su lengua como de su tierra, fue un permanente deambular por las capitales de Europa Occidental, haciendo de los hoteles su domicilio y siempre con la botella en la mano y en un constante despedirse de su identidad. A pesar de ellos, Roth fue capaz de escribir excelentes obras de ficción, centradas sobre todo en la Primera Gran Guerra. Entre ellas ,La marcha Radetzky  y su continuación La Cripta de los Capuchinos.

   Esta novela heredó el nombre y su simbología del panteón imperial de Viena. En la novela, Joseph Roth le cede el protagonismo al último vástago de los Von Trotta, la familia que sirve como hilo conductor de La marcha Radetzky.

  La Cripta de los Capuchinos significa el declive de Austria como estado soberano. En ella, el protagonista asiste  a los postreros estertores de los Habsburgo, la familia imperial dislocada por la Primera Guerra Mundial y la posguerra, con los nazis amenazando con anexionarse Austria. Así pues, un relato crepuscular que narra los últimos años del Imperio a través de la figura de Franz Ferdinand von Trotta, un joven frívolo y disoluto que asiste al final de una sociedad que sucumbe.

   Antes de que los nazis entren en Viena, el joven  Trotta baja a la cripta de los capuchinos y allí da cuenta de su fracaso. La novela, como ya se ha señalado, es la continuación  de La marcha Radetzky, y en ella se prosigue con la historia de la familia Trotta, una estirpe humilde ennoblecida por el emperador Francisco José. El protagonista, dicho en una somera sinopsis, describe su vida en la Viena deslumbrante de los inicios de la Primera Guerra Mundial. Son los últimos estertores del imperio de los Habsburgo. Siguen los días trágicos de la guerra y de una nueva posguerra difícil y violenta. Todo ello antes de que los nazis entren en Viena. Es entonces cuando el joven Trotta, símbolo de un mundo en decadencia baja a la cripta, al panteón imperial austriaco.

   La Cripta de los Capuchinos, a pesar de lo limitado de sus páginas, es una novela monumental. Narrada en primera persona, recoge la esencia de esa Europa crisol de pueblos, pero en descomposición. El protagonista asiste al fin de una época, al fin de un tiempo gobernado por diversiones sin fin de la alta sociedad, por costumbres consuetudinarias y rígidas que guiaban incluso las relaciones familiares, sin excluir el amor, un sentimiento que es conveniente evitar mientras se pueda. Lo mismo que la condescendencia hacia los inferiores, el buenismo, las ideas abstractas.

   En la primera parte de la novela, Joseph Roth retrata con maestría la vida de los jóvenes acomodados, su existencia artificial, que se va a romper cuando sean llamados a filas. Es la guerra, y en ella la muerte nos iguala a todos sin distinción. Una muerte que autor repite en una frase que suena a toque de campanas mortuorias: “La muerte cruzada ya sus anos huesudas”. Y en efecto, el protagonista tiene la impresión de que la muerte le acompaña a todas horas, de que le persigue. Trotta contrae apresurado matrimonio con la joven que ama, y con el grado de teniente se incorpora a la guerra junto con dos amigos.

   El conflicto bélico acaba en derrota y los tres amigos, prisioneros de los rusos, son internados en Siberia. Solamente regresará a su patria en 1918. En Viena lo halla todo trastocado y sumido en crisis, incluidas sus relaciones con su joven esposa que quedaron frustradas tras el casamiento. El protagonista da la impresión de estar sumergido, de pertenecer a otra generación nacida de la guerra y destinada así mismo a la guerra y a la destrucción.

    

                                        

                                         Joseph Roth
 

    Roth elige como protagonista a un claro antihéroe. Es un personaje que simplemente se deja estar, aplastado por la corriente histórica. Visita la cripta de los capuchinos en cuyos sarcófagos reposan los restos de los emperadores. Es su destino. ¿A dónde más podría ir un Trotta ligado para siempre  a otra época? Y es entonces cuando se consuma todo y captamos plenamente el sentido último de la novela: una era que se extingue y otra que se vislumbra en el horizonte cercano rebosante de terror.

   La novela es una amalgama de desparpajo y de amargura, de ironía y liviandad, Con frecuencia sus secuencias respiran melancolía por un pasado que no retornará, características que se acrecientan en el desenlace. A los protagonistas, salidos de una guerra perdida, no les queda otra solución que la resignación, y en algún caso, la huida. Tal es lo que sucede con Elisabeth, la esposa del protagonista. Estilo directo, irónico en ocasiones que, sin embargo permite transmitirle al lector lo esencial, ahorrándose las descripciones innecesarias.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

jueves, 1 de octubre de 2020

INSUMISA A LAS LEYES DE LOS MACHOS

La insumisa


Cristina Peri Rossi

Menoscuarto  Ediciones (E. Cálamo), Palencia,2020, 238 páginas.

 

    

 

 

   Todos los libros de Cristina Peri Rossi contienen retazos de su vida. La amistad amorosa imposible con Julio Cortázar, por ejemplo, en Julio Cortazar y yo. Pero es en La insumisa donde el texto se transforma plenamente en biografía, en un balance de la vida de la escritora uruguaya-española, en su niñez y adolescencia. Novela pues que recupera su años de infancia y temprana juventud, y lo hace con perplejidad y extrañeza ante el mundo que la suerte le deparó, y que no comprende, porque, en las páginas del libro se percibe un constante conflicto  entre el deseo y la realidad.

   Cristina Peri Rossi es una escritora prolífica, y en sus renglones percibimos no solo una voz femenina, sino posiblemente la única voz femenina vinculada al boom de la narrativa latinoamericana. Ha publicado novela, relatos, poesía, ensayo y también autobiografía, como en este caso. Su escritura encierra un grado inabarcable de humanismo y carnalidad  fielmente expresado por esta frase de Elena Poniatowska: “Leer a Cristina Peri Rossi siempre me da ganas de hacer el amor.”

   La insumisa esta tejida con los mimbres con que entrelazó su vida desde que, exiliada de su país natal, reside en Barcelona: su infancia, su adolescencia, su primer amor que curiosamente fue su madre, su familia, el amor hacia los animales…. En definitiva, las marcas de su identidad, sobre todo las circunstancias de ser mujer.

   De este libro, reconoce la autora, está ausente la ficción, salvo lo que no puede recordar como el viaje de sus bisabuelos desde Génova a Montevideo. Pero la autora intenta reconstruirlo con verosimilitud. Se trata pues de una novela autobiográfica. En el resto de su confesión, la autora  recuerda su niñez, su adolescencia, su precoz juventud, desde el deseo y la beligerancia hacia la norma y el amor hacia las mujeres. Desde el feminismo, pero nunca excluyente.

   Escritora audaz que no tiene reparo en iniciar el libro con una declaración de amor hacia su madre: “La primera vez que me declaré a mi madre tenía tres años”. Una declaración con propósitos serios: “pretendía casarme con ella”. Como animal doméstico que se considera a esa edad, comprendió instintivamente el fracaso del matrimonio de su madre, su tristeza y sus angustias. Fue el primer encontronazo de Cristina Peri Rossi con las normas del mundo: había innumerables cosas, sordas al dolor y al deseo, que no pueden ser.”

   En otro relato nos hace saber cómo las madres y abuelas les enseñan a las niñas que a ellas “les falta algo entre las piernas”. Y por esa carencia se siente incompleta, no terminada. Será el marido, el amante o los hijos quienes la completen. Pero tan pronto como descubrió su clítoris, entendió de inmediato para que servía: “Para proporcionar placer independientemente, sin esperar a ningún príncipe azul.”

   La insumisa es no solo autobiografía sino la puerta de entrada al universo de Cristina Peri Rossi. En este texto, están presentes los interrogantes, las reflexiones, los adiestramientos, la curiosidades, los temas de fondo, sostenidos y profundizados de forma tan obsesiva que permiten reconocer su ego personal, desde sus inicios hasta el día de hoy. Una rica experiencia vital.

   La autora es capaz de reestructurarse  como personaje del relato de su vida: como niña, adolescente y joven. Y lo hace como en su literatura: de forma inquisitiva, cuestionadora, porfiada, inmensamente apasionada.

    

 

                                  

                                    Cristina Peri Rossi

 

Uno de los mimbres que tejen esta autobiografía novelada es el erotismo lésbico, aunque no de forma exclusiva, ya que en más de una secuencia también se cuestiona por la eroticidad masculina. En ella, sus indagaciones de las pasiones eróticas no son en realidad una sola celebración lúdica de los sentidos, sino una vía hacia una honda reflexión filosófica en relación con el deseo, entendido como motor de la vida.

   Es por eso que en la literatura de Cristina Peri Rossi prima y transciende las reivindicaciones identitarias. En su libro lo masculino y lo femenino aparecen analizados como formas de deseos de identidades.

 

Francisco Martínez Bouzas